Acayucan.-
Ayer cerca de las siete de
la noche fue sepultado en el panteón municipal el joven licenciado Gabriel
Cárdenas Figueroa, luego de haber pasado por la iglesia San Martín Obispo para
una misa de cuerpo presente y llevado a la cancha ubicada a un lado de las
instalaciones del mando único para jugar su última “cascarita” de volibol con
su equipo y amigos.
Minutos antes de las cuatro
de la tarde, el cortejo fúnebre partió del salón de funerales Osorio e Hijos
hacia la iglesia San Martín Obispo, lugar en donde le fue oficiada una misa de cuerpo
presente, en un recinto religioso lleno.
El padre que ofició la misa
pidió por el descanso eterno de Gabriel Cárdenas Figueroa, un joven trabajador,
quien, dijo, se nos adelantó. Que por su buen comportamiento en este mundo
estaba seguro que Dios lo tenía en su gloria. Citó que conocía a la familia
Cárdenas Figueroa la que le pidió que oficiara la misa.
El cortejo fúnebre salió de
la iglesia y caminó por varias calles para llegar a la cancha que se ubica a un
lado del mando único, lugar en donde bajaron el féretro para realizar con él un
recorrido alrededor de la cancha y luego colocarlo en uno de los lados de la red
para llevar a cabo la última “cascarita” con Gabriel. Su hermano Héctor recordó
algunas vivencias que tuvo con su hermano precisamente en esa cancha.
El cortejo fúnebre siguió
por la calle Antonio Plaza, doblo en la glorieta de los terrenos de Soriana para
llegar a la puerta del panteón municipal, ubicada a un lado del cuartel de
bomberos y protección civil.
Con el dolor reflejado en
sus rostros, su mamá, su padre, su hermana, hermano y demás familiares, le
dieron el último adiós, arrojándole flores al féretro para posteriormente
retirarse para despedir al numeroso contingente que los acompañó y solidarizó
en momentos de inmenso dolor.
En el recorrido del cortejo
fúnebre mucha gente salió de sus casas y derramó lágrimas. Como doña Elsy Baca,
quien dijo entre sollozos: “Que tragedia, si ese día no le tocaba trabajar. Era
su descanso. Pero lo mandaron a laborar y él obedeció”.
El joven vendedor de
periódicos, que se ubica frente al Kinakú comentaría: “Cuando me dijeron que
Gabriel, mi amigo, había muerto no lo creía. Apenas hace tres días platiqué con
él. Que Dios lo tenga en su gloria”.
El Católico refirió a un
amigo: “Era un buen muchacho. Gente de trabajo y de una bonita familia”.
Estos y muchos otros
comentarios se pudieron escuchar en el recorrido a su última morada de Gabriel.
Descanse en paz el gran
amigo licenciado Gabriel Cárdenas Figueroa.
A su familia nuestra
solidaridad ante este trance tan doloroso por el que atraviesan.
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