La Redacción
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Maternidad de Jacob Meijer de Haas |
MÉXICO, D.F. (apro-cimac).- El 23 de septiembre de 2013, en
el municipio de San Andrés Tuxtla, Veracruz, nació Laura (nombre
ficticio para proteger su identidad real), producto de la relación que
mantenían entonces Remigio Ortiz Olivares, de 59 años, y Anali Pelayo
Oliveros, de 24.
Un mes más tarde, la menor fue registrada. Su nombre quedó asentado
en el Libro 04, acta 00989. Sin embargo, la relación entre Remigio,
quien en aquel tiempo fungía como titular de la Dirección General de
Prevención y readaptación Social (DGPRS) del estado, y Anali se
resquebrajó a los cinco días siguientes, después de que el padre le
confió a su pareja que era casado y que su esposa había descubierto la
relación extramarital que mantenía con ella.
Pero el asunto no paró ahí. Remigió utilizó sus influencias políticas
para desaparecer la documentación legal que lo acreditaba como padre
legítimo de Laura, según relata Anali, quien en aquella época trabajaba
como custodia en un penal de la entidad.
Con apenas nueve meses de edad, Laura corre el riesgo de perder sus
derechos por la separación de sus progenitores, pero, sobre todo, por el
tráfico de influencias de quien hasta el pasado martes era funcionario
estatal.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el
registro del nacimiento significa tener un nombre, una identidad y una
nacionalidad, lo que garantiza conocer el nombre de los padres, tener
una filiación y en el futuro hacer exigibles otros derechos.
De acuerdo con la Convención Internacional sobre los Derechos del
Niño, los menores de edad tienen el derecho a un nombre y, en la medida
de lo posible, a conocer a sus progenitores y ser cuidados por ellos;
los Estados, por su parte, deben respetar esta norma.
Amenazas
En entrevista, Anali, quien vive en el municipio de Catemaco, cuenta
que su expareja quiere desaparecer o anular el acta de nacimiento de su
hija a cualquier precio, aunque públicamente ya se sabe que él es el
padre y que tuvo una relación fuera del matrimonio.
“De alguna u otra forma me quiere acorralar para que yo acepte el
dinero o las cosas que él me está ofreciendo y le quite el apellido a la
niña”, narra.
Según el testimonio de la joven, ambos planearon tener una hija.
Nació en septiembre de 2013 y un mes después la registraron, pero a los
cinco días él la llamó por teléfono y le dijo que su familia “lo
descubrió”. Además, le hizo saber que terminarían su relación.
Sin embargo, en esa llamada le aclaró que no abandonaría a su hija,
así que le pidió el acta de nacimiento de la recién nacida para
afiliarla a un seguro y no tuviera carencias.
El problema empezó tres días después de la llamada, cuando el
subdirector de Seguridad y Custodia de la DGPRS, José Juan Rodríguez
Chacón, fue a la casa de Anali a donde le llevó un recado del jefe y le
dijo que ante la situación ahora el atendería todo el asunto de la
pareja.
El también funcionario se llevó los documentos de Anali y la niña
para tramitar el seguro. Días más tarde ante la falta de comunicación,
ella llamó a Rodríguez Chacón y le pidió los documentos. El día que se
reunieron él le puso una grabación en la que su entonces jefe le decía
que “ya no quería saber nada de ella”.
Tras escuchar el mensaje, el servidor público le entregó a Anali un
sobre con los papeles, pero cuando ella lo abrió se dio cuenta de que no
estaba el acta de nacimiento de la niña. Rodríguez Chacón le dijo que
no sabía nada, pero le recomendó que anulara ese registro.
‘El jefe la va mandar a desaparecer a usted y a toda su familia si no anula el acta de la niña’, le amenazó.
Trafico de influencias
Ese mismo día, antes de la cita, Anali fue al Registro Civil a
solicitar un acta de nacimiento certificada, pero sin mayor explicación
le dijeron que en el sistema estaba el nombre de la niña, pero no los
nombres de los padres.
Ella preguntó al personal por qué fueron borrados los nombres y una secretaria le respondió que no lo sabían, pero que podía preguntarle al encargado del Registro Civil de Catemaco, Juan Pérez Leal, quien en ese momento no estaba en la oficina.
Ella preguntó al personal por qué fueron borrados los nombres y una secretaria le respondió que no lo sabían, pero que podía preguntarle al encargado del Registro Civil de Catemaco, Juan Pérez Leal, quien en ese momento no estaba en la oficina.
Al día siguiente fue al Registro Civil pero de Xalapa –capital del
estado– y pidió el documento; cuando lo buscaron encontraron el folio,
pero no el nombre de la niña; como no estaba el director, Rafael
Valverde Elías, le pidieron que regresara una semana después.
El día que Anali regresó la hicieron pasar y como si el personal
trabajara para Remigio Ortiz Olivares –su expareja–, le informaron que
él ya la esperaba. En una oficina el sujeto le repitió que no quería
nada con ella, y le dijo que el acta “estaba mal” y que fue enviada a la
Ciudad de México para las correcciones.
En la misma plática, en presencia del director del Registro Civil,
Remigio le exigió que anulara el documento, lo que ella rechazó. Ante la
negativa, le ofreció 500 mil pesos para volver a registrar a la niña,
ahora como madre soltera, a lo que también se negó.
Días después, el subdirector de la DGPRS, José Juan Rodríguez Chacón,
le ofreció dinero, un carro, un taxi, pero Anali se mantuvo firme en su
postura.
Para entonces ella ya había terminado su permiso de maternidad y
regresó a trabajar al Centro de Readaptación Social de San Andrés
Tuxtla.
Demanda
En enero pasado Anali recibió en su domicilio una notificación de
“consignación voluntaria de pensión alimenticia”, en la que su expareja
le ofrecía tres mil pesos al mes como pensión para su hija. Ella dudó
pero aceptó el ofrecimiento.
Días después, un licenciado de nombre “Camilo” –en representación de
Remigio– fue a su casa y le reiteró de nuevo la oferta monetaria a
cambio de que anule el acta de nacimiento de su hija.
El presunto abogado le dijo a Anali que la pensión que ella recibía
hasta ese momento era “mínima”, y que, en cambio, la oferta –que ya
había ascendido hasta el millón de pesos– sería “el negocio de su vida”.
Ella no aceptó y siguió trabajando, pero en junio pasado fue a cobrar
su salario y se dio cuenta que no le depositaron. Reclamó a la
Secretaría de Seguridad Pública del estado, a cargo de Arturo Bermúdez
Zurita, y el personal le dijo que se revisaría el asunto.
Pasaron dos quincenas en las que la joven no recibió su sueldo, por
lo que supuso que había sido despedida por orden de su expareja,
entonces jefe de todos los directores de los penales del estado. Así,
ella decidió no pedir más explicaciones y dejó de ir a trabajar.
El pasado 1 de julio le llegó a su casa otra notificación: Ortiz
Olivares había iniciado el juicio civil ordinario 700/2014-IV en contra
de Anali. El funcionario dijo desconocer la paternidad de la niña y
cualquier otra prestación legal, como la pensión alimenticia.
En su demanda, Remigio argumenta que tuvo una relación sentimental
con Anali, pero como ella sabía que no era permanente “se embarazó”.
También dice que un día ella le exigió más pensión y enojada le reclamó
que la niña no era su hija, pero le advirtió que como ya estaba
registrada no podía desconocerla.
Según el documento, la joven quiso pedirle más pensión y para ello se
valió de “falsedades y testigos muertos”, como la madre de Anali.
También asegura que si ella se niega a la prueba de ADN se dará por
sentado que él no es el padre, a lo que Anali afirma que está de acuerdo
con la prueba, pero aclara que ya fue al Palacio de Gobierno de
Veracruz para pedir que la canalicen a un Hospital que pueda hacerla.
Según sabe, la prueba la tienen que pagar los interesados y ella no
tiene dinero. Sabe que en caso de que el titular de la DGPRS la pague la
prueba será negativa, porque tiene la influencia y los recursos para
pagar el resultado.
“A final de cuentas como mamá sé que voy a sacar adelante a mi hija,
(pero) se trata de los derechos de mi hija. ¿Qué más le falta? Si ya
quería desaparecer el acta de la niña qué más me puedo esperar de él;
que también me mande a desaparecer a mí y a la niña como tantas veces me
ha mandado amenazar”, alerta Anali en la entrevista.
Así, el pasado 18 de julio la joven acudió ante la Comisión Nacional
de Derechos Humanos a presentar una queja, pero al tratarse de un tema
de competencia local el organismo la remitió al Instituto Veracruzano de
Defensoría Pública en Xalapa.
La demanda civil que interpuso Ortiz Olivares ahora está en manos de
la juez Estela Vásquez Lara, del Juzgado Segundo de Primera Instancia
del Decimonoveno Distrito Judicial.
Además, apenas este martes 29 de julio Remigio Ortiz Olivares habría
renunciado a su cargo. Según versiones de medios locales, el cese
ocurrió luego de que Anali presentó a principios de este mes una
denuncia contra su ex pareja ante la Fiscalía Especial de Delitos contra
Funcionarios Públicos (212/2014V), por el delito de amenazas y por
intentar desaparecer el acta de nacimiento de una niña.
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