Por José Luis Ortega Vidal
Xalapa, Ver.- Uno, dos, tres, cuatro, cinco filtros de guardias, edecanes, operadores políticos, guaruras y políticos buscachambas…
Los gafetes eran la clave: si te tocó verde te amolaste, te quedabas con la “banda desempleada”; el gris te llevaba a los corrales de la ignominia y si portabas uno con bolita roja y tu foto con cara de influyente ya la habías hecho: tenías acceso al Recinto Legislativo.
Hubo colados sin gafete. Claro, estamos en México y en nuestro país una fiesta sin gorrones es como un arbolito de navidad sin esferitas.
Así lucían los momentos previos a la protesta de Javier Duarte de Ochoa como el nuevo Gobernador de Veracruz.
La hora indicada eran las 10:00 de la mañana.
“Para brindarle la atención que usted merece”, decía la invitación que llegó vía DHL, en un sobre amarillo, dentro de otro sobre blanco, dentro de otro sobre color ostión…¡Coño, y sin cheque
¿Pero quién podía levantarse temprano con el frío tan intenso que pobló Xalapa desde el martes?
Y si viajabas desde el Sur, quién diantres se podía dormir temprano con un viaje tan desastroso provocado por los damnificados de la Cuenca que bloquearon la autopista encabronados con la SEDESOL y su ineficacia…
El calor político elevará la temperatura, pensaba uno en el camino…
Serán tantos políticos y tantos mensajes juntos que el Congreso jarocho detendrá el frío, apostamos…
¡Pero qué va!
Había muchos grillos, sí, pero la mayoría sin chamba y Javier Duarte se aventó un discurso que provocó pocos aplausos -lo cual se entiende porque habló de trabajar por los que menos tienen, dijo que combatirá la corrupción y las obras concretas que anunció tienen que ver con educación, salud y pendientes que dependen del presupuesto federal como la autopista México-Tampico que pasa por Tuxpan, allá en el norte-. En fin, nada espectacular para la clase político-burocrática.
El evento inició con relativa puntualidad. No fue inglesa, pero fue puntualidad al final de cuentas.
Los diputados ya estaban en sus curules antes que todos los invitados especiales.
El único que llegó tarde fue Rogelio Franco Castán, el diputado del fraude de 500 mil pesos; según dicen sus detractores.
También llegó tarde Eduardo Andrade Sánchez, pero el famoso ex comentarista deportivo de Televisa allá por los años 70s. Arribó junto a Francisco Rojas González –el coordinador de los diputados federales del PRI- y Juan Nicolás Callejas, el mismísimo director en jefe de la Orquesta “Grillonica” de la Sección 32 de los maestros veracruzanos.
Lo de Rojas fue el preludio. El relevo de Fidel Herrera Beltrán prometía ser una corrida de toros de alto nivel, con ejemplares de Miura y público local y nacional…
Y así fue, corrida candente, de banderillas, de lanza a caballo y de espada con cortes de orejas y rabos.
La música, sin duda, con categoría de Opera: de la tensión al Crescendo; de la quietud al Molto Vivace…
Llegaron juntas Rosa Borunda y Karime Macías, mujeres de personalidad que roba cámara; de peso político específico que cuadra a todos y de un respeto, mucho respeto, inspirado por lo que ellas mismas son, por sí solas: inteligentes, preparadas, brazo derecho del que se va y de quien llega.
Envuelta en su cotón rosado, de trensas y luciendo canas hizo acto de aparición Beatriz Paredes Rangel, la jefa nacional del PRI; traía como su guarura oficial a “Tonicho”, el niño héroe de Minatitlán, el líder estatal del tricolor.
Aplausos -desde luego, entre los más sonados en la jornada- para las señoras Rosa y Karime y para Bety…
Finalmente arriba Fidel con un halo como de matador que se despide de la plaza y robando aplausos e intentos de “una llamadita en corto” de parte de quienes –insiste el reportero- lucen cara de inseguridad política; de desempleados políticos.
Dentro del recinto legislativo el ex gobernador también recibe cariño.
Allí están Manlio Fabio Beltrones, el hombre de la mirada que lo paraliza todo, hasta a las edecanes.
También Enrique Peña Nieto, “el gavioto”, el rival de Manlio y de Fidel para la grande del 2012.
¡Qué momento! El PRI, desde Veracruz, luce músculo.
Fuera del Palacio Legislativo muchas mantas, lonas por doquier que lucían como el chorrito de Cri-Cri, se hacían chiquitas y se hacían grandotas: todas del Sindicato Petrolero, de la sección 10, 11, 30, 47. ¡Ufff!
Llegaron unos cardenistas con playera, gorras y listos para la porra pero no los dejaron ni pasar: los petroleros coreaban todos los cantos de la güera contratada por Romero Deschamps y sus huestes para robar cámara en el evento político del momento.
Y claro, adentro, don Carlos recibiría el saludo muy cálido en el discurso oficial.
Y algunos aplausos: dos o tres, pero aplausos al fin, uno de Polo Torres, otro de Noé Hernández y el último de Jorge Wade, pero de algo a nada…
Pues, por ejemplo, a Víctor Flores le fue mal: un aplauso nomás se escuchó cuando lo mencionaron. Y no era ni siquiera de un ferrocarrilero, sino de su guarura que lo ayudó a entrar al acto.
Pero la tarde se la llevó la maestra, la mismísima Elba, la líder de líderes de los poderosos maestros, la rival del profe Callejas, la chiapaneca que no conoce la pobreza; Esther, la dueña de plazas y de reformas educativas, Gordillo, la saltimbanqui de la partidocracia mexicana.
El nuevo gobernador la mencionó, le dio mucho calor en su discurso, la trató como se debe hacer ante un animal político de ese peso, pero nada conmovió a los presentes.
Cuando Javier dijo “mi amiga, la maestra Elba Esther…se hizo el silencio.
Casi sepulcral.
Ni un solo dedo se movió.
Duarte se detuvo, alzó el rostro, hizo cara como de “no sean gachos, no me dejen solito con esta señora, aplaudan aunque sea un poquito”…
Pero no, se desconoce por qué, pero quedó la impresión de que a la dirigente nacional de los maestros todo mundo le tiene miedo, uno que otro se anima a enfrentarse con ella y muchos se hacen ricos a sus costillas y a todos los une un solo hecho: nadie la quiere…
En fin, esa fue la impresión del reportero.
Los momentos de Javier
El nuevo gobernador veracruzano entró por allí de las 11:15 horas, rodeado de un cuerpo de seguridad que hizo recordar al Miguel Alemán Velasco de años atrás…
Javier lucía nervioso o tal vez emocionado.
Pasó rápido junto a los corrales de la ignominia: el de los periodistas y el de los políticos desahuciados.
Lanzó un guiñó a la única cámara del reportero vivaz que lo atrapó segundos antes de su protesta.
A lado suyo caminaba la chaparrita Georgina Kessel, Secretaria de Energía en el país y representante del Presidente Felipe Calderón.
Afuera y adentro de la sede de los diputados Georgina y Javier dieron muestras de conocerse bien, de caerse bien y confirmaron lo que se ha dicho durante las últimas semanas: Duarte trabajará en cercanía política con Felipe Calderón.
Los Pinos parecen prender luces coquetas hacia la Plaza Lerdo y la tierra jarocha parece dispuesta a recibir bien el apapacho y ser recíproca…
!Buena señal!
Sobre todo con el canijo frío que nos pegó entre martes y miércoles…
¡Ah pa´frío, verdá de Dios!
Dentro del Recinto, Javier abraza a Fidel, arranca más aplausos para su antecesor y suelta un discurso que gustó a todos aquellos cuya chamba no depende del gobierno estatal –la minoría de los presentes, desde luego-.
Educación, salud, infraestructura y seguridad, los ejes de las palabras duartistas.
Todas con sobriedad, con mucho tacto y con pocos aplausos pero con buena recepción.
Muy concreto en su discurso el nuevo gobernador.
Con mejor voz, también.
Al final, seguía con la emoción y parecía menos nervioso.
A medio discurso, Javier se detiene, voltea al costado y hace la señal abierta de que necesita agua…
Se la traen, menciona a los invitados que fueron llegando tarde como los gobernadores de Yucatán y Sinaloa y casi llora cuando se refiere a su esposa, sus hijos y su madre, allí presentes.
Junto a Fidel Herrera Beltrán, Javier Duarte de Ochoa luce como un muchacho.
Un muchacho sano, por cierto.
Y esa condición: la de su juventud junto a un discurso inteligente, hicieron que su toma de protesta despidiera a los asistentes al Palacio Legislativo con un halo de esperanza.
Es cierto, hubo todos los elementos de una corrida de toros; pero todo quedó claro: Fidel no dio la última capotada.
En sentido estricto –como se esperaba- Javier lanzó la primera y lo hizo bien…
Y el toro de Miura se quedó quieto: mirando el capote, observando la figura del nuevo rival y calculando el tamaño de la espada a la que se enfrenta desde ayer: un primer día de diciembre frío, rescatado por el calor de un gobernante que habló poco y sin figuras retóricas, pero se movió bien en el ajedrez de la política jarocha y nacional, ante dos frentes: el del PRI y la sucesión presidencial del 2012 y el del actual gobierno federal, encabezado por el michoacano que ha negado su apapacho al rinconcito donde hacen su nido las olas del mar…
Xalapa, Ver.- Uno, dos, tres, cuatro, cinco filtros de guardias, edecanes, operadores políticos, guaruras y políticos buscachambas…
Los gafetes eran la clave: si te tocó verde te amolaste, te quedabas con la “banda desempleada”; el gris te llevaba a los corrales de la ignominia y si portabas uno con bolita roja y tu foto con cara de influyente ya la habías hecho: tenías acceso al Recinto Legislativo.
Hubo colados sin gafete. Claro, estamos en México y en nuestro país una fiesta sin gorrones es como un arbolito de navidad sin esferitas.
Así lucían los momentos previos a la protesta de Javier Duarte de Ochoa como el nuevo Gobernador de Veracruz.
La hora indicada eran las 10:00 de la mañana.
“Para brindarle la atención que usted merece”, decía la invitación que llegó vía DHL, en un sobre amarillo, dentro de otro sobre blanco, dentro de otro sobre color ostión…¡Coño, y sin cheque
¿Pero quién podía levantarse temprano con el frío tan intenso que pobló Xalapa desde el martes?
Y si viajabas desde el Sur, quién diantres se podía dormir temprano con un viaje tan desastroso provocado por los damnificados de la Cuenca que bloquearon la autopista encabronados con la SEDESOL y su ineficacia…
El calor político elevará la temperatura, pensaba uno en el camino…
Serán tantos políticos y tantos mensajes juntos que el Congreso jarocho detendrá el frío, apostamos…
¡Pero qué va!
Había muchos grillos, sí, pero la mayoría sin chamba y Javier Duarte se aventó un discurso que provocó pocos aplausos -lo cual se entiende porque habló de trabajar por los que menos tienen, dijo que combatirá la corrupción y las obras concretas que anunció tienen que ver con educación, salud y pendientes que dependen del presupuesto federal como la autopista México-Tampico que pasa por Tuxpan, allá en el norte-. En fin, nada espectacular para la clase político-burocrática.
El evento inició con relativa puntualidad. No fue inglesa, pero fue puntualidad al final de cuentas.
Los diputados ya estaban en sus curules antes que todos los invitados especiales.
El único que llegó tarde fue Rogelio Franco Castán, el diputado del fraude de 500 mil pesos; según dicen sus detractores.
También llegó tarde Eduardo Andrade Sánchez, pero el famoso ex comentarista deportivo de Televisa allá por los años 70s. Arribó junto a Francisco Rojas González –el coordinador de los diputados federales del PRI- y Juan Nicolás Callejas, el mismísimo director en jefe de la Orquesta “Grillonica” de la Sección 32 de los maestros veracruzanos.
Lo de Rojas fue el preludio. El relevo de Fidel Herrera Beltrán prometía ser una corrida de toros de alto nivel, con ejemplares de Miura y público local y nacional…
Y así fue, corrida candente, de banderillas, de lanza a caballo y de espada con cortes de orejas y rabos.
La música, sin duda, con categoría de Opera: de la tensión al Crescendo; de la quietud al Molto Vivace…
Llegaron juntas Rosa Borunda y Karime Macías, mujeres de personalidad que roba cámara; de peso político específico que cuadra a todos y de un respeto, mucho respeto, inspirado por lo que ellas mismas son, por sí solas: inteligentes, preparadas, brazo derecho del que se va y de quien llega.
Envuelta en su cotón rosado, de trensas y luciendo canas hizo acto de aparición Beatriz Paredes Rangel, la jefa nacional del PRI; traía como su guarura oficial a “Tonicho”, el niño héroe de Minatitlán, el líder estatal del tricolor.
Aplausos -desde luego, entre los más sonados en la jornada- para las señoras Rosa y Karime y para Bety…
Finalmente arriba Fidel con un halo como de matador que se despide de la plaza y robando aplausos e intentos de “una llamadita en corto” de parte de quienes –insiste el reportero- lucen cara de inseguridad política; de desempleados políticos.
Dentro del recinto legislativo el ex gobernador también recibe cariño.
Allí están Manlio Fabio Beltrones, el hombre de la mirada que lo paraliza todo, hasta a las edecanes.
También Enrique Peña Nieto, “el gavioto”, el rival de Manlio y de Fidel para la grande del 2012.
¡Qué momento! El PRI, desde Veracruz, luce músculo.
Fuera del Palacio Legislativo muchas mantas, lonas por doquier que lucían como el chorrito de Cri-Cri, se hacían chiquitas y se hacían grandotas: todas del Sindicato Petrolero, de la sección 10, 11, 30, 47. ¡Ufff!
Llegaron unos cardenistas con playera, gorras y listos para la porra pero no los dejaron ni pasar: los petroleros coreaban todos los cantos de la güera contratada por Romero Deschamps y sus huestes para robar cámara en el evento político del momento.
Y claro, adentro, don Carlos recibiría el saludo muy cálido en el discurso oficial.
Y algunos aplausos: dos o tres, pero aplausos al fin, uno de Polo Torres, otro de Noé Hernández y el último de Jorge Wade, pero de algo a nada…
Pues, por ejemplo, a Víctor Flores le fue mal: un aplauso nomás se escuchó cuando lo mencionaron. Y no era ni siquiera de un ferrocarrilero, sino de su guarura que lo ayudó a entrar al acto.
Pero la tarde se la llevó la maestra, la mismísima Elba, la líder de líderes de los poderosos maestros, la rival del profe Callejas, la chiapaneca que no conoce la pobreza; Esther, la dueña de plazas y de reformas educativas, Gordillo, la saltimbanqui de la partidocracia mexicana.
El nuevo gobernador la mencionó, le dio mucho calor en su discurso, la trató como se debe hacer ante un animal político de ese peso, pero nada conmovió a los presentes.
Cuando Javier dijo “mi amiga, la maestra Elba Esther…se hizo el silencio.
Casi sepulcral.
Ni un solo dedo se movió.
Duarte se detuvo, alzó el rostro, hizo cara como de “no sean gachos, no me dejen solito con esta señora, aplaudan aunque sea un poquito”…
Pero no, se desconoce por qué, pero quedó la impresión de que a la dirigente nacional de los maestros todo mundo le tiene miedo, uno que otro se anima a enfrentarse con ella y muchos se hacen ricos a sus costillas y a todos los une un solo hecho: nadie la quiere…
En fin, esa fue la impresión del reportero.
Los momentos de Javier
El nuevo gobernador veracruzano entró por allí de las 11:15 horas, rodeado de un cuerpo de seguridad que hizo recordar al Miguel Alemán Velasco de años atrás…
Javier lucía nervioso o tal vez emocionado.
Pasó rápido junto a los corrales de la ignominia: el de los periodistas y el de los políticos desahuciados.
Lanzó un guiñó a la única cámara del reportero vivaz que lo atrapó segundos antes de su protesta.
A lado suyo caminaba la chaparrita Georgina Kessel, Secretaria de Energía en el país y representante del Presidente Felipe Calderón.
Afuera y adentro de la sede de los diputados Georgina y Javier dieron muestras de conocerse bien, de caerse bien y confirmaron lo que se ha dicho durante las últimas semanas: Duarte trabajará en cercanía política con Felipe Calderón.
Los Pinos parecen prender luces coquetas hacia la Plaza Lerdo y la tierra jarocha parece dispuesta a recibir bien el apapacho y ser recíproca…
!Buena señal!
Sobre todo con el canijo frío que nos pegó entre martes y miércoles…
¡Ah pa´frío, verdá de Dios!
Dentro del Recinto, Javier abraza a Fidel, arranca más aplausos para su antecesor y suelta un discurso que gustó a todos aquellos cuya chamba no depende del gobierno estatal –la minoría de los presentes, desde luego-.
Educación, salud, infraestructura y seguridad, los ejes de las palabras duartistas.
Todas con sobriedad, con mucho tacto y con pocos aplausos pero con buena recepción.
Muy concreto en su discurso el nuevo gobernador.
Con mejor voz, también.
Al final, seguía con la emoción y parecía menos nervioso.
A medio discurso, Javier se detiene, voltea al costado y hace la señal abierta de que necesita agua…
Se la traen, menciona a los invitados que fueron llegando tarde como los gobernadores de Yucatán y Sinaloa y casi llora cuando se refiere a su esposa, sus hijos y su madre, allí presentes.
Junto a Fidel Herrera Beltrán, Javier Duarte de Ochoa luce como un muchacho.
Un muchacho sano, por cierto.
Y esa condición: la de su juventud junto a un discurso inteligente, hicieron que su toma de protesta despidiera a los asistentes al Palacio Legislativo con un halo de esperanza.
Es cierto, hubo todos los elementos de una corrida de toros; pero todo quedó claro: Fidel no dio la última capotada.
En sentido estricto –como se esperaba- Javier lanzó la primera y lo hizo bien…
Y el toro de Miura se quedó quieto: mirando el capote, observando la figura del nuevo rival y calculando el tamaño de la espada a la que se enfrenta desde ayer: un primer día de diciembre frío, rescatado por el calor de un gobernante que habló poco y sin figuras retóricas, pero se movió bien en el ajedrez de la política jarocha y nacional, ante dos frentes: el del PRI y la sucesión presidencial del 2012 y el del actual gobierno federal, encabezado por el michoacano que ha negado su apapacho al rinconcito donde hacen su nido las olas del mar…
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