lunes, 10 de agosto de 2009

COLUMNA: CON RUMBO AL SUR


¡POR ACAYUCAN, VAMOS JUNTOS…!

Por Angel Gabriel FERNANDEZ

La ociosidad es la madre de todos los vicios.
No hacer nada físico atrofia los músculos.
No hacer nada intelectual, no pensar, atrofia el cerebro.
No tener trabajo provoca, además de la desesperación y el estrés, la ruina económica.
Dicen que al cuerpo hay que alimentarlo física, mental y espiritualmente. Hacer de vez en cuando ejercicio, leer, pensar, estudiar y obviamente tratar de estar en comunión con Dios.
Pero estar en un palacio municipal y no hacer nada, es un vil atentado contra el pueblo.
…Peor aún, la “casa del pueblo” está convertida en un gran puesto ambulante, en un tianguis, en casino, en caber café ”de a grapas” y por si fuera poco, en una gigantesca rockola.
El orden sólo se ve cuando aparece, de repente, la alcaldesa Regina Vázquez; también cuando se anuncia la llegada del Gobernador (lavan y pintan el palacio).
EL CASINO, LA ROCKOLA, EL CYBER
Ojos que ven, corazón y que siente y se indigna:
Por compromisos políticos, las oficinas de los regidores están abarrotadas de “auxiliares”. He intentado contarlos, pero francamente no he podido.
Lo siguiente es lo que se ve, pero dicen que aparte de los auxiliares que siquiera tienen la vergüenza de ir a trabajar, hay otros que sólo aterrizan los días 15 y 30 de cada mes.
A uno de ellos (al que le venga el saco, que se lo ponga) dicen que le preguntó su papá:
--Hijo, ¿te gustaría ser aviador cuando seas grande?.
El chiquillo contestó:
---“No papá, yo no quiero cobrar sin trabajar…”.
Bien. Va la lista de la vergüenza.
En la planta baja del palacio está la regidora Ana María Azotla, perredista ella. Su oficina se ha ido quedando sola por su mal carácter, pero tenía, fácilmente a 4 auxiliares. Eso sin contar a su sobrino y a su hijo que llegan a “echarle la mano” con lo de la CURP. Claro, necesita muchos auxiliares porque raramente la edil se aparece en el palacio.
Arriba, empezamos con Norma Pulido Cano. Cinco son sus auxiliares, además de una empleada de base. Ahí es la pura vida: huele a café, hay galletitas y se escucha música grupera. No trabajan porque no hay trabajo que hacer. Así de cómodo.
El regidor Roberto Peña también tiene sus auxiliares, pero a éstos sí les conviene salir a chambear porque tienen que corretear a los ambulantes.
De los más modestos, con pocos auxiliares, es el regidor César Pinto.
El regidor José Luis Romero Céspedes tiene dos o tres auxiliares, puras damas jóvenes, pero sinceramente no las necesitaría, porque su estancia en el palacio es tan, pero tan breve, que con un empleado esporádico sacaría la chamba.
Pero hay un caso más especial: el del regidor, músico y profesor Juan Manuel Cabrera. Este tiene por ahí sus auxiliares, pero para qué, es el edil más faltista. Si tuviera que checar tarjeta, ésta estaría limpiecita, sin marcas de que se hubiera presentado a trabajar. Es una lástima que la computadora y el clima están en esa oficina, nadie los ocupa. Nadie, en sí, ocupa la oficina. Pero como la ignorancia es atrevida, el edil Juan Manuel Cabrera todavía se atreve a decir que “está en la lista para la diputación local”. Por favor, señor regidor, no agreda la inteligencia de los acayuqueños electores, mejor tómese una foto y póngala en su oficina para que la gente lo vea. Juan Manuel Cabrera se parece a los patos: esos animalitos corren, nadan y vuelan, pero ni pueden correr rápido como una liebre, ni pueden nadar como un delfín y no pueden volar como un águila. Todo lo hacen a medias.
La regidora Concha González tiene su pequeña oficina con 3 ó 4 auxiliares. Poca es la chamba.
A quien se le ve poca gente es al síndico Andrés Ramírez. Éste, al contrario, sí los necesitaría, porque como es poco apto para cuestiones administrativas o políticas, se le ha visto cargando sillas y mesas y acarreando refrescos. El síndico sí atiende el consejo ese de que el que
Quiera ser hombre derecho, que se enseñe a mirar su nivel, sin talento no busques grandeza, porque nunca la vas a tener.
En el palacio se ha visto a empleadas jugar dominó, “bajar” y escuchar música de Internet o jugar con las computadoras.
No hay trabajo en las oficinas de los regidores acayuqueños, pero hay muchos empleados.
Eso demuestra que a Acayucan la crisis le da risa.
ENCHILADAS, ENMOLADAS, TOSTADAS, AGUAS
El platillo fuerte --literal y realistamente hablando—me lo guardé para lo último.
El palacio municipal es la más céntrica fonda o antojería. Se vende antojitos para todos los gustos y presupuestos. Dan fiado, incluso.
Hay una señora que, tratando de ganarse la vida honestamente, eso sí, recorre oficinas públicas vendiendo comida. Trae su “diablito” y a veces se queja de que algunos tragones y abusivos no le pagan a tiempo.
Pero la gran novedad es que en una oficina pública ya se instaló un “restaurantito”. Venden de todo: empanadas, enchiladas, tortas y hasta cocteles de camarón. Hay agua de jamaica y de horchata. Sin pudor, la honesta mujer --que también trata de ganarse la vida por la buena, pero llenándoles la panza a quienes se supone que van al palacio a trabajar--, instala sus mesas, hay sillas, termos con agua y cacerolas para los manjares.
Como en la canción “el restaurantito”: “Hay chilaquiles, hay sopas, con mole, qué gustan señores, estoy pa’ servir a usted…”.
Todo…todo en el palacio.

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