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Déjame
que te cuente...
El antropólogo Rubén Leyton Ovando |
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Diversos jaraneros en homenaje a Rubén. |
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Reconocimiento de escritores Leyton Ovando |
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Sergio Trejo el maestro de ceremonias. |
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Alfredo Delgado dio a conocer biografía de Leyton |
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Homenaje al hijo destacado de Acayucan |
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Marjorie reconociendo el trabajo de Rubén Leyton. |
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Se llenó el salón de amigos de Leyton. |
Por Sergio M. Trejo González
El
pasado mes de abril los amigos, agregados, vecinos, colegas y gente que
bien conoce y quiere a Don Rubén Leyton
Ovando, tuvimos un encuentro para rendirle un merecido homenaje. Oportunidad
que sirvió para que, quienes sabemos de la pasión de Rubén por el estudio y la investigación, de todas
las expresiones culturales de nuestro país, expusiéramos de manera singular
nuestro agradecimiento al hombre que ha dedicado su vida valiosa al rescate de
costumbres, ritos, usos y de esa
historia horizontal que tanto le arrebata y le entusiasma…comerciantes,
intelectuales, vecinos, intérpretes, poetas y escritores se dieron cita en el
sencillo evento que fue a la vez fiesta y reconocimiento a su trayectoria.
Rubén Leyton
Ovando nació en Tamiahua, Veracruz, pero son tantos los años que lleva viviendo
en Acayucan, que sin saberlo es más
acayuqueño que los tamales de chipile. Es aquí donde lo conocí y es aquí donde
ha tenido la paciencia y la voluntad para terminar sus ensayos convertidos en
las ediciones que lo transportan al mundo literario. “Los culebreros”, su
primera obra, es un tratado necesario para la comprensión exacta de las
aportaciones primitivas a la medicina. Ahí están los hábitos, la rutina y las
prácticas ancestrales en peligro de extinción, que son las medidas y el
procedimiento sobre la curación del piquete de víbora y las creencias en torno
a ésta, muy arraigadas en el imaginario popular de los grupos indígenas; “Pillaya”, Zopilote Cabeza de Rey, es su otro
libro que representa en si la culminación de sus vivencias, proyectadas desde
su lugar de origen al mundo. Su trabajo, aquí, resulta un verdadero almanaque
de festividad; es el calendario de sucesos que desde un rincón veracruzano
resulta muestra y reflejo de cualquier otro lugar que presuma de mantener viva
cierta manera de convivir y de festejar y de morir. Música, gastronomía,
vestiduras, técnicas de labores, litúrgica social y religiosa.
Arrieros
de Apompo, A.C. fue la organización cultural que tuvo la feliz ocurrencia de
celebrar los 47 años de quehacer cultural, histórico y de investigación
antropológica del “negro” Leyton, como le llamamos sus allegados.
En una
síntesis apretada que hizo su colega y amigo, Alfredo Delgado Calderón, tuvimos
el recuento de los motivos para tal homenaje a tan ilustre personaje; salió a
relucir su incansable labor y su genio en favor de la cultura desde las
trincheras del entonces Instituto Nacional Indigenista (INI), hoy Comisión
Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), y de la Dirección
General de Culturas Populares, además del privilegio de coincidir y codearse en proyectos de trabajo con lo más granado y notable de la
investigación indígena y popular de nuestro país.
Pero no
sólo se agotó, la noche de su homenaje, el currículo personal en los aspectos del
desempeño de cargos burocráticos en Michoacán, en Oaxaca, en Colima y por
supuesto en Veracruz. Conocimos la legua que ha recorrido dictando conferencias
y exposiciones de sus estudios vastos y profundos de investigación en infinidad
de temas.
Ahora,
sabemos que Rubén Leyton se encuentra postrado en tratamiento médico. Lo fuimos
a visitar a Coatzacoalcos para brindarle al menos nuestra presencia solidaria a
sus familiares, pues no se puede platicar con Rubén dado su estado de salud… Se
encuentra delicado y sus amigos necesitamos elevar alguna plegaria al que
decide todo esto para que nos conceda una prórroga. Sabemos de estas batallas.
De ninguna manera son fáciles pero Leyton es un hombre de lucha y fortaleza
mental y física. Coloquemos nuestra
muralla espiritual a su rededor para que con nuestras oraciones encuentre
nuestro amigo la recuperación que nos permita disfrutar de su plática, de sus
consejos, de su afecto… Padre nuestro que estás en los cielos. Tú, que para
redimir a los hombres y sanar a los enfermos quisiste asumir nuestra condición
humana; mira con piedad a Rubén, que necesita recuperarse.
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