martes, 19 de julio de 2011

Que pagaron $300 mil por matar a Sicilia


Arribaron al bar “Obssesion” pasadas las 10 de la noche. Gabriel, Juan Francisco, Jesús, Luis Antonio, Jaime y Álvaro, acompañado de María del Socorro, bajaron de los 3 autos en los que se transportaron y que habían metido al estacionamiento del lugar, ubicado sobre avenida Cuauhnáhuac, en la colonia Progreso, del municipio de Jiutepec.
Por ser domingo, no había mucha gente; bajaron de los carros y se dirigieron a la entrada. Según la Averiguación Previa Número AP/PGR/MOR/CV/207/V/2011, al parecer, Álvaro Jaime, envalentonado por los tragos que habían tomado durante la tarde, en el bar “La Rana Cruda”, llegó a reclamar por el robo de una cámara y un celular de uno de sus sobrinos en el “Obssesion”, días antes.Los ánimos se caldearon y comenzó una discusión, seguida de un forcejeo, por lo que el cadenero llamó por radio a sus compañeros; del interior del lugar salió un individuo apodado “El Rojo”, quien, junto con meseros y personal de seguridad, sometió, después de una pelea, a los siete.No conformes con haberlos golpeado, les quitaron sus pertenencias y los retuvieron, hasta que llegó el gerente del bar, Alejandro Manuel Nava Martínez, quien decidió llamar a Julio Jesús Radilla Hernández, alias “El Negro”; junto con el jefe de plaza del Cártel del Pacífico Sur (CPS), arribó Víctor Manuel Valdez Arteaga, “El Gordo Varilla” o “El Pitocho”.Nava Martínez les pidió que le hicieran “el paro” con las 7 personas retenidas, ya que no quería tener problemas con el lugar y que se lo fueran a clausurar. Les ofreció por el “levantón” la cantidad de 300 mil pesos, más dos automóviles de su propiedad.Con “El Negro” y el “Gordo Varilla” iban varios sicarios bajo sus órdenes, quienes subieron en distintos vehículos a Juan Francisco Sicilia y sus amigos; abandonaron el lugar y se dirigieron, en caravana, hacia la colonia Villas del Descanso, de Jiutepec, donde, en la calle Pino, lote 12, tenían una casa de seguridad.Según la investigación realizada por la PGR en Morelos, en la casa de seguridad los siete fueron maniatados, les pusieron vendas en la cara, y cinta canela encima de éstas, lo cual les provocó la muerte por sofocación por obstrucción de vías respiratorias a seis de los hoy occisos.Pero uno de ellos, Álvaro Jaimes Avelar, el tío, el mayor de los siete, fue masacrado a golpes durante la tortura a la que fue sometido, para después ser ahorcado de forma salvaje. Los siete cuerpos fueron introducidos en un auto Honda-Civic, color arena, en el cual fueron encontrados el lunes siguiente, en la mañana.

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