Columna: CLAROSCUROS
Todos son violados, asesinados
y explotado tanto en México como
en EEUU; la diferencia es el ADO…
Por José Luis Ortega Vidal
(1)
A pesar de no existir datos duros al respecto, resulta claro
que el fenómeno migratorio centroamericano tiene una vertiente que involucra a
México como destino y no como lugar de paso.
Parejas, familias que incluyen a un padre, una madre con
uno, dos o más hijos; hombres y mujeres solteros, atraviesan la frontera entre
Guatemala y Tabasco o Chiapas con el deseo de quedarse a vivir en nuestro país.
Veracruz y lugares como Jáltipan, Acayucan y Coatzacoalcos
forman parte de la lista de destinos de los migrantes.
Este fenómeno -lo mismo que la migración centroamericana que
sólo va de paso- no es nuevo.
Existen testimonios en lugares como Medias Aguas y Tierra
Blanca en el sentido de que al inicio de la década de los 70s –cuarenta años
atrás- el tren ya movilizaba a migrantes ilegales.
Ambos poblados son muy importantes para los migrantes que
viajan a través de “la bestia”.
Ubicada en el municipio de Sayula de Alemán, la comunidad de
Medias Aguas es sede de un nodo clave en el sistema ferroviario; mientras que
Tierra Blanca es un lugar de paso obligado para quienes se movilizan a través
del tren hacia el Distrito Federal y el estado de México; concretamente a la
terminal ferrocarrilera de Lechería.
En los años 70 se empezaron a trasladar grupos pequeños, de
tres o cinco individuos, mayores de edad y casi siempre varones procedentes de
diversos lugares en Centroamérica.
Hoy -narra una religiosa que presta auxilio en el albergue
“Virgen de Guadalupe” de Tierra Blanca- migran pueblos enteros, familias
completas; grupos en los que se incluyen mujeres y niños; matrimonios o madres
solteras.
(2)
En Acayucan, la presencia de ciudadanos guatemaltecos que
optaron por quedarse a vivir en este municipio es algo común.
También hay personas de origen hondureño que al paso de los
años se casaron o se vincularon a vecinos de la región –incluido Jáltipan- y
formaron familias.
Hay historias de centroamericanos que terminaron
participando en la vida política, en una sociedad tolerante con la migración.
Mientras una familia los incluya en su seno y sobre todo
cuando se convierten en madres o padres de hijos con sangre mexicana, los
migrantes terminan convirtiéndose en “mexicanos sin credencial de elector” y
más tarde algunos de ellos terminan inscritos en el Instituto Federal Electoral.
(3)
El fenómeno de los migrantes que viajan con la intención
directa de quedarse a vivir en México, continúa.
Coatzacoalcos es otro destino, dado su atractivo como lugar
que ofrece la más alta oferta de empleo en la zona Sur.
Una pareja hondureña entrevistada por el reportero en el mes
de mayo del 2012, contó su historia en un resumen muy claro: son padres de dos
menores y viajaron juntos a través del tren, protegiéndose con un grupo de
hondureños; paisanos suyos.
Llegaron por la vía de Tenosique hasta Coatzacoalcos y
mientras el resto del grupo decidió continuar su viaje, ellos optaron por
“probar suerte” en esta ciudad.
- “Aquí
hay movimiento como no lo he visto en Honduras. Yo sé mover maquinaria pesada;
soy chofer; tengo experiencia y aquí veo mucha industria; sólo quiero empleo”;
dijo él.
- “Es un
lugar bonito, tranquilo”, dijo ella.
- También
hay violencia, respondí.
- “No, no
se compara con Honduras; aquí está muy bonito para traer a nuestros hijos; sólo
queremos empleo”, reiteró ella.
Esta pareja recibió apoyo de una familia porteña. Allí se
resguardan intentando asimilarse día con día a una sociedad formada en buena
medida por migrantes nacionales e internacionales que fueron atraídos por el
boom petrolero de las últimas cuatro décadas y por la condición portuaria de lo
que alguna vez se llamó “La Villa del Espíritu Santo”.
La diferencia entre los migrantes que han triunfado en
Coatzacoalcos y esta pareja hondureña es la condición legal y las
circunstancias económicas y de inseguridad que motivan su viaje.
(4)
Entre el 8 y el 9 de julio, unos doscientos migrantes
varados en Coatzacoalcos decidieron caminar hasta Tierra Blanca –distante a
unos 300 kilómetros-.
Llegaron a Minatitlán y luego a Acayucan.
Juntos y sin usar los camiones de pasaje que revisan los
agentes del Instituto Nacional de Migración por temor a ser detenidos,
simplemente se fueron.
“La bestia” quedó reparada el día 11 de julio.
El INM reporta que 193 migrantes de plano pidieron ser
regresados a Centroamérica.
El retorno sólo los lleva hasta la frontera con Guatemala
pero los hondureños y salvadoreños pueden transitar por este país porque existe
un acuerdo migratorio que se los permite.
De acuerdo a esta norma signada por Guatemala, Honduras, El
Salvador y Nicaragua los nativos de estas naciones pueden movilizarse entre
ellas sin necesidad de pasaporte.
Son como París. Madrid y Londres, nomás que en la absoluta
pobreza.
(5)
Sumados los viajeros “de a pie” que partieron de
Coatzacoalcos a los “arrepentidos” que retornaron a la frontera entre México y
Guatemala con apoyo del INM, representan a casi 400 ciudadanos en condición
ilegal que estuvieron varados luego de que “la bestia” interrumpió su
funcionamiento el 17 de junio.
Ciego, insensible, irresponsable y mentiroso, Rafael
Pretelín Poucholen -delegado del INM en Veracruz- declaró a El Universal que
exageraban quienes afirmaron que en Coatzacoalcos había unos dos mil migrantes
varados.
El funcionario federal nomás vio a 450; de los cuales casi
400 ya se habían marchado o pedido apoyo al INM.
La presencia de la Cruz Roja Internacional, los llamados de
apoyo de la Cruz Roja de Coatzacoalcos; la petición de respaldo del
Ayuntamiento porteño; la intervención del gobierno del estado; la movilización
de grupos civiles que en forma permanente apoyan a migrantes en Puerto México y
que dijeron una y otra vez a la prensa que estaban rebasados por el problema; las
escenas lastimosas de docenas y centenas de centroamericanos durmiendo bajo los
puentes en espera de que “la bestia” les permitiera seguir su viaje; las
docenas de migrantes que se observaron en las esquinas pidiendo limosna para
poder comer y extendieron su presencia a sitios vecinos como Acayucan y Sayula…
Este escenario dantesco de una clara violación a los
derechos humanos de ciudadanos guatemaltecos, hondureños y salvadoreños, tanto
de sus propios gobiernos y la sociedad de la que surgen; pero también de las
autoridades y un sector de la sociedad mexicana; del crimen organizado nacional
e internacional que los acosa, agrede y explota, así como del hipócrita
gobierno y sociedad norteamericanos que los reclaman, los necesitan, los
reciben y los exprimen pero no asumen mayor compromiso que el de pagar unos
cuantos dólares por su labor y ningún centavo por sus vidas…
Todo esto, es lo que el delegado estatal del INM no vio, no
escuchó y no admitió.
El problema no es Rafael Pretelín.
Dicho personaje sólo reproduce en sus declaraciones a la
prensa nacional un discurso tan demagógico y falso como funesto.
Y dicho discurso no es de su autoría: viene del Estado.
Rafael Pretelín Poucholen constituye apenas una pequeña voz
-cruda y real- de la política migratoria de México de EEUU y de Centroamérica.
A ninguna de estas tres partes les interesa el respeto a los
derechos humanos de los miles de ciudadanos que pasan por territorio mexicano
cada vez en mayor número y cada ocasión en peores condiciones.
Quienes vivimos en Coatzacoalcos observamos entre el 17 de
junio y el 11 de julio una copia de lo que ocurre con los mexicanos en su viaje
y su llegada a Estados Unidos.
Los migrantes mexicanos que buscan llegar o entran a Estados
Unidos también son ultrajados, violados, asesinados y explotados en aquel país
como ocurre con los centroamericanos en México y en el propio EEUU.
La diferencia es que nuestros vecinos viajan en “la bestia”
y nuestros paisanos tienen la opción de hacerlo en ADO.

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