Columna: Déjame que te cuente…
Por Sergio M. Trejo González
Interrumpo la intención que traigo sobre algunas semblanzas del pretérito Acayucan, esas que ayudan a recuperar la memoria como práctica social en la que deben participar las mayorías, para reiterar algo que ya habíamos comentado respecto a un auténtico rescate de nuestro Palacio Municipal. Hace algún par de años se corrió el rumor, digo así porque todo en el ayuntamiento suena a murmullo, de una tarea de rescate de nuestro inmueble principal, gestionada ante el INAH. Así opera nuestra autoridad municipal: Reparan la salida a Coatzacoalcos, parchan el circuito vial, anuncian un ciclo pista o instalan nuevos y modernos juegos infantiles, con mucha publicidad pero ninguna información concreta. Nunca proporciona, Regina ni Cía., características o descripción de las obras, ni proporcionan sumas o cantidades invertidas. Algunos periodistas e investigadores políticos buscan afanosamente las cifras de inversión en el informe anual del municipio pero ¡nada! Nunca dicen de a cuanto se gasta en las acciones nuestro ayuntamiento. Deveras que hasta me aburre reiterar y machacar sobre tal estilo de gobierno; empero una persona me formula este encargo, quizás con la esperanza y sueño de que en la anunciada visita del Gobernador a esta ciudad el próximo viernes, Don Fidel Herrera pueda palpar la inquietud de muchos vecinos de nuestra ciudad para que se realizara un sortilegio o conjuro que pudiera cambiar el rumbo de nuestro pueblo. Cumplo pues la encomienda de algo que en lo personal considero ocioso por el momento, toda vez que el pasado 4 de julio se perdió la oportunidad de cambio alguno, al menos por otros tres años. Perdón por el desencanto pero creo que solo nos queda esperar que Fabiola tenga piedad de nosotros o que Sofía, la hermana menor de Las Vázquez Saut, diga ¡no! a continuar con la monarquía que prevalece. Pero ya me salí del tema del Palacio Municipal, que resulta mi pretensión para hacer notar que aunque le están dando otra cheinada en vísperas de la inminente inauguración de unas oficinas que albergarán, en nuestra casa del pueblo, o residencia familiar, como a usted le parezca mejor, a ciertas dependencias de las hermanas repúblicas centroamericanas. La verdad ni me interesa que vengan a nuestra ciudad a instalarse dependencias de tal calibre, porque solo servirán para exhibirnos como pueblo runcho y dejado, que todo lo decora como escenografía de desarrollo. Tan insignificante somos que el propio Gobernador nos dejó como novias de rancho, desde hace seis años, cuando nos prometió una Unidad Deportiva que ha quedado ya en la historia de nuestra ciudad como auténtica burla. Ahí se guarda una mampara donde consta el compromiso incumplido de Don Fidel Herrera Beltrán. Si viene a visitarnos o deja de venir en realidad a los vecinos muy poco nos importa, dada su tarea política acendrada que se destaca por su permanente proselitismo en el estado, algo inédito en la historia del país.
Sino fuera por el desempeño de las fuerzas vivas que en sus organismos dejan a salvo el buen nombre de Acayucan, con intercambios culturales y representaciones decorosas que nuestra ciudad tiene en sus gentes, diría que pocas cosas que se hacen vale la pena observar.
Pero bien, ya en la novela de la pintarrajeada a marchas forzadas que se realiza en el Palacio, se debe significar que cuando menos le pongan vidrios a las ventanas, arreglen el tejado del lado poniente del inmueble, y que limpien toda la maleza que predomina y despunta por techos, paredes y rincones, comenzando con ese arbolillo que frente al balcón de la tesorería se desarrolla muy bien alimentado, con tanta agua que se irriga por todas partes como humedad y filtración. 17 Cubetas, contaditas, se instalan en los corredores de la planta alta, cada vez que llueve para cachar las goteras; otras 6 macetas se colocan en la regadera del edificio cuando chorrea el vital líquido, para que las plantas de ornato se nutran adecuadamente y 25 personas del sindicato de empleados, la mayoría, se aplican a escurrir, secar y trapear los departamentos que resultan afectados por inundación: Registro Civil, Asociación Ganadera y Comisión Federal de Electricidad, entre otros locales tienen que suspender actividades por horas cada vez que llovizna. Es indignante que no exista un programa serio y decente para rescatar, del abandono y la suciedad, a nuestro Palacio Municipal, obra arquitectónica construida en tiempos del Presidente Miguel Alemán Valdés, orgullo de los Acayuqueños que solamente llama la atención del cuerpo edilicio cuando viene a visitarnos Don Fidel Herrera. Es vergonzoso que se nos engañe con una pintada hasta del piso del patio central, con pinturita débil e inconsistente, por no decir corriente, que con una gotera o con una ligera humedad se desmancha. Pero más humillante para el pueblo resultan las cantidades que deben manejarse por cada arbolito navideño, rosquita de reyes o payasitos para el niño, por cada obrita inconsistente o jueguitos frágiles o caminito disparejo o coloreadita inocua que cuesta un ojo de la cara, con cargo a quienes ni para un mendrugo de pan tienen: El pueblo.
Sino fuera por el desempeño de las fuerzas vivas que en sus organismos dejan a salvo el buen nombre de Acayucan, con intercambios culturales y representaciones decorosas que nuestra ciudad tiene en sus gentes, diría que pocas cosas que se hacen vale la pena observar.
Pero bien, ya en la novela de la pintarrajeada a marchas forzadas que se realiza en el Palacio, se debe significar que cuando menos le pongan vidrios a las ventanas, arreglen el tejado del lado poniente del inmueble, y que limpien toda la maleza que predomina y despunta por techos, paredes y rincones, comenzando con ese arbolillo que frente al balcón de la tesorería se desarrolla muy bien alimentado, con tanta agua que se irriga por todas partes como humedad y filtración. 17 Cubetas, contaditas, se instalan en los corredores de la planta alta, cada vez que llueve para cachar las goteras; otras 6 macetas se colocan en la regadera del edificio cuando chorrea el vital líquido, para que las plantas de ornato se nutran adecuadamente y 25 personas del sindicato de empleados, la mayoría, se aplican a escurrir, secar y trapear los departamentos que resultan afectados por inundación: Registro Civil, Asociación Ganadera y Comisión Federal de Electricidad, entre otros locales tienen que suspender actividades por horas cada vez que llovizna. Es indignante que no exista un programa serio y decente para rescatar, del abandono y la suciedad, a nuestro Palacio Municipal, obra arquitectónica construida en tiempos del Presidente Miguel Alemán Valdés, orgullo de los Acayuqueños que solamente llama la atención del cuerpo edilicio cuando viene a visitarnos Don Fidel Herrera. Es vergonzoso que se nos engañe con una pintada hasta del piso del patio central, con pinturita débil e inconsistente, por no decir corriente, que con una gotera o con una ligera humedad se desmancha. Pero más humillante para el pueblo resultan las cantidades que deben manejarse por cada arbolito navideño, rosquita de reyes o payasitos para el niño, por cada obrita inconsistente o jueguitos frágiles o caminito disparejo o coloreadita inocua que cuesta un ojo de la cara, con cargo a quienes ni para un mendrugo de pan tienen: El pueblo.
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