martes, 22 de mayo de 2012

Rubén Leyton, hombre de lucha y fortaleza mental





 Déjame que te cuente...

   

El antropólogo Rubén Leyton Ovando
Diversos jaraneros en homenaje a Rubén.
Reconocimiento de escritores Leyton Ovando
Sergio Trejo el maestro de ceremonias.
Alfredo Delgado dio a conocer biografía de Leyton
Homenaje al hijo destacado de Acayucan
Marjorie reconociendo el trabajo de Rubén Leyton.
Se llenó el salón de amigos de Leyton.

Por Sergio M. Trejo González

El pasado mes de abril los amigos, agregados, vecinos, colegas y gente que bien  conoce y quiere a Don Rubén Leyton Ovando, tuvimos un encuentro para rendirle un merecido homenaje. Oportunidad que sirvió para que, quienes sabemos de la pasión  de Rubén  por el estudio y la investigación, de todas las expresiones culturales de nuestro país, expusiéramos de manera singular nuestro agradecimiento al hombre que ha dedicado su vida valiosa al rescate de costumbres, ritos, usos  y de esa historia horizontal que tanto le arrebata y le entusiasma…comerciantes, intelectuales, vecinos, intérpretes, poetas y escritores se dieron cita en el sencillo evento que fue a la vez fiesta y reconocimiento a su trayectoria.
Rubén Leyton Ovando nació en Tamiahua, Veracruz, pero son tantos los años que lleva viviendo en  Acayucan, que sin saberlo es más acayuqueño que los tamales de chipile. Es aquí donde lo conocí y es aquí donde ha tenido la paciencia y la voluntad para terminar sus ensayos convertidos en las ediciones que lo transportan al mundo literario. “Los culebreros”, su primera obra, es un tratado necesario para la comprensión exacta de las aportaciones primitivas a la medicina. Ahí están los hábitos, la rutina y las prácticas ancestrales en peligro de extinción, que son las medidas y el procedimiento sobre la curación del piquete de víbora y las creencias en torno a ésta, muy arraigadas en el imaginario popular de los grupos indígenas;  “Pillaya”, Zopilote Cabeza de Rey, es su otro libro que representa en si la culminación de sus vivencias, proyectadas desde su lugar de origen al mundo. Su trabajo, aquí, resulta un verdadero almanaque de festividad; es el calendario de sucesos que desde un rincón veracruzano resulta muestra y reflejo de cualquier otro lugar que presuma de mantener viva cierta manera de convivir y de festejar y de morir. Música, gastronomía, vestiduras, técnicas de labores, litúrgica social y religiosa.
Arrieros de Apompo, A.C. fue la organización cultural que tuvo la feliz ocurrencia de celebrar los 47 años de quehacer cultural, histórico y de investigación antropológica del “negro” Leyton, como le llamamos sus allegados.
En una síntesis apretada que hizo su colega y amigo, Alfredo Delgado Calderón, tuvimos el recuento de los motivos para tal homenaje a tan ilustre personaje; salió a relucir su incansable labor y su genio en favor de la cultura desde las trincheras del entonces Instituto Nacional Indigenista (INI), hoy Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), y de la Dirección General de Culturas Populares, además del privilegio de coincidir y codearse en proyectos de trabajo con lo más granado y notable de la investigación indígena y popular de nuestro país.
Pero no sólo se agotó, la noche de su homenaje, el currículo personal en los aspectos del desempeño de cargos burocráticos en Michoacán, en Oaxaca, en Colima y por supuesto en Veracruz. Conocimos la legua que ha recorrido dictando conferencias y exposiciones de sus estudios vastos y profundos de investigación en infinidad de temas.
Ahora, sabemos que Rubén Leyton se encuentra postrado en tratamiento médico. Lo fuimos a visitar a Coatzacoalcos para brindarle al menos nuestra presencia solidaria a sus familiares, pues no se puede platicar con Rubén dado su estado de salud… Se encuentra delicado y sus amigos necesitamos elevar alguna plegaria al que decide todo esto para que nos conceda una prórroga. Sabemos de estas batallas. De ninguna manera son fáciles pero Leyton es un hombre de lucha y fortaleza mental y física.  Coloquemos nuestra muralla espiritual a su rededor para que con nuestras oraciones encuentre nuestro amigo la recuperación que nos permita disfrutar de su plática, de sus consejos, de su afecto… Padre nuestro que estás en los cielos. Tú, que para redimir a los hombres y sanar a los enfermos quisiste asumir nuestra condición humana; mira con piedad a Rubén, que necesita recuperarse.

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