Columna: Déjame que te cuente…
Por Sergio M. Trejo González
Dijeran por ahí: “No es chingar por chingar”, o dicho de otra manera: “No se trata de joder por joder”, término más ad hoc. Tampoco es cosa de choreadas lingüísticas. No vamos aquí a definir lo que de verdad es joder ni chingar, porque tendríamos que decir que chingar es algo que va de molestar hasta ese ejercicio mañanero, y joder es… sentirse bien por las mañanas o que jolines mola, vaya, esto es un artículo serio, vamos mejor a ver de dónde viene este escándalo que se viene corriendo, por el arribo de un par de visitantes que viene en pleno bicentenario a protagonizar una especie simulacro de conquista, según opinión de algunos ciudadanos y funcionarios. Abordo el tema con la flojera que me producen los asuntos palaciegos, tan grande como la que se trae nuestra güerita consentida, Regina Vázquez. Tanta que no ha tenido tiempo para pensar en decidir por el nuevo secretario del honorable; debe andar la alcaldesa, seguramente, ocupadísima, revisando los planos del auditorio aquel que “muy en serio” se comprometió a construir, para alimento de mi egolatría. Me encamino entonces, mejor, al chisme que se llevan y se traen por el parque y “la casa del pueblo”, referente al arribo de un personaje que me describen como “metrosexual, de cabellera oxigenada y pelo en pecho”, colega de aquel catalán avecindado en este lugar, de apellido Parellada, con quien combinamos, alguna vez, algunos cantares en la bohemia exquisita. Se dicen de este supuesto descendiente de Cortés, cosas que en realidad nadie sabe, de dónde viene o para donde se encamina ese demoledor arquitecto, que anda por estos lares en un rollo de rescate y conservación de edificios y aspectos urbanos, algo muy delicado para nuestro pueblo donde la tradición y la cultura se unen considerando que la subsistencia del patrimonio es algo verdaderamente esencial. Huelga decir que Acayucan es en principio hospitalario, demasiado a veces, y nos caracteriza la bondad y complacencia a todo aquel que quiera conocer y visitar nuestros rincones y reflejos folklóricos, es por ello que debemos centrar nuestra atención en mantener lo que nos han legado los hábitos. Cierto es que en tiempos pretéritos no se tenía una clara concepción de la necesidad de preservar tales aspectos, tanto que hemos sido testigos del derrumbe y aniquilación de corredores y vestigios importantes, y medio ambiente, sin rubor y sin idea; pero de un tiempo para acá se comenzó a orientar a la gente, sobre la importancia de la conservación del patrimonio inmueble y vemos con agrado esta misión y bella tarea de reconstruir, en lugar de destruir, lo hermoso del antepasado histórico. La preocupación, llega a tales dimensiones que hasta los ediles, que en condiciones normales, respaldan las decisiones de la alcaldesa han tomado parte. Otros continúan llevándosela capulina, en la milonga y la dulce far niente, aprovechando los tres meses que les quedan en la ubre. Dos, tres o cuatro regidores, Roberto Peña, Wilka Aché, Juan Cabrera y Romero Céspedes, ¡ah! y Pinto, que entre sueños alzó la voz, hoy se fajan el overol de representantes de nosotros, para enfrentar a un señor que responde al nombre de Daniel Saenz, colaborador cercano en turno, luego de esa larga fila de asesores, que mal sabor de boca han dejado (recuérdese a un Davis Maslum, que tuvo la ocurrencia de colocar una aduana a la entrada de palacio, cuyo vestigio ahí está: Un escritorio empolvado que ha servido para absolutamente nada). De este Daniel Saenz se ha venido diciendo infinidad de cosas y se le pone en la boca infinidad, también, de agravios a los periodistas locales, a quienes se dice viene señalando de retrógradas e ignorantes. Su razón debe tener para expresarse de tal manera, si es que lo señala en esa forma pero debe, le sugeriría, que fuera mesurado y ecuánime: “El pez por la boca muere”. Dicen que dice, que sus tareas son a título gratuito, que no devenga salario alguno y que lo hace por su vocación de rescate de obras clásicas. Trabajar sin sueldo que me parece de muy mal gusto e injusto, pues atenta a los principios elementales de nuestra legislación laboral. Habría que concederle el beneficio de la duda a su buena fe, hasta que alguien nos demuestre lo contrario, o nos enteremos quien paga su estancia y su trabajo, pues resulta menester indicar que el tipo no viene solo, lo acompaña una dama, señalada como tallerista, de quien, cuentan, se encargó de cantar los himnos nacionales de algún país, en la famosa instalación de unas oficinas consulares hace una semana, donde por cierto hubo invitaciones discriminatorias y elitistas. Eso sí me consta porque resultó muy selectiva la convocatoria a las fuerzas vivas; tanto que se lastimó la sensibilidad de algunos que intentaron saludar al gobernador. Eso puede que no sea responsabilidad de tal “Dúo dinámico”, entendemos eso de la logística y el protocolo.
Llama la atención esas publicaciones, donde se aplica con insistencia, el término: Gachupín, al mencionado Daniel; empero tal epónimo, derivado de un apellido Hidalgo español septentrional parece que es resultado de cierta clase social relativamente alta, caricaturizada como prepotente. No creo que sea para tanto. Como chascarrillo soporto, y me carcajeo, de que por idea de ese tal David habrán de sustituirse las charreadas por corridas de toros o que tendremos que bailar al ritmo de la jota aragonesa que nos toquen.
En serio que estoy bastante lejos, de ideas de que una persona es "buena" o "mala" por su forma de comportarse, no por el color de su piel o sus peculiaridades culturales. Vivimos un bicentenario, que no es otra cosa que doscientos años de aquella lucha independentista, donde peninsulares y criollos se dieron en la madre, acompañados por mestizos que coreaban confundidos: ¡Mexicanos, Viva México!, ¡"Viva la Virgen de Guadalupe"!, ¡Viva Fernando VII! Y ¡Muera el mal gobierno!.. Hasta la fecha se preguntan mis paisanos si tal gesta fue por la emancipación o por los cotos de privilegio. Cualesquiera que haya sido los motivos aquellos, nadie se olvide que entre nosotros habitan otros españoles con su Ius sanguinis y Ius soli, que han desarrollado en nuestra ciudad labores encomiables, familias respetables que no merecen se confundan tales menciones peyorativas. Agachón no soy, chauvinista tampoco, si debemos discutir acciones o agravios del señor Daniel, habría primero que cuestionarlo, con exigencia acerca de su proyecto, para que su patrona, doña Regina Vázquez, precise al cabildo, la presencia de un empleado y sus atribuciones. Sin xenofobia ni malinchismo… “hay mucha espiga en las eras para linchar solo a uno” o dos, por lo que se refiere a la mezzosoprano que lo acompaña; no creo que deba hacerse eco del aborrecible sentimiento patriotero. He escuchado y leído argumentos disímiles. Aunque en lo personal no considero que la condición de extranjero inhabilite a Daniel Saenz Cortz para sus quehaceres. Creo que su caso, por obvias razones, requiere del más diáfano esclarecimiento. Quizá debiéramos enfocar este asunto por el lado de la dualidad de funciones que desarrollan esta pareja. Habría que proponer el cese del director de Obras Públicas por inepto o la destitución del Director de la Casa de la Cultura, si no cumple con el perfil adecuado. El manejo o conducción de las obras y las actividades artísticas no es tarea de improvisados. Tal vez por eso no han nombrado al secretario del ayuntamiento. Digo, salario es dinero y dinero que no es bien gastado es capital tirado a la basura. Regina es muy lista y seguramente que el señor Daniel y compañía, podrían fácilmente sustituir a 4 o 5 inútiles de los que abundan en ese palacio, que por cierto todavía se gotea. Si se trata de contratar personal con ideas, talento y eficacia, que desarrolle el trabajo de muchos, habría que apoyar a nuestra alcaldesa para que corra un poco de empleados que no aportan nada. En comunicación social vendría bien una limpia, otra poda en la recepción, en comercio y en otras guaridas donde aparte de mover los traseros, pa´malhaya sirven.
Es absolutamente deseable que los acayuqueños seamos dueños de nuestro destino político y económico y que el beneficio se desprenda del ayuntamiento llegue a quienes más lo necesitan sin afectar valores intrínsecos en lo que a instituciones, costumbres y tradiciones se refiere. Sin improperios ni calumnias, que nos expliquen lo que anda realizando ese personal extraño, cuál es el plan, por qué disponen en el parquecito y en el palacio y por supuesto: Cuánto le cuesta a las arcas…nomás.
Llama la atención esas publicaciones, donde se aplica con insistencia, el término: Gachupín, al mencionado Daniel; empero tal epónimo, derivado de un apellido Hidalgo español septentrional parece que es resultado de cierta clase social relativamente alta, caricaturizada como prepotente. No creo que sea para tanto. Como chascarrillo soporto, y me carcajeo, de que por idea de ese tal David habrán de sustituirse las charreadas por corridas de toros o que tendremos que bailar al ritmo de la jota aragonesa que nos toquen.
En serio que estoy bastante lejos, de ideas de que una persona es "buena" o "mala" por su forma de comportarse, no por el color de su piel o sus peculiaridades culturales. Vivimos un bicentenario, que no es otra cosa que doscientos años de aquella lucha independentista, donde peninsulares y criollos se dieron en la madre, acompañados por mestizos que coreaban confundidos: ¡Mexicanos, Viva México!, ¡"Viva la Virgen de Guadalupe"!, ¡Viva Fernando VII! Y ¡Muera el mal gobierno!.. Hasta la fecha se preguntan mis paisanos si tal gesta fue por la emancipación o por los cotos de privilegio. Cualesquiera que haya sido los motivos aquellos, nadie se olvide que entre nosotros habitan otros españoles con su Ius sanguinis y Ius soli, que han desarrollado en nuestra ciudad labores encomiables, familias respetables que no merecen se confundan tales menciones peyorativas. Agachón no soy, chauvinista tampoco, si debemos discutir acciones o agravios del señor Daniel, habría primero que cuestionarlo, con exigencia acerca de su proyecto, para que su patrona, doña Regina Vázquez, precise al cabildo, la presencia de un empleado y sus atribuciones. Sin xenofobia ni malinchismo… “hay mucha espiga en las eras para linchar solo a uno” o dos, por lo que se refiere a la mezzosoprano que lo acompaña; no creo que deba hacerse eco del aborrecible sentimiento patriotero. He escuchado y leído argumentos disímiles. Aunque en lo personal no considero que la condición de extranjero inhabilite a Daniel Saenz Cortz para sus quehaceres. Creo que su caso, por obvias razones, requiere del más diáfano esclarecimiento. Quizá debiéramos enfocar este asunto por el lado de la dualidad de funciones que desarrollan esta pareja. Habría que proponer el cese del director de Obras Públicas por inepto o la destitución del Director de la Casa de la Cultura, si no cumple con el perfil adecuado. El manejo o conducción de las obras y las actividades artísticas no es tarea de improvisados. Tal vez por eso no han nombrado al secretario del ayuntamiento. Digo, salario es dinero y dinero que no es bien gastado es capital tirado a la basura. Regina es muy lista y seguramente que el señor Daniel y compañía, podrían fácilmente sustituir a 4 o 5 inútiles de los que abundan en ese palacio, que por cierto todavía se gotea. Si se trata de contratar personal con ideas, talento y eficacia, que desarrolle el trabajo de muchos, habría que apoyar a nuestra alcaldesa para que corra un poco de empleados que no aportan nada. En comunicación social vendría bien una limpia, otra poda en la recepción, en comercio y en otras guaridas donde aparte de mover los traseros, pa´malhaya sirven.
Es absolutamente deseable que los acayuqueños seamos dueños de nuestro destino político y económico y que el beneficio se desprenda del ayuntamiento llegue a quienes más lo necesitan sin afectar valores intrínsecos en lo que a instituciones, costumbres y tradiciones se refiere. Sin improperios ni calumnias, que nos expliquen lo que anda realizando ese personal extraño, cuál es el plan, por qué disponen en el parquecito y en el palacio y por supuesto: Cuánto le cuesta a las arcas…nomás.
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