De ese tema habló el portal
blog.expediente.mx, del periodista Luis Velázquez, en su sección Crónicas, el
13 de febrero, dos días después del hallazgo del cadáver:
Gregorio
Jiménez de la Cruz, desde que inició su trabajo como reportero policiaco del
diario La Red y Notisur de Coatzacoalcos, narró que la delincuencia se apoderó
de villa Allende, una comunidad de Coatzacoalcos, dio cuenta de lo que sucede
en una zona donde existe ingobernabilidad, contó cada uno de los casos de
secuestro, levantones y eso provocó, su muerte; decir la verdad, causó escozor
en los delincuentes, que decidieron callarlo, como muestra de ello, le cortaron
la lengua y la cabeza en vida, como ya lo declararon los detenidos.
Fue
hace unos meses, que se registró una riña en el interior del bar “El Palmar”,
cuya propietaria desde hace más de 15 años, es Teresa de Jesús Hernández Cruz,
originaria de Juan Díaz Covarrubias, comunidad de Hueyapan de Ocampo, pero que
hace más de 25 años, reside entre Coatzacoalcos y Allende, siempre trabajando como
mesera en bares y cantinas.
“El
Pantera”, seudónimo que utilizaba cuando empezó a enviar información al
Notisur, cubrió esa riña que se dio en el interior de la cantina, pero que el
herido, salió huyendo y desde la calle, solicitó apoyo, tanto de los
paramédicos como de los elementos policiacos; atendiendo la labor reporteril,
Jiménez de la Cruz, dio voz, envió la información y salió publicada.
“Mamá
Tere”, como le decían las meseras y empleados del bar a la dueña, se molestó,
enfureció, despotricó y antes que se lo gritara en su cara al reportero,
delante de todos los empleados, se prometió que iba a cobrar venganza, horas
más tarde, se lo dijo a él, habiendo testigos que escucharon todo.
Y
es que para muchos vecinos, no es extraño que la mesera, empleara a mujeres con
nacionalidad salvadoreña, hondureña, guatemalteca, mujeres que llegaban ahí con
la promesa de ir al norte del País, para luego conquistar el sueño americano,
pero en ese andar, se topaban con este tipo de trabajos, mesereaban, daban
servicios sexuales y luego se las volvían a llevar, sin embargo las autoridades
a pesar que se enteraban de la situación, nunca hicieron nada, quizá, recibían
dadivas, descuentos, por no ejercer acción legal en contra de los
administradores del bar.
Goyo
Jiménez, siempre denunció en sus notas informativas, lo que sucedía en el
Allende, que lo vio nacer, crecer y hacerse un hombre de trabajo, ahí en esa
comunidad, donde estudiaban sus hijos, y donde el ambiente de ilegalidad, es lo
que impera, en ese nido – dicen los vecinos - , de delincuentes, pero que
ninguna autoridad se ha detenido a frenar.
No
sólo contó lo que pasó esa vez en el bar, la riña que dejo ver, que en esa
palapa, había ilegalidad, existía una lucha de poder y una venta de sexo
irracional; también denunció, que en el bar, escondían a ilegales, que eran
llevados, para luego continuar su camino al norte de México, es decir, Teresa,
la presunta autora intelectual, era pollera.
Las
hijas de “Mamá Tere”
Teresa,
tiene dos hijas, Daysi Sáenz Hernández de 32 años de edad y Citlalli Sáenz
Hernández de 20 años de edad, ambas, también y derivado de la actividad de su
madre, también se han dedicado a ser meseras, atender el bar; uno de los tantos
clientes, la menor de las dos, conoció a un elemento del Ejército Mexicano, que
llegaba ahí a descargar el estrés, se enamoraron y continuaron su relación,
extramarital para el guacho, pues él, tenía una familia formada en Hueyapan de
Ocampo, a pesar de que es originario del “Puerto México”.
Se
conocieron hace aproximadamente, seis años, al principio era una relación
furtiva, las visitas eran esporádicas a la cantina, pero cada vez empezaron a
ser con más frecuencia, tanto que al paso de un año, empezó a ser una relación
más formal de ser la casa chica del soldado, pasó a ser la grande, “Mamá Tere”,
lo recibía con halagos, se sentía protegida, en un bar donde se llevan a cabo
actos ilícitos, tenía como integrante de la familia a un elemento de las
Fuerzas Armadas.
Pasó
el tiempo, y en el año 2011, llegó a la alcaldía de Hueyapan de Ocampo, Gaspar
Gómez Jiménez, y tenía una relación cercana al soldado enamorado en
Coatzacoalcos, quien llegó a ocupar el cargo de inspector de la policía
municipal, el brazo armado para el ex munícipe, en cuyo municipio, trascendían
asaltos, robos, secuestros, todos sin resolver a la fecha.
Pero
el amor entre los amigos, terminó dos años y seis meses de que inició la
administración y empezaron los reclamos y señalamientos, de parte del elemento
castrense en contra de la primera autoridad hueyapense, y viceversa, pero nunca
se supo, el problema medular del problema entre ellos.
Sergio
Servando Montalvo, el soldado, regresó a Coatzacoalcos, volvió a Allende, en
busca del amor, que encontró en la hija de “Mamá Tere”, y al que nunca
renunció, ya no como parte del Ejército Mexicano, como elemento municipal,
volvió – según él -, como un integrante de la delincuencia organizada y sí su
suegra, ante se sentía protegida, ahora, era peor, tenía el campo libre, todo
la disposición para cometer actos delictivos en el bar “El Palmar”, actos que
el reportero, “Goyo” Jiménez, narraba en sus notas informativas para los medios
La Red y Notisur, para los que trabajaba.
Y
es que en una rencilla, que tuvieron, Teresa de Jesús, con una hija del
reportero asesinado de la forma más cruel y signo de que fue el crimen
organizado, pues los delincuentes, revela una fuente confiable, le cortaron la
cabeza y le mutilaron la lengua, las administradoras de la cantina, alardearon
de tener poder y cobijo de la delincuencia.
La
hija del desaparecido, estuvo juntada con un hermano de “Mamá Tere”, sin
embargo, ella siempre se metió en la relación, así como Citlalli, la mujer del
soldado, quien le advirtió a toda la familia, que no se siguieran metiendo con
ellas, porque les iba a pesar y que ellos más que nadie sabían, quien era su
marido, donde trabajaba y lo que era capaz de hacer.
Así
fueron las amenazas en contra de Gregorio Jiménez de la Cruz por parte de un
par de mujeres, que dieron cobijo al crimen organizado, que vivieron toda su
vida en la ilegalidad, protegidas por las autoridades, sin que nadie pudiera
hacer y detenerlas.
Su
familia, está segura que los detenidos, sí son responsable de la muerte del
reportero, valiente, que nunca tuvo miedo y se agachó ante las amenazas, pero
exigen, que detengan al resto de los integrantes de la banda, además que los
ahora apresados, paguen con cárcel, que no salgan a la vuelta de unos meses,
porque eso sería permitir, la ilegalidad a la que tanto se opuso, durante su
vida y durante el tiempo que fue reportero, Goyo Jiménez.
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