*Derrotados en las urnas tres aspirantes a Los Pinos y 3 a gobernadores
*Reynaldo Escobar cuenta historias del fracaso panista en un país convulso
*Ha perdido 15 kilos en campaña, pero está amarrando el voto priista
Por Luis Velázquez/Segunda parte
Xalapa, Veracruz. 28 de abril de 2012.-El
candidato anda en campaña. Camina el distrito. A pie. De casa en casa.
El eje central, escuchar a la gente. A los otros. Entra a una tienda de
la colonia El Moral y platica con las señoras. Pasa a una tortillería y
se come una tortilla y platica con las mujeres. Pasa a una miscelánea y
sigue dialogando. Entra a una carnicería y se lleva medio kilo de
bisteces y platica. Pasa el autobús urbano y se trepa. Y saluda. Y
obsequia el tríptico con la foto de Enrique Peña Nieto y la suya.
Reynaldo Escobar camina desde temprano.
Un desayuno de trabajo con los electores. La visita a otra colonia. Y a
otra. Y a otra. Todo el día. A las 7 de la noche, apenas oscureciendo,
llega de invitado especial a la asamblea, digamos, de las transportistas
independientes, todas mujeres. En la noche, en su búnker, cafecito y
pan con los promotores electorales.
El candidato a diputado federal por
Xalapa urbano carga el siguiente peso histórico: en el año 1994 el
candidato presidencial del PRI, Ernesto Zedillo, perdió la elección en
el distrito. Y en otros más de Veracruz.
En el año 2000, Francisco Labastida Ochoa también perdió Xalapa urbano. Y otros distritos.
En el año 2006, Roberto Madrazo Pintado de igual fue derrotado.
En 1998, el candidato priista a gobernador, Miguel Alemán Velazco, perdió Xalapa.
En 2004, Fidel Herrera Beltrán, también.
En 2010 no obstante que le habían prometido 80 mil sufragios, Javier Duarte perdió Xalapa. Y otras regiones.
Por eso Reynaldo Escobar camina. Más de
doce horas diarias atrás del voto. Y lo promociona para el candidato
presidencial de su partido, el rojo. Y para los Yunes priistas, sobrino y
tío. Y, claro, para él mismo, luego de 37 años de carrera en diferentes
cargos públicos y de 22 años como maestro en la facultad de Leyes de la
Universidad Veracruzana.
Aprendiz de zapatero, de panadero y
repartidor en el final de la niñez y la adolescencia, el candidato
platica con la población electoral, sin rollos ni discursos populistas y
ramplones ofreciendo el paraíso utópico, como otros candidatos que
bajan el cielo y las estrellas diciendo que terminarán con la pobreza
durante los tres años en el Congreso federal.
Debajo de un árbol frondoso, con mucha
sombra, el candidato escucha. Toma nota. Registra peticiones. Una hora
después, quizá más tiempo, en vez de una perorata tan estéril como
inútil, conversa. Cuenta historias. El frívolo paso de Vicente Fox y
Marta Sahagún (aquella que gobernaba con un brujo en Los Pinos) y de los
hermanitos Bribiesca. Y sus negocios millonarios. El toallagate, las
toallas de 4 mil pesos que Martita se compraba para secarse luego del
baño.
También cuenta la historia de Felipe
Calderón cuando apenas llegó a director de Banobras y solicitó un
préstamo para comprarse una residencia. El desengaño del presidente del
empleo, como se llamaba a sí mismo Calderón. Los 90 mil muertos que ha
dejado la guerra contra el narcotráfico. Los 80 mil desaparecidos en el
país. Muchos, dice, en Veracruz. Y en Xalapa.
“No es posible”, dice el candidato, “tanto derramamiento de sangre. Y tanto desempleo”.
EL CANDIDATO HA PERDIDO 15 KILOS
Entonces recuerda a los electores
aglutinados alrededor, debajo del árbol, que a la hora de despedirse
Benedicto XVI dejó a Felipe Calderón ‘’la víbora chillando’’ por el
número insólito de muertos.
Y también recuerda que cuando días
después Calderón viajó a Estados Unidos, el presidente Barack Obama
también le dijo que el número de muertos en ningún momento justificaba
la narco/guerra.
Así, el candidato se convierte en el
único del priismo con un lenguaje frontal, de cara a la realidad. Sin
evadir hechos ni circunstancias. Planteando a la gente, a partir de
historias, el estilo de gobernador de los dos presidentes azules.
Incluso, cuando describe las ambiciones
políticas de Marta Sahagún, de pronto el candidato interrumpe la
historia y pregunta si ahí la dejan o desean conocer el desenlace de la
telenovela foxista.
La gente, entonces, pide más. Y detalla
cómo, de qué manera Martita abandonó a su esposo, Bribiesca, para seguir
a Fox. Y cómo se le metió a Fox hasta la recámara. Y como sus hijitos
hicieron negocios a diestra y siniestra. Y cómo Martita también con su
Fundación Sahagún.
Los electores terminan más indignados
que nunca, cuando, y como en la colonia El Moral, miran y redescubren la
desigualdad social y económica que habitan.
Con Fox, recuenta el candidato, 60 millones de pobres. Con Calderón, 28 millones más en pobreza alimentaria.
¡Ah, el México que están dejando los
presidentes panistas!, exclama Reynaldo, y a partir de las historias,
arranca el aplauso, la solidaridad, la garantía de que la gente votará
por la fórmula tricolor.
Casi 40 años de Reynaldo en el servicio
público. Polémico, controvertido, bragado, una vez más enfrentará a la
oposición en las urnas. Y su reto es descomunal. Tres candidatos del PRI
a Los Pinos han perdido en el distrito de Xalapa urbano. Tres
candidatos a gobernador, también. Ahora lucha para “sacar al buey de la
barranca” como sostiene el dicho ranchero. Y camina. Tanto, que por
ahora ha bajado 15 kilos. Y además, está a dieta rigurosa con una
nutrióloga. Recobrando vitalidad y destreza en el cuerpo. (Tomado de El Piñero/ 28 abril del 2012).
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sábado, 28 de abril de 2012
Reynaldo Escobar
Con la carga de las derrotas priistas en Xalapa
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