Peña Nieto durante la premiación de la Olimpiada del Conocimiento Infantil. Foto: Benjamin Flores |
Enrique
Peña Nieto presenta su primer informe presidencial a un país
parcialmente convulsionado. El encantamiento de sus primeros días de
gobierno desapareció ante la premura por hacer cierta aquella fantasía
del “Momento de México” a través de impulsivas reformas con apoyo en el
gigante de pies de barro que resultó el Pacto por México.
MÉXICO, D.F. (Proceso).-
Impreciso como el de su antecesor, el gobierno de Enrique Peña Nieto no
acaba de definir una estrategia contra la inseguridad. Rebasado por la
delincuencia y presionado para dar resultados, se acerca cada vez más a
las acciones de Felipe Calderón, del que hasta ahora sólo lo separan la
espectacularidad y la intensa propaganda de fuerza.
Su propuesta
para retirar a los militares del combate a la delincuencia organizada
–la creación de un nuevo cuerpo armado bautizado desde su campaña
presidencial como Gendarmería Nacional– se redujo a una mera división de
la Policía Federal (PF), y su propósito de no publicitar en los medios
la detención de los narcotraficantes va quedando en mera intención.
Presionado
por Washington y por la prensa estadunidense por su “falta de claridad”
para combatir el narcotráfico, acabó por adoptar la misma acción que su
antecesor: Informar sobre el número de detenidos de una lista de “los
delincuentes más buscados”, elaborada por el gobierno anterior y el de
Estados Unidos.
El discurso también empieza a parecerse al del
calderonato: El incremento de la violencia en estados como Michoacán es
resultado de las acciones del gobierno, ha dicho el nuevo
supersecretario y titular de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
El
acercamiento a lo que dijo que no quería hacer obedece a que la
violencia no cede en el país, sobre todo en lo que hace a homicidio,
secuestro y extorsión, los mismos delitos que se comprometió a abatir.
De acuerdo con José Antonio Ortega Sánchez, presidente del Consejo
Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, la reducción de
20% –anunciada por el presidente la semana pasada– en el caso de los
asesinatos vinculados con la delincuencia organizada es una tendencia
que viene desde 2011.
“Está bien que se haya mantenido esa
tendencia, pero lo preocupante es lo que está ocurriendo en los otros
dos delitos. La extorsión está creciendo de manera explosiva y para este
año se espera un incremento de 20% en los secuestros oficialmente
denunciados”, dice el también litigante.
Precisa que las denuncias
oficiales por extorsión se refieren principalmente a las telefónicas y
no reflejan las que ocurren en los negocios formales e informales e
incluso a particulares. No sólo es el caso de Michoacán, Guerrero o el
Estado de México. Desde hace mucho la delincuencia organizada y muchos
que hablan en nombre de ella están cobrando “derecho de piso” en otras
partes del país.
En el caso de los secuestros también hay un
incremento de 20% en el primer semestre del año, en comparación con el
mismo periodo del año anterior. De acuerdo con sus cifras, el sexenio
pasado hubo 6 mil 404 secuestros en el país, pero la cifra podría ser
tres veces superior pues la mayoría de los casos no se denuncian.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1922, ya en circulación)
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