La Redacción
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Fernandinho. Derrota contra Alemania en el Mineirao. Foto: AP / Natacha Pisarenko |
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Al minuto 28, decenas de
miles de niños, mujeres y hombres que habían acudido, convencidos, a una
fiesta, eran protagonistas de la tarde invernal más triste de su vida
futbolera.
El histórico maracanazo convertido en una tragedia menor… porque la enorme herida de este martes 8 de julio asoma infinita.
Lloraban. Se preguntaban entre sí los aficionados más aficionados del
mundo, qué pasaba, mientras sus ojos miraban de reojo el vendaval
alemán que sin piedad desnudaba en el estadio Mineirao, en su
territorio, las profundas carencias de la selección brasileña.
Acababa de pasar una eternidad. Apenas seis minutos, los más largos,
tristes, humillantes, caóticos, en la historia del futbol carioca.
Seis minutos equivalentes a cuatro goles o, si se prefiere, para
hacer menos abrumadora la cuenta, 18 minutos en que ante el estupor de
una desconocida escuadra vestida de amarillo y verde, cayeron cinco
goles germanos.
Desolación. Dolor desgarrador. Terminaba el primer tiempo del duelo
de semifinales entre Brasil y Alemania con un increíble ¡5-0!
Sí, había lágrimas en la tribuna. Incredulidad. Un abrir y cerrar de
ojos cruel, para sólo comprobar que no era una pesadilla, que la goliza
de Alemania a Brasil, la más holgada en la historia de los mundiales en
fase de semifinales, estaba ahí, taladrante… 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 goles
en contra y apenas, en la agonía del juego, uno a favor. Así acabó el
martirio brasileño.
Thomas Muller anotó el primero al minuto 10; Miroslav Klose al 22,
hacía el 2-0 y con ello se convertía en el máximo goleador de Copas del
mundo al sumar 16 goles por 15 del astro brasileño Ronaldo. La segunda
derrota de esta tarde totalmente alemana.
Y al 24, Toni Kroos anotaba el tercero y al 25 el mismo Kroos
concretaba el cuarto y al 28, Sami Khedira consumaba el quinto. Y al 31,
los alemanes fallaban el sexto.
Para el complemento, Brasil generó cuatro opciones de gol en cinco
minutos y no consiguió ninguna. Sobre todo, por la gran actuación de
Manuel Neuer. Pero fueron sólo cinco minutos de una fugaz rebelión.
Luego, Alemania tomaría de nuevo el control del partido. Muller
dejaba ir el sexto al minuto 59 y al 60, Julio César evitaba un golazo
del mismo Muller.
Todo para que al minuto 68, Andrés Schuerrle consiguiera el sexto y diez minutos después el séptimo.
Oscar, el insípido mediocampista brasileño consiguió el gol llamado del honor al minuto 90.
Alemania conseguía de una manera inesperada su octava final mundialista, a la espera del vencedor del duelo Argentina-Holanda.
Antes del partido había quien comentaba que este Mundial estaba arreglado para que lo ganara Brasil.
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