PERO QUÉ NECESIDAD… LA RIFA DEL TIGRE
Por Angel Gabriel FERNÁNDEZ
(1)
Dicen que criticar y decir verdades a los enemigos es fácil. Muy fácil. Cosa común y hasta tradicional entre los mexicanos.
Pero hablar con la verdad a los amigos se complica. Lo hace uno --y eso a veces—con muchos rodeos… por aquello de que no peca. En todas las biografías de Adolf Hitler se dice que éste aseguraba que prefería ser un buen policía que un mal presidente. En tiempos de guerra, no era el encendido orador que era vitoreado por las juventudes nacionalsocialistas; en tiempos de guerra se enfundaba el uniforme y era el estratega, el que iba a luchar.
(2)
Al licenciado Clemente Nagasaki Condado Escamilla lo conozco desde sus años mozos. Desde cuando encabezaba a las juventudes perredistas, desde que empujaba las puertas del palacio municipal cuando era necesario “apretar” a las autoridades; luego desde el Cabildo, como regidor opositor, cuando ponía a temblar al alcalde Cesáreo Ortiz Peñaloza. Era aguerrido.
Lo califiqué en varias ocasiones como uno de los “cachorros” de Acayucan: su estirpe opositora así lo indica, hijo de un gran líder como el profesor Clemente Condado Mortera, a quien le podrán decir de todo, menos que no ha sido opositor de a deveras.
La irrupción de Clemente Nagasaki en la política acayuqueña como candidato a presidente municipal, fue todo un suceso: la ciudad en verdad tuvo fe en él, apoyó su candidatura y le pegó al PRI y a Regina Vázquez el susto político de sus vidas: aproximadamente 10 mil votos. Bien contaditos, uno por uno. Votos de convicción… votos que pedían el cambio en Acayucan.
Hace un año, nuevamente el licenciado Nagasaki volvió a posicionar su nombre en Acayucan: se lanza como candidato a diputado local y en lo que es el solo municipio de Acayucan, se lleva casi otros 10 mil votos. Rebasa a Fabiola Vázquez y a Abel Jacob Velasco, candidatos a presidente municipal y a diputado local.
Las pruebas ahí están: anuncios espectaculares en varias partes de la ciudad dan fe de los muchos votos que logró Nagasaki.
(3)
A inicios del año pasado circulaba en Acayucan un círculo colocado en los medallones de los automóviles con una gran “N” y el número 10. Era la sociedad civil que pedía que Nagasaki fuera nuevamente el candidato a presidente municipal. “Por un Acayucan mejor para Todos”, decía un anuncio; “Acayucan, creo en ti”, decía otro. Era la bulla política. Finalmente Nagasaki no fue candidato a Presidente, pero lo fue a diputado y en toda la región se veían escenas esperanzadoras: “Licenciado, usted es el bueno”, le decían los campesinos y los ancianos; lo recibían y lo sentaban en rústicos sillones, le daban refresco; en algunos lugres la gente de otros partidos se le sumaba.
Nagasaki fue el político de los mensajes razonados, el de moda.
(4)
Pero en las decisiones políticas no hay poeta que valga.
Por su trayectoria como agente del Ministerio Público Federal, la nueva administración estatal lo invita a colaborar y lo convierte en sub procurador de justicia en la zona sur. Acá mero, en su tierra; acá mero, donde la gente lo conoce por sus ideas políticas.
Nagasaki se sacó la rifa del tigre. Acá en Acayucan la gente lo respeta y los periodistas son, todos, sus amigos; no hay registro de que con alguien se haya peleado o de que eche malas miradas a los compañeros de la pluma.
Pero como se dice en las remisiones de la policía al Ministerio Público, “por proceder en el ejercicio de sus funciones”, la subprocuraduría a su cargo ha impuesto medidas de restricción a los reporteros policiacos. Esas no son medidas que identifiquen al joven político, pero las tiene que cumplir.
Por esas medidas, se ha echado encima a reporteros de todo el sur. Ya le enviaron escritos, ya se lo manifestaron públicamente, ya tiene que tomar medidas. Hay un dicho por ahí que dice que un gobierno puede gobernar “SIN AYUDA” de la prensa, pero jamás “EN CONTRA” de la prensa.
Un reportero difícilmente va a alterar la escena de un crimen. Lo más que puede hacer es darlo a conocer. Si no dejan que el reportero llegue al lugar de los hechos, tampoco que les avisen cuando tienen que anunciar “sus grandes chambas”, como cuando la policía detiene a vulgares raterillos o a chamacos de ancianos. Porque cuando lo último ocurre, son los mismos comandantes de la Ministerial o agentes del Ministerio Público los que avisan a los reporteros para que acudan a la presentación de los homicidas o a la reconstrucción de hechos.
Es más, la presencia y los testimonios gráficos de algunos reporteros, han sido importantes para aclarar algunos hechos delictivos; entonces sí, es cuando las autoridades buscan a los periodistas. Es obvio que ya no estamos en los tiempos de antes, cuando los perros se amarraban con longaniza y no se la comían, o como cuando un reportero policiaco acomodaba al muerto para tomar el mejor ángulo o como cuando un reportero de la zona de Acayucan recogía las vísceras de un atropellado por el tren para mostrarlas a los lectores. No, pero puede ser que los reporteros lleguen, hagan su trabajo y que igualmente las autoridades hagan su trabajo.
(5)
El caso es que un viricueto de procuración de justicia, unas órdenes medio absurdas de “allá arriba”, ponen en entredicho a una figura de la política como Nagasaki Condado. Lo ponen, primero, a discrepar, con los periodistas y a crear suspicacia entre los ciudadanos.
Pero qué necesidad, diría Juan Gabriel, para qué tanto problema.
No era necesario, diría Reiyli, el cantante, no el Procurador.
No creo que al licenciado Nagasaki lo hayan enviado a la sub procuraduría a quemarse. No a él que ha sido de las aves que cruzan el pantano y no se manchan.
(6)
Sinceramente, prefería a Nagasaki con sus ideas opositoras, con sus proyectos por Acayucan, con sus 10 mil votos, sudando las camisetas y gastando las suelas de sus tenis buscando un Acayucan mejor para todos.
Pero si ya se enfundó el uniforme, a lo mejor es porque prefirió ser un buen policía que un mal Presidente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario