martes, 16 de agosto de 2011

Columna: CLAROSCUROS

Por José Luis Ortega Vidal


(1)


Al medio día del jueves 28 de julio, el sacerdote Alejandro Solalinde se hincó al inicio de la misa que él y dos sacerdotes más ofrecían debajo del puente de la Avenida Uno, en Coatzacoalcos.
Como parte de la homilía a su cargo, el padre pidió perdón a los integrantes del crimen organizado por -lo que llamó- las culpas que los habrían arrojado a la delincuencia.
Solalinde pidió perdón a los zetas y otros criminales por:
La Iglesia que se concentró en el culto y se burocratizó, en lugar de evangelizarlos…
El gobierno que se sumió en la corrupción…
La sociedad que se dedicó al culto del dinero…


(2)


La noche del miércoles 10 de agosto, Javier Duarte De Ochoa realizó el anuncio de mayor significado político en los ocho meses de su gestión.
El gobernador dijo que en Veracruz no hay lugar para la impunidad y que su gobierno aplicará La Ley -con toda firmeza- en contra de funcionarios públicos, empresarios y periodistas que hayan traicionado al Estado.
Desde el propio miércoles, durante el jueves, aún el viernes y sábado y como remate en las misas del domingo 14 de agosto, las declaraciones de respaldo al discurso del jefe del ejecutivo veracruzano no se hicieron esperar.
Faltaba más…
Representantes de universidades, de partidos políticos, legisladores, alcaldes, empresarios, el clero y periodistas, firmaron desplegados o manifestaron en declaraciones y textos su apoyo a Duarte.


(3)


Vistos los pronunciamientos a la distancia: uno –el de Solalinde- parece ser autocrítico; otro -el de Javier Duarte- se aprecia como un llamado tan valiente como solitario y por tanto riesgoso.
Solalinde lanzó una crítica severa a enemigos con los que lleva toda su vida enfrentándose y calculó muy bien el objetivo de su discurso: hallar –una vez más- eco a su voz en los medios de comunicación.
La petición de perdón al crimen organizado se escuchó en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en la Cancillería Hondureña y en Los Pinos, vía algunos medios de comunicación nacionales y el diálogo directo con enviados de la CIHD y el gobierno hondureño.
Y ya; hasta el momento…
El llamado del gobernador ha tenido un respaldo inmediato en los sectores por los que –justamente- el sacerdote que encabeza el albergue “Amigos en el camino” en Ixtepec, Oaxaca, pidió perdón; esos sectores a los que don Alejandro considera, por decir lo menos, hipócritas.
Por ejemplo, la Iglesia Católica veracruzana se sumó una vez más, el domingo, a respaldar al gobernador.
¿Alguien podría no hacerlo?
Salvo los panistas y perredistas cuya prioridad es el 2012 y –desde luego- el crimen organizado, el resto de la sociedad veracruzana está con el gobernador y su causa.
Llego a esa conclusión por simple sentido común.
Pero ese no es el punto.
Bienvenida la moral, claro está.
Pero la moral no detiene balas.
Y la moral como discurso, es falsa si viene de un demagogo.
Bienvenidas las firmas de apoyo, por supuesto.
Pero las firmas no generan empleos.
Y la falta de inversiones consiste en ese hecho de sacar dinero del bolsillo y ponerlo a trabajar al margen de las obras de los gobiernos federal, estatal, municipales y de PEMEX.
Quienes vive de eso no son empresarios: son oportunistas, vividores, maestros en el arte del diezmo y gente muy “generosa” a la hora de estampar su firma en algún desplegado a favor del mejoramiento social; claro que sí…
Escribir columnas dictadas no convierte a nadie en periodista.
La declaración de banqueta; la pertenencia a un grupo de poder con el tamaño y la fuerza de Goliat no convierten a ningún funcionario público en un político y mucho menos en un servidor público eficaz y honesto


(4)


Solalinde puede ser criticado por buscar llamar la atención -de una manera actoral si se le quiere ver así; en lo personal, he sido testigo de su trabajo y lo aprecio como un luchador social auténtico-.
No obstante, nadie puede negar la veracidad de su discurso y la legitimidad de la lucha que por años lo ha llevado a arriesgar su vida en defensa de lo que cree.
La Iglesia que se solidariza en misa con el gobernador, es la misma que se concentró en el culto y abandonó la evangelización.
Los empresarios que firman y firman desplegados, son los mismos que han acumulado riqueza y la administran obteniendo contratos del erario público, mientras el grueso de su capital obtiene intereses en bancos extranjeros.
La clase política que al unísono alza la voz junto al gobernador, es la misma que habita en el submundo de la corrupción y las elecciones plurinominales: muchos de sus integrantes son capaces de cobrar en la nómina oficial, lo mismo que en la nómina de los delincuentes; por ejemplo.
El periodismo mexicano y en particular el veracruzano, ha abandonado su misión durante décadas.
Es más fácil encontrar a una familia que no tenga a uno de sus integrantes en calidad de migrante en Estados Unidos, que a un periodista comprometido con su oficio en los días que corren…


(5)


El gobernador duerme con el enemigo.
La sociedad mexicana y la veracruzana en particular, duermen con el enemigo.
Alejandro Solalinde tiene razón en ese sentido.
Se le desea todo el éxito a Javier Duarte de Ochoa.
Sus éxitos y sus fracasos son nuestro patrimonio o nuestro futuro oscuro.
La diferencia es que Solalinde pidió perdón y logró el objetivo que buscó con ese mensaje: fue escuchado y se ha retirado a seguir con su lucha profunda, de largo alcance y en pro de los desposeídos entre los desposeídos.
Y por su parte, Javier Duarte ha lanzado un discurso valiente y honesto, pero parece estar predicando en el desierto; más aún, luce como un gobernador solitario.
El gobernador debe entender que una buena parte de las firmas de apoyo a su discurso, representan a los responsables del drama que hoy se vive en Veracruz.
Y mientras todo quede en discurso, esos firmantes seguirán tranquilos en los rincones de su impunidad.
Si aparecen nombres y acciones concretas contra ellos y sus cómplices, los riesgos crecerán.
Los periodistas ya conocemos las consecuencias de esas pugnas.
Javier Duarte debe leer entre líneas, en las firmas recabadas por todo Veracruz, dónde están los rostros de los verdaderos apoyos a su causa; y dónde están los fariseos.
Hay de crimen organizado a crimen organizado.
A unos ya los conoce, porque son cobardes y desalmados cubiertos por la máscara del cinismo.
Empero, toda acción del gobernador deberá cuidarse de los enemigos cuyo rostro se oculta en la hipocresía o peor aún: en la máscara impune del poder.

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