•“Traía el gusano del periodismo metido en la piel”: su
esposa
•De su trabajo de taxista financia el periódico “La Unión” y
lo regala
•Viven en una colonia irregular de Medellín
•La familia jala el agua de un pozo artesanal, que prestan a
los vecinos
•Estudió Derecho en el Sistema Abierto
•“Sus mayores pasiones: el periodismo y ayudar a la gente”
Ignacio Carvajal | blog.expediente.mx
Quienes lo conocen saben el sueño de Moisés Sánchez: que su
diario, La Unión, se convierta en un importante medio de comunicación en El
Tejar, Puente Moreno, Arboleda San Ramón y todos los pueblos de Medellín de
Bravo.
Hasta hace unos 20 años Medellín de Bravo era conocido por
sus tamales, sus ladrillos de barro y la importante producción de mango.
Pasaron los años y los mangales fueron derribaros y esas tierras
comercializadas a grandes firmas inmobiliarias para dar paso a uno de los
desarrollos habitacionales más importantes del estado.
Hoy Medellín es uno de los municipios que registra más alza
en su población (59 mil mil habitantes en 2010, INEGI) por el alto número de
nuevos fraccionamientos y colonias populares.
Moisés lo sabía y vio en esa creciente población -en su
mayoría venidos de otros municipios- una oportunidad de posicionarse con su
información.
Su familia cuenta que lleva más de 30 años en Medellín
(aunque nació en el puerto jarocho); pero invariablemente se veía limitado a
tirar más diarios porque era un reportero pobre.
“Moy sacaba el diario cada que podía, se puede decir cada
vez que Dios quería, porque como lo regalaba y todo lo que ganaba extra lo
mandaba al diario, la verdad, no había ingresos” contó su esposa, María Ordóñez
Gómez.
Cuando ella conoció a Moy (actualmente de 49 años de edad,
nacido un 29 de agosto) ya traía el gusano del periodismo metido en la piel.
Después de casados inició La Unión: “Primero sacaba una hoja o dos y allí
andaba, repartiéndolas al pueblo. Ya después lo fue mejorando para hacerlo en
papel más grande y con más páginas”.
Pero más que el periodismo -explicó- era una necesidad por
darle voz a la gente con los problemas sociales tan constantes en Medellín de
Bravo.
“No tiene idea del número de diarios que tiraba cuando
contaba con recursos, sólo sé que siempre se ponía triste porque no le
alcanzaba para repartir hasta donde quería abarcar, mucho menos para hacerlo de
manera constante”.
El activista y reportero desaparecido tiene su domicilio en
una colonia irregular en Medellín de Bravo, en las goteras de El Tejar.
La colonia Gutiérrez Rosas, de El Tejar, ejemplifica el
subdesarrollado humano en Medellín. Entre calles moteadas de charcos y manadas
de perros abandonados por sus dueños entre una exuberante vegetación típica de
la cuenca baja del Río Jamapa, Moisés Sánchez desgastaba las suelas de los
zapatos detrás de la noticia.
Moisés, al igual que la población, no cuenta con agua
potable y la debe sacar de un pozo artesanal el cual presta al resto de
vecinos.
En contraste, en El Tejar opera una planta potabilizadora
(construida en los tiempos de Porfirio Díaz ) que capta el agua del Jamapa y la
mayor parte la manda a Boca del Río y Veracruz; para Medellín es lo menos… lo
menos.
Ese era uno de los temas recurrentes en al conversación con
Moisés Sánchez: la injusticia de Veracruz y Boca del Río contra Medellín.
“Te invito a cubrir una protesta contra el alcalde de
Medellín, Omar Cruz, del PAN, por haber incumplido su palabra de darle trabajo
a las personas de Medellín en su gabinete, ya que contrató a puros de Veracruz
y Boca” comentó Moisés alguna vez a este redactor.
En su momento Moisés Sánchez reprochó lo mismo al anterior
alcalde, Marcos Isleño; a éste más pues ni siquiera vivía en el municipio,
contaba con vivienda en el fraccionamiento Costa Verde (de clase media alta) de
Boca del Río. Para finales de su trienio Marcos Isleño se presentaba con menos
frecuencia a su oficina y cuando iba ingresaba y salía por una ventana del
palacio, pues en la entrada siempre había ciudadanos a su espera para darle
peticiones o pedirle servicios para sus colonias.
Para complementar su ingreso Moisés Sánchez maneja un taxi
de placas rentadas, también cuenta con una tienda de abarrotes mal surtida y un
montón de deudas, reconoce su hijo, Jorge Sánchez.
“Su mayor pasión es el periodismo y ayudar a la gente”,
remacha, y recuerda que su papá estudió Derecho en el sistema abierto; pero no
se tituló.
Moisés no cuenta con estudios sobre Ciencias de la
Comunicación o periodismo. Lo que sabe lo ha aprendido en la calle, platicando
con otros colegas o simplemente analizando los diarios.
En el puerto de Veracruz y Boca del Río común era que Moisés
facilitara fotos y datos a periodistas locales: “Si mi papá no ponía su nombre
en esos medios, los reporteros saben quién les pasaba la información porque él
era una especie de colaborador con muchos de Veracruz. Siempre que pasaban
cosas al primero que le llaman es a papá” dice el hijo.
En ese tenor, común era ver fotos tomadas por Moisés Sánchez
en los diarios principales de la ciudad, aunque con el nombre de otra persona.
La casa de Moisés, en partes, se mira en obra negra. Es de material; pero
algunas de las puertas y ventanas están tapadas con tablones. Su cuarto,
reconocido por la chapa de su puerta forzada, tiene paredes sin repellar y en ladrillo
rojo. En la cocina, una mesa de madera. En ella Moisés toma sus alimentos con
la familia y de vez en cuando hace trabajo de edición para La Unión. “Uno ve la
pobreza en donde vivía Moy y no se puede dejar de recordar el caso de Goyo
Jiménez (reportero asesinado y decapitado en febrero pasado en Coatzacoalcos;
el número diez de este sexenio) por la pobreza de ambos” relata un periodista
porteño que ha documentado de cerca el caso.
“El último número lo sacó hace como seis meses, no se ha
dado más porque no hay dinero” dijo la esposa.
La nota roja no es materia de las noticias de Moisés
Sánchez, menos si se trataban de ejecutados o balaceras, la mayor parte de su
trabajo se relaciona con reclamos ciudadanos, falta de servicios, calles en mal
estado y la inseguridad provocada por la delincuencia común. Esos que se meten
a una casa, roban y a las pocas horas puedes comprar de nuevo tus pertenencias
en una tienda de empeños.
EL ACTIVISTA
En Moisés Sánchez el lado político y activista le despertó
hace dos años, aproximadamente, cuando su nuera resultó atropellada en
Veracruz-puerto por un camión del transporte urbano, cuya aseguradora se negaba
pagar la cuenta de gastos médicos.
Su nuera por poco pierde la vida en ese accidente; pero solo
resultó con lesiones de gravedad en ambas piernas.
A punta de protestas en las calles y pidiendo favores a los
periodistas a quienes desde hace años dota de fotos e información, Moisés
Sánchez entabló una guerra mediática con la aseguradora. También comenzó a
organizar las primeras manifestaciones.
Paralelamente, la Procuraduría de Justicia del Estado le dio
la espalda y dejaba a la empresa de seguros operar a sus anchas. Moisés, por
primera vez, se sintió como muchos a los que entrevistó por injusticias
similares. Se sintió en el mismo traje y probó la hiel amarga de la
indiferencia gubernamental.
Lejos de apachurrarse y dejar pasar, el hombre arreció la
búsqueda de justicia por medio de manifestaciones en Medellín de Bravo a las
cuales invitaba a sus amigos reporteros.
“Mi mujer estaba muy mal, pensamos que iba perder las
piernas; pero mi papá no perdía la esperanza y le tuvo mucha fe a las
manifestaciones y notas en la prensa” relató Jorge Sánchez, hijo del
comunicador desaparecido.
Moy iba a las redacciones o al café de La Parroquia -punto
de reunión de los periodistas en el puerto jarocho- con su hijo y la esposa
convaleciente, adolorida de las extremidades.
En ese trajinar por las dependencias de justicia en busca de
respaldo, en Moisés Sánchez se incubó el activismo social. Finalmente, tras
muchos meses de protestas y “periodicazos”, la aseguradora se vio forzada a
cumplir.
Fue desde entonces que por cualquier vacío del gobierno
Moisés tomaba las pancartas y su altavoz para lanzar consignas y marchar por
las calles.
En numerosas ocasiones se manifestó contra la falta de obras
en la administración del exalcalde Marcos Isleño (PRI) y también le protestó al
anterior, Rubén Darío, a quien Fidel Herrera Beltrán gustaba exhibir poniéndolo
a leer discursos en público por su pobre capacidad lectora.
No había protesta en Medellín de Bravo en la que no se
involucrara, pues ya los mismos habitantes lo identificaban como una suerte de
enlace con medios de comunicación y garante de éxito de ser escuchados.
Últimamente encabezó reclamos ciudadanos contra el alcalde panista de Medellín,
Omar Cruz, por haber ordenado cobrar de manera obligatoria el servicio de
recolección de basura. Incluso, por haber inventado un programa para cobrarla
anualmente y por adelantado.
Antes del secuestro estaba metido en la organización de un
comité ciudadano para establecer grupos de autodefensas vecinales para frenar a
los rateros.
Ante la incapacidad de la Policía, hombres y mujeres del
campo, del hogar y del trabajo diario serían los responsables de cuidar las
calles y las casas.
Uno de los hechos que más indignó a Moisés Sánchez
últimamente -dicho por él mismo- fue el asesinato de Silverio Moreno García, un
comerciante a quien dieron muerte por robarle su camioneta. Y como ese, decenas
de casos de robos con violencia asesina están documentados en páginas de
distintos diarios locales y en los números de La Unión.
En julio de 2013 ladrones irrumpieron en el domicilio de la
familia Fierro Cámara, en el fraccionamiento Casa Blanca, y en el intento por
defender el patrimonio, una madre, con su bebé en brazos, trató de ahuyentar a
los ladrones; pero estos sacaron un machete y le tiraron un tajo que le partió
un ojo por mitad, rajando el blando cráneo del pequeño, y murió.
Raro era ver a Moisés replicando noticias sobre delincuencia
organizada o delitos de alto impacto. En el ámbito periodístico su mundo giraba
entorno a robos a casa habitación, de coche, a ladrones homicidas y a
defraudadores. Su hijo, Jorge Sánchez, confirma que Moy no manejaba la nota
roja en su agenda informativa. Sabía de los riesgos.
Pero cuando comenzó a informar sobre los comités ciudadanos
para conformar autodefensas llamó la atención de la clase gobernante. El
alcalde, Omar Cruz, así como la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) se
apresuraron a negar las autodefensas en Medellín. Moisés, sabedor de esta
reacción del poder, hizo videos de algunos patrullajes de gente armada, tapados
de la cara, blandiendo machetes o palos para reclamar seguridad y los subió a
internet.
En julio de 2013, Ángel Zamorano -quien se presentaba como
luchadora social; pero también presumía militancia en el PRI- anunció la
conformación de una policía comunitaria armada con palos, palas, machetes y
bates para patrullar Medellín por las Noches. Le vinieron críticas del alcalde
en turno, Marcos Isleño, así como boletines de la SSP negando la presencia de
ciudadanos en labores policíacas.
No duró mucho. El 12 de agosto de 2013 Ángela Zamorano y su
esposo, Rubén Vázquez, desaparecieron. Los vecinos de la exaspirante a la
alcaldía de Medellín denunciaron que había sido llevada por la fuerza. A la
fecha no hay noticias sobre el paradero de esa mujer, recordada en Medellín por
sus manifestaciones el palacio municipal a ritmo de música de Jenny Rivera…
En algunas de esas ocasiones, la mayoría, Moisés iba detrás
de ella tomándole fotos…
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