Déjame que te cuente…
Por Sergio M. Trejo González.
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El pasado martes, 9 de septiembre
del 2014, a las doce del día comenzaron a colocar la caratula del reloj que
puede contemplarse en la parte frontal de nuestro hermoso Palacio municipal. El
ritual se realizó sin protocolo ni ceremonia alguna. Simplemente los albañiles
y operarios descubrieron la lona viejaaa que tapaba el agujero, para comenzar a
instalar las piezas de los números doce, uno…etc. En cosa de minutos taparon el
hoyanco en la pared de tal fachada, en lo que se constituye la caratula, cuando
los comentarios en las redes sociales comenzaron a gestarse. Para rápido los
cibernautas saturaron de mensajes sobre el tema: que mejor hubieran colocado
una alarma sísmica, o que se hubiera remediado el problema de las filtraciones
y humedad en el palacio o que se
invierta en recursos para la seguridad pública. Creo sinceramente que no se
deben trastocar las buenas intenciones del alcalde Marcos Martínez Amador ni
podemos estarlo criticando sistemáticamente, menos madreándolo por criticando
todas sus medidas y proyectos de trabajo. Cierto que ha tenido tropiezos y
resbalones propios de su edad y su noviciado. Hay que dejar que se madure
tantito. El hombre todavía se encuentra en proceso de aprendizaje. No es fácil.
Además en esos cargos de tanta responsabilidad la bola de aduladores que suele
rodear a un funcionario como que apendejan a cualquiera. Suéltenlo tantito para
que se ventile con baños de pueblo. Sin tantos apapachos y ¡ya chole! De tantos
boletines y programas tan mamones, cargados de una inédita e inaudita apología
que empalaga, hostiga y marea. Cierto
que la colocación de un reloj es algo que obedece únicamente a cuestiones de
ornato, si consideramos que ya tenemos cuatro caratulas de reloj en la torre de
nuestra parroquia de San Martin Obispo; pero bien, un lujo que los acayuqueños
pueden darse, teniendo relojes al este y al oeste de nuestro parque Juárez,
para que mientras nos relajamos en las bancas del ágora de la ciudad, no
tengamos que voltear a buscar la hora correcta y, de esa manera también,
evitamos o superamos un poquito la tortícolis galopante, con ese tipo de disfonía en el cuello,
particularmente en el músculo esternocleidomastoideo, angular de la escápula y
en menor medida los músculos escalenos, que cuando se contraen
involuntariamente nos hace pedir perdón a Diosito, por todos esos pecados que
no confesamos al sacerdote.
Por cuanto hace a la intención y
voluntad municipal, vaya mi felicitación: A nuestro alcalde y a su cabildo, por la idea que esperamos sea
conservada, con el mantenimiento suficiente para que el reloj no deje de
funcionar, al menos durante los tres años que le restan al mandato. Por lo demás, a manera de breviario, téngaseme
realizando la observación de que tanto en las cuatro caratulas de reloj que señorean en la torre del norte de
nuestra parroquia como en la nueva caratula que domina frente a nuestro palacio
municipal, se cuenta con el sistema de
numeración romana no posicional, desarrollado precisamente en imperio de los
Césares, tierra de los cónsules, tribunos, pretores… “Buscas en Roma a Roma ¡oh
peregrino! y en Roma misma a Roma no la hallas. ¡Oh Roma en tu grandeza, en tu
hermosura, huyó lo que era firme y solamente lo fugitivo permanece y dura!”
Este sistema, debemos saber,
emplea algunas letras mayúsculas como símbolos para representar ciertos
números, la mayor parte de números se escriben como combinaciones de letras. Lo
curioso es que por alguna razón de manufactura
en ambos relojes, las cuatro carátulas de la parroquia y la del palacio,
se contempla que en los espacios correspondientes al número cuatro se aplican
cuatro números uno, cuando que el IV representa cuatro unidades más (al ser V,
que representa el 5, precedido por I, que representa el 1). Si, el cuatro es un
símbolo de tipo 1 y debe estar a la izquierda inmediata de otro de mayor valor,
se resta al valor del segundo el valor del primero. Ej. IV=4. Esto porque se
permiten a lo sumo tres repeticiones consecutivas del mismo símbolo de tipo. El
símbolo I sólo puede restar a V y a X. Circunstancia por la que el número
cuatro de nuestros relojes de la ciudad se considera no valido o equivocado,
por incumplir la regla aludida de más de tres repeticiones. Es común ver en muchos
relojes de muchas partes el uso de IIII, como el que aparece en los relojes de
nuestra localidad, para el numeral 4, en
lugar del correcto IV. Algunas de las supuestas razones por las que esto ha
sido así son: Un relojero suizo entregó un reloj que su soberano le había
encargado, pero cometió el error de representar el número 4 como IIII y no
usando el IV. El monarca, indignado, hizo ejecutar al desafortunado artesano, y
desde ese momento, a modo de protesta y homenaje, todos sus colegas comenzaron
a usar el IIII en vez de IV; el conjunto de cuatro caracteres IIII crea una
simetría visual con su opuesto en la esfera VIII, cosa que el IV no logra;
poniendo IIII, el número de símbolos sobre el reloj es: 20 símbolos I, 4
símbolos V y 4 símbolos X, estos números son múltiplos de 4, por lo que es
posible, para los fabricantes de reloj, hacer un molde para la fabricación de 5
símbolos I, una V y una X, con lo que esto supone de ahorro en la fabricación
de los símbolos.
Invertido el IIX proporciona el
XII. Además tenemos dos IX uno de los cuales, invertido, proporciona el XI.
Diagrama numérico en un libro de 1560 en el que el cuatro también se representa
como IV. IIII fue preferido por los romanos en la antigüedad. También se
sugería que el IV corresponde a las dos primeras letras de Júpiter, (IVPITER en
latín), el dios romano, su uso, por tanto, no era apropiado.
El símbolo I es el único que
aparece en las primeras cuatro horas, el V aparece las siguientes cuatro horas
y el X las siguientes cuatro, proporcionando una simetría rota usando el IV,
porque IV es más difícil de leer con la
inclinación en la esfera del reloj.
Además se dice que Luis XIV, rey
de Francia, prefería IIII sobre IV, por lo que ordenó a sus relojeros producir
relojes con IIII en lugar de IV, instituyendo una costumbre que perdura.
Por lo demás, me limito a
subrayar que hay también una combinación del marcaje de las horas con una
máquina de música, por lo que en ciertos momentos podemos escuchar algunos
temas cuando por la necesidad o placer tengamos
cruzar el parque, bajo diversos acordes armoniosos, en los que se destaca el danzón “Acayucan”, de don Macario Luna,
que constituye un orgullo, por llevar el nombre de nuestra ciudad, y porque se interpreta bajo la percusión de
una sensacional marimba, instrumento que se caracteriza por la serie de láminas
de madera de distintos tamaños, dispuestas de mayor a menor, que se golpean con
mazas para producir notas musicales. Cada tecla tiene su propia caja de
resonancia y el conjunto está fijo en un armazón con patas.
Con estas elucubraciones que me
hacen imaginar a los invidentes, quienes ahora podrán imaginar, y conocer el
tiempo, con solo escuchar frente a la
Casa del Pueblo la hora que viven, con solo escuchar los acordes musicales,
termino en las cavilaciones de un reloj:
“Trabajo más que cualquier mortal, pero más fácilmente, porque lo hago
segundo a segundo, tengo que hacer miles de tic tacs para formar un día pero
dispongo de un segundo para hacer cada uno de ellos. No los quiero ni puedo
hacer todo a la vez, nunca me preocupo por lo que hice ayer, ni de lo que
tendré que hacer mañana, mi ocupación es hoy, aquí y ahora, sé que si hago lo
de hoy bien, no tendré que molestarme por el pasado, ni preocuparme por el
futuro. Tú que eres persona, si quieres vivir tan tranquilo y feliz como yo, no
trates de vivir toda tu vida, ni echarte todo el peso de tu trabajo en un solo
día. VIVE AHORA.
Nunca debemos mostrarnos más
sabios que las personas con quienes estamos. Que tus conocimientos de guarden
como un reloj de bolsillo: guárdalos y no lo saques para contar las horas, sino
para darla cuando te la pidan. Haz el
trabajo de cada día en su día, te convencerás de que si se toma tiempo...
SIEMPRE HAY TIEMPO PARA TODO.
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