lunes, 5 de marzo de 2012

DEVUELVAN A MIKHELE‏

Columna: CLAROSCUROS

José Luis Ortega Vidal

(1)

Pedro Jiménez Lara nació en Acayucan. Acá, en el sur de Veracruz donde la noticia sobre la desaparición de su hijo Mikhele Jalil, consterna, indigna, devasta.

De origen humilde, nativo del barrio Tamarindo, Pedro es un ser humano que toda su vida se ha dedicado a estudiar e investigar.

Es arqueólogo y Mikhele Jalil como el resto de su familia, ha convivido junto al trabajo de escudriñar sitios históricos.

“El Tajín” y Tlacojalpan, en la cuenca del Papaloapan, son dos de muchos ejemplos.

Pedro y su familia han vivido siempre en la justa medianía económica que oferta una labor de esa naturaleza.

Mikhele Jalil sabe que el trabajo intelectual como el desarrollado por su padre no vuelve rico a nadie, pero permite habitar con dignidad en el espacio que la vida nos asigna.

¿Por qué Mikhele?

¿Por qué el hijo de un arqueólogo tan brillante como alejado de la riqueza monetaria?

La única respuesta que encuentro es la misma que obtuve cuando supe del drama que envolvió al poeta Javier Sicilia, en Morelos, meses atrás: nuestro país vive una circunstancia atroz que llena de dolor cada día a más inocentes.

Señores que se han llevado a Mikhele Jalil Jiménez Velasco: por favor, permitan que de nueva cuenta esté con nosotros.

Mikhele Jalil sólo es un muchacho, un joven testigo del trabajo profundo y maravillosamente humano que realiza su papá y que estudia para forjar su propio camino.

Los amigos de Pedro y de Mikhele –muchos por la generosidad y brillantez de padre, madre e hijos de esta humilde familia mexicana- sólo lo queremos de regreso.

No se me ocurre otra cosa que pedirles, y lo hago bajo la certeza de que ustedes son seres humanos como nosotros y pensando en la posibilidad de que lean estas líneas.

Sólo mírense al espejo, observen su condición humana y permitan que nuestro querido Mikhele Jalil regrese a casa, sano y salvo.

Después, ustedes sigan su camino y que Dios los proteja.

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