Columna: CON RUMBO AL SUR…
Por Angel Gabriel FERNÁNDEZ
(1)
Alfonso Caso Andrade fue un gran arqueólogo mexicano. Fue célebre por el descubrimiento de las ruinas de Monte Albán en Oaxaca. Fue rico en cuestiones culturales pero comúnmente estaba pobre en cuestiones económicas, pues a pesar de haber tenido en sus manos valiosas joyas de nuestros antepasados, no lucró con su encargo.
Su esposa, que lo acompañó cuando realizó importantes excavaciones, mandaba cartas a sus amigos pidiendo apoyo económico para sostener la misión, pues aunque, repito, tuvo en sus mayos mucho oro y otras piedras preciosas de la tumba 7 de Monte Albán –según la historia, la más rica en objetos de oro que se haya encontrado en este País--.
En 1945, durante el régimen de Miguel Alemán Valdés, Alfonso Caso fue fundador del Instituto Nacional Indigenista (INI), antecedente de lo que es hoy la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI).
Le gustaba recorrer las comunidades indígenas; era modesto, eficaz. Por eso es parte de la historia cultural de México.
Su esposa, que lo acompañó cuando realizó importantes excavaciones, mandaba cartas a sus amigos pidiendo apoyo económico para sostener la misión, pues aunque, repito, tuvo en sus mayos mucho oro y otras piedras preciosas de la tumba 7 de Monte Albán –según la historia, la más rica en objetos de oro que se haya encontrado en este País--.
En 1945, durante el régimen de Miguel Alemán Valdés, Alfonso Caso fue fundador del Instituto Nacional Indigenista (INI), antecedente de lo que es hoy la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI).
Le gustaba recorrer las comunidades indígenas; era modesto, eficaz. Por eso es parte de la historia cultural de México.
(2)
En Acayucan hay una oficina de la CDI. Como para la pachanga, está frente a lo que era un balneario, alejada de la ciudad y alejada de los indígenas.
Es como la Carabina de Ambrosio o como las semillas de los jitomates: no se sabe para qué sirven pero ahí están.
Dos o tres veces he visto las lujosas camionetas de la CDI salir de lujosos restaurantes de la calle Ocampo y de la calle Hidalgo. Son camionetas perronas, de esas que llaman la atención en la ciudad y en el rancho. De esas de las que no hay en las comunidades indígenas.
El jefe de la oficina es un médico veterinario: Guillermo Hernández Domínguez. No sé si su perfil académico se ajuste a lo que realmente requiere la CDI, porque ciertamente tratar con indígenas (aunque son primitivos) no es lo mismo que tratar con animales. Parecería lógico que para atender ese tipo de cuestiones sociales fuera mejor un antropólogo o un historiador. Pero bueno, el MVZ ya está a cargo de los indígenas del sur de Veracruz.
Es como la Carabina de Ambrosio o como las semillas de los jitomates: no se sabe para qué sirven pero ahí están.
Dos o tres veces he visto las lujosas camionetas de la CDI salir de lujosos restaurantes de la calle Ocampo y de la calle Hidalgo. Son camionetas perronas, de esas que llaman la atención en la ciudad y en el rancho. De esas de las que no hay en las comunidades indígenas.
El jefe de la oficina es un médico veterinario: Guillermo Hernández Domínguez. No sé si su perfil académico se ajuste a lo que realmente requiere la CDI, porque ciertamente tratar con indígenas (aunque son primitivos) no es lo mismo que tratar con animales. Parecería lógico que para atender ese tipo de cuestiones sociales fuera mejor un antropólogo o un historiador. Pero bueno, el MVZ ya está a cargo de los indígenas del sur de Veracruz.
(3)
En su recorrido por el México indígena, el investigador Fernando Benítez describía situaciones como la siguiente:
En algunas comunidades indígenas, la gente tenía sus reservas en el trato con los enviados del INI, porque estos señores llegaban a “pachanguear”, no a trabajar para intentar sacarlos del atraso. Hubo un lugar (la historia está en el libro Los Indios de México) en donde los del INI tenían una gran granja con frondosos pollos, gallinas y pavos de doble pechuga; en otra había estanques con diferentes tipos de mojarras. Pero a los pobres indígenas no les daban a probar ni los huevos de las gallinas ni las pechugas de los pavos. Mucho menos saborearon las mojarras al mojo de ajo que producían en el estanque comunitario.
En algunas comunidades indígenas, la gente tenía sus reservas en el trato con los enviados del INI, porque estos señores llegaban a “pachanguear”, no a trabajar para intentar sacarlos del atraso. Hubo un lugar (la historia está en el libro Los Indios de México) en donde los del INI tenían una gran granja con frondosos pollos, gallinas y pavos de doble pechuga; en otra había estanques con diferentes tipos de mojarras. Pero a los pobres indígenas no les daban a probar ni los huevos de las gallinas ni las pechugas de los pavos. Mucho menos saborearon las mojarras al mojo de ajo que producían en el estanque comunitario.
(4)
En una columna anterior cité el caso del abandono de la comunidad indígena acayuqueña Santa Rita Laurel; ahí los de la CDI ni se paran; ni se dan cuenta que hay una clínica pero no hay ni enfermeros. Cité ese caso porque en esos días una joven mujer de esa comunidad acababa de morir.
Todas las comunidades indígenas de la zona de Acayucan están abandonadas. Esa cosa que se llama CDI no las voltea a ver simplemente porque están enclavadas en municipios gobernados por el PRI. La CDI va a meter sus narices a las comunidades de la sierra donde acelera a los nativos que son foco de oposición… La CDI anda en franca campaña de apoyo al PAN.
Los apoyos que dice entregar la CDI (“rasurados”, “ordeñados”) son pura pose. En realidad a Guillermo Hernández le debe dar urticaria salir a las comunidades indígenas, prefiere andar en su troca perrona con clima y música rock, nada que ver con la música de jara que se escucha en las zonas indígenas y nada que ver la opulencia con que se conduce con la miseria que pulula en las comunidades rurales.
El médico veterinario que fue enviado por el gobierno federal a atender a los indígenas del sur de Veracruz, causa sensación en las zonas marginadas sólo por la camioneta de lujo que porta…ah, y porque cree que todos los indígenas con que trata son borregos o pollitos.
Las necesidades de los indígenas están allá en lo alto de la sierra, no están en los restaurantes de lujo de la ciudad; las necesidades de esos mexicanos a los cuales vemos como extranjeros en su propio país, están en las chozas aquellas de palma en las que no hay a veces ni maíz ni frijol, no están en las mesas con opíparos alimentos o en salones climatizados.
Todas las comunidades indígenas de la zona de Acayucan están abandonadas. Esa cosa que se llama CDI no las voltea a ver simplemente porque están enclavadas en municipios gobernados por el PRI. La CDI va a meter sus narices a las comunidades de la sierra donde acelera a los nativos que son foco de oposición… La CDI anda en franca campaña de apoyo al PAN.
Los apoyos que dice entregar la CDI (“rasurados”, “ordeñados”) son pura pose. En realidad a Guillermo Hernández le debe dar urticaria salir a las comunidades indígenas, prefiere andar en su troca perrona con clima y música rock, nada que ver con la música de jara que se escucha en las zonas indígenas y nada que ver la opulencia con que se conduce con la miseria que pulula en las comunidades rurales.
El médico veterinario que fue enviado por el gobierno federal a atender a los indígenas del sur de Veracruz, causa sensación en las zonas marginadas sólo por la camioneta de lujo que porta…ah, y porque cree que todos los indígenas con que trata son borregos o pollitos.
Las necesidades de los indígenas están allá en lo alto de la sierra, no están en los restaurantes de lujo de la ciudad; las necesidades de esos mexicanos a los cuales vemos como extranjeros en su propio país, están en las chozas aquellas de palma en las que no hay a veces ni maíz ni frijol, no están en las mesas con opíparos alimentos o en salones climatizados.
(5)
Lo más preocupante no es el descaro de funcionarios federales como Guillermo Hernández el de la CDI. Lo preocupante para los veracruzanos es que el gobierno federal panista anda en plena campaña rumbo al 2012, no importa que para ello utilice a instituciones culturales o que intente manipular a los indígenas.
Al gobierno federal no le interesa comprometer su moral.
En su “labor social y humanitaria” de “ayudar a los indígenas”, la cosa esa llamada CDI se ha apoyado en dirigentes cuestionados como el de Antorcha Campesina, Pergentino Cortés. Los apoyos los hace llegar a esa agrupación que se ha identificado como reaccionaria, chantajista, porque cuando no le cumplen sus caprichos, hace plantones y protestas. Antorcha Campesina protesta normalmente contra autoridades priístas, manipulada por el gobierno federal.
Pero además, Pergentino Cortés ha estado en el ojo del huracán por cuestiones de índole judicial, por una orden de aprehensión por despojo en agravio del agente municipal de Comején, Malaquías Soto Pascual.
O sea: la CDI se vuela la barda al repartir apoyos a través de Antorcha Campesina, en una campaña abierta de manipulación de indígenas, en un franco desafío al gobierno estatal y en una descarada burla a las autoridades ministeriales del sur de Veracruz, porque en un evento del gobierno federal, se arropa a un presunto delincuente.
Al fin y al cabo, que la CDI proteja a quien quiera; no se puede esperar más de representantes de un gobierno federal muy cuestionado por la sangrienta guerra emprendida dizque para “recuperar espacios” de la sociedad, aunque en realidad lo que está haciendo es acaparar espacios pero en los panteones por tantos muertos inocentes.
Lo que no se vale es que utilice a los indígenas, que los manipule, que los use sólo para tomarse la foto. Porque en realidad es una burla para los indígenas del sur de Veracruz que el jefe de la CDI coma y viva a cuerpo de rey cuando mucha gente tiene que esperar las migajas del programa Oportunidades o que mucha gente se muere porque en la sierra no hay servicios médicos.
He cuestionado la troja de lujo trae el de la CDI, pero ojo: no espero que Guillermo Hernández ande en burro o con huaraches en afán de parecer indígena. Tampoco que se la pase comiendo quelites o tomando pinole, pero sí debe bajarse de su nube y demostrar humildad.
Porque si no muestra humildad y harta a los indígenas, entonces sí se va a quedar sin chamba y corre el riesgo de ser paseado en burro, porque la gente del México indígena es como los samarais: perdonan pero no olvidan jamás.
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