lunes, 4 de abril de 2011

EN EL “NOMBRE” DE DIOS…

Columna: CON RUMBO AL SUR…

Por Angel Gabriel FERNÁNDEZ


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Cuando la Madre Teresa de Calcuta recibió el premio Nóbel, dijo: “Acepto, agradecida, en nombre de los pobres, de los enfermos y de los que viven en soledad…”.

Herman Hesse, filósofo alemán que primero estuvo en un seminario, dijo: “Da, Señor, a los ricos todo lo que pidan. A nosotros, los pobres que nada deseamos, danos tan sólo el gozo de saber que Tú fuiste uno entre nosotros”.

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La Iglesia a San Martín Obispo en Acayucan puede ser la casa de los católicos, pero no la casa de Dios… menos de los pobres.

Los pobres, los indigentes, esos tienen que estar en los lugares públicos, en el parque Benito Juárez, en los corredores del restaurante “Los Arcos del Parque”, porque –de acuerdo a los que saben lo que sucede en el seno de la Iglesia—el párroco Felipe Mata es amante de la higiene y prohibió que los indigentes y los enfermos mentales entren al sagrado recinto.

Los indigentes tienen su “cuartel” en las jardineras del parque central. Allí amontonan su ropa, la comida y las chatarras que recolectan. Su cama es el suelo y su cobija el sol.

Varios de ellos dormían antes en Iglesia, pero como algunos se “canateaban” o hacían sus necesidades en el interior, salomónicamente el sacerdote hizo las gestiones para que se fueran a la iglesia de la “Virgen de Guadalupe”, allá por la colonia Morelos.

El problema social que constituyen los indigentes y los enfermos mentales que pululan en Acayucan, además de que urge que sea atendido por autoridades municipales, debe ser atendido por la sociedad; debe ser atacado con bondad, con misericordia. La Iglesia debe abrirles los brazos.

Pero… pero me parece un tanto injusto que, por ejemplo, el asilo de ancianos “Teresa de Calcuta” hayan andado de aquí para allá y que finalmente lo hayan mandado a despoblado: está en las inmediaciones de Tecuanapa, en donde hace algunos días hubo un incendio que por poco les llega a los ancianos abandonados. Antes, el asilo estuvo donde está ahora Chedraui, también en Oluta.


(3)


En la Plaza Comercial Acayucan ha habido muchos problemas.

Ha habido venta y reventa de locales, despojos; exprimían a los locatarios con el cobro de los baños públicos y les cobraban hasta las cubetas con agua.

La directiva de la plaza cobró durante casi dos años lo de los baños públicos y nunca dio cuentas claras. Cuando los locatarios abrieron los ojos y protestaron, los directivos respondieron con denuncias.

Quien hizo todo el relajo fue el ex pastor evangélico Esteban Chiñas. Ni porque dijo que en un tiempo “recibió a Jesucristo en su corazón”, se tentaba el corazón para hacer sus trácalas o para hacerse “guaje” con las cuentas de lo que entraba de dinero por los baños público. Sería muy cristiano, pero vivía de la cochinada.

Esteban Chiñas dejó la iglesia y sus diezmos para, en este mundo pecador, dedicarse en la plaza comercial a lucrar con algunos espacios; a una de las personas que afectó fue a don Roberto Yee.

En un Juzgado penal está parte de la historia de este ex pastor evangélico: dicen que fue a parar al reclusorio por una denuncia de su ex esposa, porque resulta que cuando impartía su ministerio religioso, pues se le atravesó otro “asunto” y tuvo que despacharlo… en el nombre sea.

Resulta chistoso verlo cuando hace sus reuniones en la plaza: luego de que “choricea” a los que se dejan, se inclina, cruza las manos sobre el pecho y dice: “que Dios los bendiga, hermanos”. Que Dios lo bendiga a él para que ya no dé malos pasos.

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En la comunidad Michapan Paso Real hay una iglesia evangélica pentecostés. Los que acuden a ella, algunos, reciben el servicio de la CFE y otros hasta son beneficiados por el programa “Oportunidades”.

Pero por instrucciones del pastor, la institución religiosa no ha sido empadronada ni registrada ante los organismos correspondientes. Creen que su reino no es de este mundo. Dicen que cuando han llegado funcionarios de las dependencias correspondientes, se ponen medios “osos”; ellos sólo le dan cuentas a Dios.

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En el “nombre de Dios” se hacen muchas cosas. En Acayucan había una chamaca “junior” que varias veces protagonizó accidentes automovilísticos por imprudencia; era hija de un líder religioso y traía una estampa en su camioneta de lujo que decía “Jesús es buena onda”, pero resulta que una vez que atropelló a una persona, se dio a la fuga abandonando a la víctima.

A la iglesia “El Cayado del Pastor” llegó una vez a cantar la famosa “Camelia la Texana”, aquella hembra brava que inspiró el corrido que lleva su nombre.

El fundador del grupo musical “Junior Klan”, Hugo Fernández, abandonó la bailada por cantarle loas a Jesucristo.

Un comandante de la policía de Villa Oluta era ministro religioso, pero la lectura de las Sagradas Escrituras no le enseñaba a no cometer arbitrariedades.

A un sacerdote de la región dicen que lo investigaban porque organizaba peleas de perros.

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