martes, 25 de enero de 2011

Recordando a un amigo.


Columna: Déjame que te cuente…

Por Sergio M. Trejo González.

Hace un año, que se cumple este 29 de enero. Fecha cuando mataron a Manuel Moreno Balderas… “Sólo Dios sabe cuando la fruta se encuentra suficientemente madura para cortarla del árbol y llevarla a su huerto de eternidad”.

Lo apunté hace 365 días; grité mi coraje, estaba indignado. En las hemerotecas constan los reproches y las protestas que rodearon ese acontecimiento que conmocionó a nuestro pueblo. Muchos amigos cercanísimos mentamos y lamentamos profundamente tal homicidio.

Manuel Moreno Balderas, luchador incansable desde las trincheras mas modestas, defensor de la verdad, soldado de infantería priista, capitán de milicias, ideólogo, reformador y creador de estructuras, capacitador de cuadros y constructor de las instalaciones del partido, fue asesinado… no le alcanzó el tiempo; cegaron su trayectoria de manera ventajosa no solamente esas balas que le atravesaron, para quitarle la vida de manera cobarde, sino todos aquellos quienes permiten la impunidad en nuestro derredor, que no cesa para vergüenza de nuestras instituciones.

Sentimos pues, la pérdida de tan extraordinario amigo, hombre de muchas y muy variadas actividades. Podemos pensar en Manuel Moreno como el intelectual silvestre, el aficionado al futbol, el comerciante diligente o el hombre honesto, pero Manuel antes que todo eso era un amigo; amigo de sus amigos que brindaba un trato hermano… Hace un año lo dije:

Fui a buscarlo para confirmar la noticia. Ahí estaba, dentro de un ataúd... más güero que nunca, como en sus buenos tiempos de galán; con su camisa de manta, deshilada y muy blanca. Arregladito para un velorio, el suyo.

¡No puede uno creerlo! La consternación y el coraje me trastornan. Con indignación y tristeza comienzo a hilvanar mis ideas respecto a la muerte inesperada, de un gran amigo… un hermano.

Manuel Moreno Balderas, mi hermano de lonche, de talacha y de fe, fue asesinado la noche del 29 de enero. Murió luchando por el patrimonio de unos vecinos, así era él; defendía con mucho coraje a quienes se les despojaba impunemente del fruto del trabajo.

Así lo conocí, allá por el año de 1975, en la vorágine del sepelio de mi padre apareció por estos rumbos un adolescente que buscaba trabajo. Andaba con “Miguelón” Balderas Lucho, su primo, que laboraba como chofer en la unidad 112, de la Sociedad Cooperativa de Transportes del Istmo, camión que mi familia administraba. Manuel se identificó desde entonces con mis hermanos de sangre, Radames, Alfonso y Tiberio, por su espíritu de lucha; se indignaba cuando testigo de las injusticias que padecía mi señora madre dentro de una empresa donde se le hostigaba, se le marginaba y se le despojaba de sus derechos. Qué tiempos aquellos, donde Manuel resultaba una maquina de trabajo, igual que Romeo Olguín, Chico Victoria, Ricardo Figarola, Barraza, Ismael… ahí andaba con “La Borrega”, “El Pelón”, “El Arete”, “Yanga”, “Torombolo”, “El Teco”, “Coca cola”, “El Venado”, “Chuleta”.

Muchos nombres, muchos apodos, de muchos amigos me abruman cuando anoto esta semblanza de Manuel. Una historia en cada uno de ellos. Historias que se van perdiendo o ignorando por el devenir de los tiempos. A Manuel Balderas, quienes lo tratamos desde aquellos tiempos, lo recordamos con el mote de “La Fabiola”, bautizado así a ocurrencia de uno de tantos compañeros. Ahora lo llamaban “El PAYMA” por la circunstancia de empresario gastronómico que detentaba con esposa Patricia González Pablo y sus Hijos… así vivió Manuel, con muchos cambios en su vida. Los hombres dinámicos son así, no soportan la estática ni la opresión de nadie, ni se postran ante las barreras sociales. Manuel, Era liberal y demócrata en cualquier sentido, hasta en su partido donde la disciplina y la institucionalidad suele confundirse, Manuel navegó en los vientos sorteando golpes y momentos para mantenerse y llegar a donde se proponía.

Manuel Moreno Balderas, fue algo más que líder y un político, hablaba y actuaba. Fue un autentico trabajador de la tierra no campesino nylon que se disfrazara folklóricamente. Como taxista era amable y cordial, como deportista fue caballeroso. Fue obrero y patrón, fue gobierno y fue ciudadano.

Lo recuerdo como regidor de la administración municipal con Radames, en su carácter de oposición, donde resultó invaluable colaborador; ahí, junto a Miguel Ángel Facundo Ríos y Martin Reyes Ramírez, se reflejaron como estupendos alfiles políticos, respondiendo a la formula de trabajo que deseaba el alcalde. Presentes en los proyectos de educación, limpia publica, panteón, eventos cívicos, etc; ahí Manuel no solo fue un hombre trabajador y visionario sino un verdadero amigo que resultaba imprescindible, tanto que fue invitado por administraciones posteriores para jefe de taller y como operador político. Lo buscaba continuamente, Augusto Mora Ostos, director de atención ciudadana, y Adolfo Revuelta Gómez, Secretario municipal, y las propias hermanas Vazquez Saut para confiarle tareas de mucha discreción y responsabilidad.

Hace unos días pasé por su negocio a degustar un sabroso pan tradicional michoacano, que había traído de Huetamo la esposa de su cuñado Lorenzo. Con el aromático café que nos invito su consorte dimos fe de tan sabrosa hogaza, que por allá le llaman “ahuacata”, entre la charla de sus jornadas futboleras, pues Manuel continuaba practicando el balompié en los equipos veteranos que lo invitaban. Me proporcionó algunas recetas que inventaba en su sección del restaurante, responsable proveedor de las bebidas y preparador exclusivo de libaciones exóticas a base de granola, yogur, polen, amaranto, con Jugos y licuados nutricionales. Frutas y verduras, que en ese laboratorio de formulas resultaban preparados curativos para torturas de la próstata, riñón, y estreñimiento… Nos reímos un buen rato; era un hombre chancero, versátil y valiente. Jamás vi que fumara o que se tomara una cerveza, su pasión la desbordaba en una cancha o en un trabajo. Nunca supe que provocara un pleito pero de ningún modo fue zacatón. Para ganarle una pelea a Manuel se necesitaba una pistola… Un disparo terminó con su vida.

Llego, en esta tribulación, hasta su esposa y sus hijos, a sus hermanos y demás parentela, para brindarles un pésame sentido. Nos deja Manuel su huella imperecedera de trabajo fecundo, ejemplo de amistad, amistad leal y valiosa.

Manuel Moreno Balderas: Por favor salúdame al Ser Supremo, aprovecha tu retorno a casa para darle un abrazo de mi parte a mí querido hermano Alfonso; dile que lo extrañamos mucho, tanto como te vamos a recordar a ti.”

Cuando se cumplen doce lunas de tan dramático suceso, no hay mucho para decir en este recuerdo a Manuel Moreno, por todo lo bueno que vivimos junto a él, por eso termino con mi llano parafraseo de esa carta: “Dios mío si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...”

Descansa en paz.

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