domingo, 12 de julio de 2009

CON RUMBO AL SUR


SANGRE PRISIONERA
Por Angel Gabriel FERNANDEZ

“Hacen de su Dios el dinero
Y a lo hijos que tanto quieren
Los hacen carne de prisión.
De qué les sirve el dinero si terminan limosneros
Mendigando por sus hijos compasión…”.

Los que secuestraron y mataron al niño Kike son casi unos chamabos imberbes.

Son jovenzuelos desorientados que por amor al dinero demostraron estar dispuestos a hacer de todo, incluso a convertirse en criminales.

Algunos se creen muy jóvenes para pensar.

Otros son muy jóvenes para morir.

Estos eran muy jóvenes para matar.

La región de Acayucan es “pródiga” en casos de delincuencia juvenil. Salen vivillos desde chiquillos. De la cuna brincan a la cárcel.

Los delincuentes juveniles, cabe recalcarlo, son salidos de los barrios, de las colonias. Son hijos de padres drogadictos o alcohólicos o de madres prostitutas, pero casi todos con un denominador común: hijos de la pobreza. Aunque –también debe señalarse— la pobreza no es pretexto para ingresar a las negras filas de la delincuencia. Hay jóvenes a los que no les espanta la pobreza porque pobre siempre han sido. Los que caen en las redes de la delincuencia lo hacen por ambición. Cuando la ambición crece, el hombre decrece.

CUESTION OLVIDADA

En Acayucan fue célebre un caso de delincuencia, de homidicio de jóvenes. Los juniors se volvieron matones. No lo viví, pero cumplo con contarlo tal como lo cuenta la gente:
Los junior salieron de una fiesta; contaminados por el humo del cigarro –dicen que se esos cigarros verdecitos con que despiden un olor a petate quemado— y por las gotas del alcohol, se llevaron a una conocida jovencita allá por el rumbo de La Salle. La mujer apareció violada y muerta. Uno o algunos de los juniors fueron detenidos.
Hoy por hoy, el caso es cuestión olvidada en Acayucan. La gente bien lo olvidó, pero el recuerdo popular sigue ahí, punzante.

“LA LIJA”, APRENDIENDO A MATAR

“Cómo me duele ver mi sangre prisionera
Como una fiera caminar por el penal…”

Era un chamaco como de 12 años. Flaquito, endeble. Comenzó haciendo pequeños robos en su casa, luego se metía a las casas de sus vecinos. Vivía en la colonia Revolución de Acayucan cerca del camino a Ixmegallo. Le decían “La Lija”.
A los 13 años hizo su debut en prisión. A los mismos 13 años entró por la puerta grande de la delincuencia: participó en la muerte de un hombre, a garrotazos. A los 13 años era todo un matón, pues.

No se trata de la apología de “La Lija”. Se trata de narrar cómo un chamaco se convirtió en criminal.
En una ocasión el chamaco en mención fue detenido por un jefe policiaco de la ciudad, quien a base de coscorrones le pedìa que dejara de “hacer su desmadre” porque de lo contrario iba a terminar en el reclusorio. El policía se convirtió en profeta: “La Lija” terminó en la cárcel. Sus 15 y 18 años, la edad de las ilusiones y la mayoría de edad, los pasó tras las rejas.

“KING KONG” MATO A SU HERMANO

A éste le decían el “King Kong”. Vivía en el barrio Segundo de Villa Oluta.
Era un chamaco (apenas cumplidos los 18 años) muy desorientado, ya andaba en esas ondas del thíner y resistol. Se notaba que hacía ejercicio porque era de complexión un tanto musculosa. Era moreno. De ahí el apodo de “King Kong”.
Dicen que era el jefe de la banda. Cuando se emborrachaba asustaba a sus vecinos. Le daba por meterse a casas ajenas.
Un día el dueño de un rancho ubicado por el basurero, rumbo a Texistepec, reportó que a su propiedad se había introducido un grupo de chamacos malosos, encabezados por “King Kong”. La Policía Municipal acudió al lugar, donde “King Kong, el jefe de los chamacos malosos, yacía cerca de un arroyo, debajo de un frondoso árbol, degustando un cigarrillo. La policía lo conminó a retirarse porque ese era una propiedad privada.

“King Kong”, sin camisa, fue directo a donde estaba el Comandante, a quien le dijo:
--Comandante, tiene tiempo quiero darme con Usted un tirito. Se refería a una pelea a puño limpio.
El Comandante –que en ese tiempo era joven—sin esperar la emprendió a cachetadas contra el irrespetuoso y vándalo chamaco. Fue la madre de todas las cacheteadas. La misma recomendación que a “La Lija”: "King Kong, si no te compones, terminarás en la cárce".

Dos años más tarde, en el barrio Segundo de Villa Oluta hubo un alboroto. Los vecinos estaban asombrados mientras colocaban la carpa para el velorio. Una madre lloraba al pie de su hijo acuchillado. Un jovenzuelo, medio borracho o medio drogado, iba rumbo a prisión.
El “King Kong” había acuchillado y matado a su hermano menor.
Cuando el homicida de su hermanito fue trasladado a la Inspección General de Policía de Acayucan, fue entrevistado por un reportero, a quien le dio detalles de cómo en ese loco día mató a su hermano.
Cuando terminó la entrevista, el King Kong dijo:

--Jefe, tenía razón cuando me dijo que me compusiera o que terminaría en la cárcel. Aquí estoy.

El chamaco oluteco fue sentenciado a 25 años de prisión. Pasa sus días y sus noches en el reclusorio de Acayucan. Está solo, sin su hermanito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario