miércoles, 17 de julio de 2013

El panista que se dejó ganar

El panista que se dejó ganar

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  • Primer lugar en la encuesta, Gonzalo Guízar Valladares tenía todo para quedarse con la alcaldía de Coatzacoalcos
  • Pero de pronto, bajó el ritmo de la campaña y dio margen para que el candidato de Marcelo Montiel lo rebasara
  • “Lo maicearon” asegura un priista
Luis Velázquez

Veracruz, Veracruz. 17 de julio de 2013.- De niño, la pobreza lo llevó a lustrar zapatos en el parque Hidalgo, de Coatzacoalcos; de joven, se convirtió en taxista; luego en líder del gremio; más tarde, fue popular en las colonias de precaristas. Y un día se despertó dirigente del comité municipal del PRI.
Para entonces, había terminado los estudios de contador público. Y la vida mostraba su generosidad. Diputado federal. Diputado local. ¡Ah, más todavía, miembro de la Comisión de Vigilancia del Congreso para fiscalizar el gasto público de los 212 alcaldes y el gabinete estatal!
Por eso, soñó con la alcaldía. La buscó. Pero el nuevo cacique del pueblo, Marcelo Montiel Montiel, se le atravesó con su cuaderno de doble raya, Marcos Theurel Cotero, ni hablar, esperó, como las panteras, agazapado, tiempos mejores.
Años después, 20, 25, de militancia priista, se fue del partido tricolor. Supo, creyó, que cobijado en el PAN como candidato a la presidencia municipal derrotaría a quien le pusieran enfrente.
Cierto, antes, fue tentado por la cúpula gobernante. Primero, el enviado especial fue Jorge Uscanga Escobar (a quien sólo falta la gubernatura en su curricula) y fracasó. También fracasó el subsecretario de Gobierno, el filósofo José Enrique Ampudia Mello. Pudo más Érick Lagos, presidente del CDE del PRI, seduciendo al panista Leandro Rafael García Bringas, a quien convenció de desertar del partido azul con la diputación roja pluri en el segundo lugar de la lista.
Gonzalo Guízar Valladares fue ungido como candidato panista a la silla edilicia. Y una vez más, y como siempre ha ocurrido en su vida pública, apareció en sus días y noches el fantasma psicológico, quizá psiquiátrico, acaso neurológico, que padece: si es aspirante a la alcaldía, por ejemplo, de inmediato se siente candidato. Y si es candidato, se cree presidente electo. Y si es presidente electo, sufre una mutación kafkiana y actúa como alcalde.
Pero en la primera semana de la campaña a Gonzalo Guízar se le atravesó el diablo.
A los ocho días de iniciado la jornada electoral, retiró a su esposa de la campaña, no obstante poseer una gracia divina: hace clic con la gente. Con más, mucho más feeling que el esposo. Su ángel de la guarda la cuida. Es una extraordinaria secretaria de Relaciones Exteriores del esposo. Y su “valor agregado” desapareció de la contienda.
Después, algo sucedió que mantuvo un bajo perfil en la prensa, tiempos ahora cuando la prensa escrita, hablada y digital ha sustituido a los grandes mítines del siglo pasado.
Pero más aún, la campaña empezó a hacer “agua”. Bajo perfil. Pocos eventos. Mínimo contacto con la población electoral.
QUE GONZALO GUÍZAR “FUE MAICEADO”
Por eso, el dominguito 7 de julio, en la cúpula priista ninguna sorpresa hubo cuando el candidato priista de Marcelo Montiel Montiel, secretario de Desarrollo Social, le ganara en las urnas con dos votos a uno.
Así, el Gonzalo Guízar que arrodillara a una parte del gabinete duartista, el exdiputado federal, compañero de Emilio Chuayfett Chemor en el Congreso del a Unión, el combatiente rojo, se aniquiló a sí mismo y él mismo abrió brecha a su derrota.
Un priista que lo conoce lo explica con un par de palabras:
--Lo maicearon.
--¿Lo maicearon?
--Lo maicearon.
--¿Y de cuánto hablamos?
--Fácil, mínimo, unos 20 millones de pesos. El billete lo doblegó.
--Dicen que las locuras del amor y el dinero resultan difícil ocultarse. ¿Qué bienes, ranchos, edificios, casas, departamentos, tiene Gonzalo Guízar?
--Todo lo guarda. Es de un perfil discreto en cosas del dinero. Zorro.
--¿De veras sería doblado? Se duda.
--Lo compraron. Se puso precio.

EL ENCANTADOR DE SERPIENTES

El caso es que el león en su jaula municipal, por quien se encendieran los focos rojos en el CDE del PRI, a tal grado que miraban como única alternativa la nominación de Marcelo Montiel a la candidatura edilicia, terminó como un corderito.
Tan es así que el secretario de Desarrollo Social se impuso en el búnker priista y en el palacio de gobierno de Xalapa y tan seguro estaba de su capacidad seductora ante Guízar Valladares que obligó a Joaquín Caballero Rosiñol a dejar inconclusa la curul federal para imponerlo de candidato a la alcaldía, donde antes ha estado en dos ocasiones y luego impusiera a Theurel Cotero en el trono imperial.
Pero, además, el biógrafo del fallido candidato azul también describe su gran debilidad por el billete, quizá, acaso, y de ser así, por la infancia precaria. Por ejemplo, la fama pública registra que cuando ha estado en el poder ofrece cargos públicos a cambio de un estímulo financiero. Y deslizado en el tobogán de las tentaciones, ha ofertado el mismo cargo en varias ocasiones.
Claro, es un político hábil. Y a diferencia de René Bejarano, quien fuera filmado cuando se atragantaba de las fajas de billete que el playboy argentino, Carlos Ahumada, le estaba dando, Guízar Valladares es precavido y ninguna prueba existe que en el camino a Itaca quedara seducido por los 20 millones de pesos.
Pero, al mismo tiempo, resulta inexplicable que de pronto la pasión y la enjundia por la candidatura panista a la alcaldía de Coatzacoalcos se apoderaran de su vida, y de pronto, “antes de que el pobre gallo cantara tres veces”, el candidato tuviera, como en el título de la novela de Gabriel García Márquez, quien le escribiera, quien llamara a su puerta, quien le midiera el agua a los camotes…
Y, por tanto, se redujera a nada. Mejor dicho, casi nada.
Y es que Marcelo Montiel Montiel es un encantador de serpientes por eso ha permanecido tanto en el poder político. Conoce la naturaleza de los hombres y sus debilidades. Sabe el encanto perturbador del billete. Lo dijo el clásico de la universidad harvardiana de la Cuenca del Papaloapan: “Lo que en política se compra con dinero… sale barato”.
Ni hablar. Hay días, noches, horas en la vida, cuando los principios, los ideales, las convicciones, estorban. Se vuelven incómodas… Y más cuando te ponen 20 millones de pesos en billetes nuevecitos, en denominaciones de mil pesos, amarrados con ligas, bien acomodaditos en una maleta negra con doble fondo… y sin recibo, claro. (El Piñero de la Cuenca).

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