Columna: LAS LETRAS DE EVA
Eva López Robinson
Anoche recorrí muchas calles con mi amiga Pilar y me llené
de tristeza al notar que el espíritu navideño de tantos ayeres se va ausentando
en los balcones, árboles y ventanas, desde donde solía vibrar a través de mil
destellos multicolor, en las bombillas multiformes que alegremente nos
anunciaban la temporada más bella del año.
Si en mis manos estuviera
–pensé- qué no haría por recuperar la ilusión para quienes la perdieron… llenar
las calles de villancicos, de ramas y casitas en bellas y frescas noches, para
despertar sonrisas alegres en los niños y lágrimas de nostalgia en los viejos,
a los que ya pertenezco; sin embargo, los bolsillos vacíos de un transeúnte que
hurgaba en ellos para comprar un pan, me plantó ante al gran problema económico
que enfrentamos, ineludible para los más y causante en gran parte, de la frialdad navideña este año, cuando
muchos aparadores comerciales han lucido austeras decoraciones y en otros nunca
llegaron.
Si de algo peco es de ser
demasiado optimista, mujer de fe, positiva y esperanzada; siempre digo que
detrás de todo problema hay una solución, mientras hagamos las cosas unidos,
como la gran familia que somos los seres humanos sobre la faz de la tierra… Y
estamos a un paso de la Navidad, palabra mágica que encierra muchas cosas
buenas que no debemos olvidar, y una sobre todas: AMOR, pero del bueno, de ese
que se conduele de la necesidad del prójimo y la hace suya compartiendo la
vianda, rica o pobre de su mesa, con gran alegría… Todos tenemos vecinos,
amigos con quienes disfrutar los momentos que estas fechas nos regalan, pero en
la calle siempre vagará un solitario mendigo que observe los festejos y apenas
se atreva a pedir algo…
Por eso en esta Navidad y Año Nuevo,
que nuestro propósito sea dejar la indiferencia de lado ante esos seres, a
quienes en vez de juzgar como flojos, vagos o lo que sea, tendamos la mano y
compartamos el pan con el que nos bendice aquél que siendo rey no llegó a un
palacio, sino a un humilde pesebre… seamos realmente humanos, hermanos,
compañeros, porque viajamos en el mismo tren y no somos más que nadie.
Besa con amor esta noche a la
madre que se desveló cuidando tu sueño, al padre amoroso que te procuró lo
necesario… a cada miembro de tu familia que es el gran tesoro concedido por
Dios para transitar por la tierra… Abraza a los amigos, pero también regala esa
muestra de afecto al que no tiene quien lo abrace y le confiera una sonrisa.
Vivamos esta Navidad llenos de
fe, sacudamos todos los rincones del alma donde hayan residuos de odio,
resentimiento y todo sentimiento agresivo para nosotros mismos, y entonces… que
la dulzura de una tierna mirada, desde un portal, real o imaginario, nos
envuelva a todos y nos procure la paz que diariamente pedimos a gritos.
Los abrazo tiernamente y beso a
cada uno desde el fondo de mi corazón, donde mis oraciones se elevan por cada
uno de ustedes, deseando verlos plenos con el éxito, la abundancia, la armonía
habitando en sus hogares… Feliz Navidad, queridos amigos, y otro año en el que
cosechen grandemente…
No hay comentarios:
Publicar un comentario