Columna: Déjame que te cuente…
Por Sergio M. Trejo González
Ayer, buscando la inspiración para escribir algunas calaveras que, a propósito de día de los muertos, hubiera querido plasmar en estas páginas; toda vez que como podrá notar el amable lector, la verdad nada que valga la pena memorizar o comentar ha sido anotado en los periódicos en forma de este tipo de versos… puras coplas chafas. Decía que, buscando a las musas, que me abandonaron, solo conseguí realizar un breve comentario sobre reflejos de toda la parafernalia que en estas fechas tienen desarrollo en los hogares y en los cementerios, mientras esperamos el día en que los libros sean abiertos “… el cual es Libro de la Vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”.
Por más que aguardé a las hadas y a los cocuyos, nada que llegaron los espectros y, sin más opción, busqué terminar mi entrega anotando algunos implementos calaverarios, del altar, las ofrendas y demás, surgiendo así el comentario sobre “La Catrina”, personaje de José Guadalupe Posada, con la que se ilustraban dichas estrofas. También señalé que Diego Rivera fue quien la dibujó por primera vez vestida en su mural "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central", donde la calavera “Garbancera” aparece como acompañante de su creador, entre innumerables actores de nuestra historia, concebido precisamente como el relato de un sueño, en un imaginario paseo por la Alameda, haciéndonos partícipes de los recuerdos de niñez y juventud, a través de personajes conocidos, al mismo tiempo que realiza una síntesis de la historia de México, representada por algunos de sus protagonistas más importantes o significativos: por supuesto que quien destaca al centro de dicho mural es la famosa Catrina y José Guadalupe Posada.
Se me ocurre entonces, para no dejar de escribir, pese a la ausencia de mis musas, que al parecer perecieron ahogadas en el pasado diluvio que les partió la madre a muchos paisanos, platicar a ustedes que a manera de homenaje a los recién desaparecidos Carlos Monsiváis, Carlos Montemayor y Gabriel Vargas, se inauguró el pasado 3 de agosto del año en curso el mural “Sueño de una tarde de domingo en el callejón del Cuajo”, con imágenes de los personajes de la “Familia Burrón”, en el Centro Histórico de la ciudad de México, en el Jardín de Juegos Infantiles de la calle de Regina. Idea surgida de las clases de aerografía que imparte la Casa de Oficios Vizcaínas, a través de pláticas con los alumnos sobre diferentes temas como la cultura popular… Se dice que este concepto de plasmar personajes representativos de la sociedad mexicana llevó a los talleristas primero a conocer todo acerca de la “Familia Burrón, de Gabriel Vargas, y de ahí al mural de Rivera, pero sobre todo a ese México que se nos fue hace más de un siglo, y un homenaje a esos cronistas que se van. Huelga comentar sobre este cuento del mural “Sueño de una tarde de domingo en el callejón del Cuajo”, que dicha pintura contiene imágenes de personajes de la “Familia Burrón”, revista que leíamos cada semana en nuestra infancia, haciéndonos reír hasta dolernos la barriga, como “Borola”, “Don Regino”, Ruperto, “Foforito”, “El Tejocote”, “Macuca”, “Susano Cantarranas”, “Cristeta”, “Boba Licona, “Don Briagoberto”, el Tractor, Avelino Pilongano”y “Satán Carroña” y, entre ellos, Carlos Monsiváis y Carlos Montemayor.
Para justificar el choro éste, de los murales me hubiera gustado que el diseñador del periódico se molestara en bajar una cabrona fotografía, de los murales a que hago referencia, (que le cuesta darle clic a Google y za za za) nada más para que recordemos a quienes por ahí aparecen, a manera de concientización de la importancia de que el espacio público nos pertenece a todos y nos lo debemos reapropiar, no para llenar de puestos de cantinas y fritangas nuestras calles, no para repartir las áreas como en Temoyo, que podrían tener una utilidad de mayor aprovechamiento…. Estamos hasta la madre de la invasión de nuestras banquetas y del atrio de nuestra iglesia… “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos... y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado”.
Alguna vez le propuse, a cierta persona, algo parecido de las manos de Sixto Aparicio Candelario, un pintor y muralista chingón, que debía ser jactancia de los acayuqueños como es orgullo que sea mi amigo. Una pieza pictórica como éstas significaría siempre un espacio de reflexión y convivencia, de comunicación y referencia. Dirían los poetas: “Un laboratorio de transformación de la vida y la relación de los vecinos con el espacio público”.
Ojalá, dijera Silvio Rodríguez, alguien de los que pueden y “administran” el dinero del pueblo, pudieran reflexionar sobre lo trascendente de una creación de estas, en serio no como el busto de Hilario C. Salas, que la verdad es una… digamos: Mala inversión. Hablo de una obra, con los arrieros, la fuente de Temoyo, nuestro palacio, la iglesia, la cascada de Ixtagapa, un trapiche, un fogón y taburetes, con algún mortero donde, algún vecino, se plasme majando café… figúrese usted en un mural a Miguel Alemán con Hilario C. Gutiérrez, y a don Vicente Obregón con Ramiro Leal o al padre Alberto Villanueva, Román López Robinson “Chulopa” a Benito Barriovero y a Jonás Bibiano, con don Chico Espronceda, Atilano Culebro y a Germán Rodríguez Filigrana, con “Chambru” y Benito Reyes , “El Chaneco”, Francisco Leandro y Pedrito Sulvarán, entre algunos jaraneros, a Don José Teruì, Octavio Osorio, al doctor Solís, Marcelino Martínez y don Raymundo y don Yayo Gutiérrez, Román Quiñones, Diego Lagos, Abraham Lajud con “Zumba” y hasta Chico Ché, con su overol y sus gafotas… ¿Por qué no?.
Es solamente una idea, febril si usted quiere, pero muy respetuosa para la memoria de los hombres que menciono. Puede formar parte de un proyecto de murales y de los sueños efímeros de una tarde por los barrios de Acayucan, donde aparezcan imágenes de algún estanquillo de revistas, como el que tenía Raúl Mirafuentes (Chilac) o don Modesto Peña Jara, o de “Los Flamingos”. Usted amigo lector puede tener una mejor opinión sobre la forma o la temática de una manera de ornamento para nuestra ciudad, que reúna características como las que vengo mencionando… serviría para que limpien el paseo Bravo y reparen la pared poniente de nuestro palacio que presenta cuarteaduras, humedad y filtración… abandono, indolencia, dejadez. Hacer algo para resucitar, en Día de Muertos, algo que parece morir en Acayucan: las ideas y la buena voluntad.
Por más que aguardé a las hadas y a los cocuyos, nada que llegaron los espectros y, sin más opción, busqué terminar mi entrega anotando algunos implementos calaverarios, del altar, las ofrendas y demás, surgiendo así el comentario sobre “La Catrina”, personaje de José Guadalupe Posada, con la que se ilustraban dichas estrofas. También señalé que Diego Rivera fue quien la dibujó por primera vez vestida en su mural "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central", donde la calavera “Garbancera” aparece como acompañante de su creador, entre innumerables actores de nuestra historia, concebido precisamente como el relato de un sueño, en un imaginario paseo por la Alameda, haciéndonos partícipes de los recuerdos de niñez y juventud, a través de personajes conocidos, al mismo tiempo que realiza una síntesis de la historia de México, representada por algunos de sus protagonistas más importantes o significativos: por supuesto que quien destaca al centro de dicho mural es la famosa Catrina y José Guadalupe Posada.
Se me ocurre entonces, para no dejar de escribir, pese a la ausencia de mis musas, que al parecer perecieron ahogadas en el pasado diluvio que les partió la madre a muchos paisanos, platicar a ustedes que a manera de homenaje a los recién desaparecidos Carlos Monsiváis, Carlos Montemayor y Gabriel Vargas, se inauguró el pasado 3 de agosto del año en curso el mural “Sueño de una tarde de domingo en el callejón del Cuajo”, con imágenes de los personajes de la “Familia Burrón”, en el Centro Histórico de la ciudad de México, en el Jardín de Juegos Infantiles de la calle de Regina. Idea surgida de las clases de aerografía que imparte la Casa de Oficios Vizcaínas, a través de pláticas con los alumnos sobre diferentes temas como la cultura popular… Se dice que este concepto de plasmar personajes representativos de la sociedad mexicana llevó a los talleristas primero a conocer todo acerca de la “Familia Burrón, de Gabriel Vargas, y de ahí al mural de Rivera, pero sobre todo a ese México que se nos fue hace más de un siglo, y un homenaje a esos cronistas que se van. Huelga comentar sobre este cuento del mural “Sueño de una tarde de domingo en el callejón del Cuajo”, que dicha pintura contiene imágenes de personajes de la “Familia Burrón”, revista que leíamos cada semana en nuestra infancia, haciéndonos reír hasta dolernos la barriga, como “Borola”, “Don Regino”, Ruperto, “Foforito”, “El Tejocote”, “Macuca”, “Susano Cantarranas”, “Cristeta”, “Boba Licona, “Don Briagoberto”, el Tractor, Avelino Pilongano”y “Satán Carroña” y, entre ellos, Carlos Monsiváis y Carlos Montemayor.
Para justificar el choro éste, de los murales me hubiera gustado que el diseñador del periódico se molestara en bajar una cabrona fotografía, de los murales a que hago referencia, (que le cuesta darle clic a Google y za za za) nada más para que recordemos a quienes por ahí aparecen, a manera de concientización de la importancia de que el espacio público nos pertenece a todos y nos lo debemos reapropiar, no para llenar de puestos de cantinas y fritangas nuestras calles, no para repartir las áreas como en Temoyo, que podrían tener una utilidad de mayor aprovechamiento…. Estamos hasta la madre de la invasión de nuestras banquetas y del atrio de nuestra iglesia… “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos... y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado”.
Alguna vez le propuse, a cierta persona, algo parecido de las manos de Sixto Aparicio Candelario, un pintor y muralista chingón, que debía ser jactancia de los acayuqueños como es orgullo que sea mi amigo. Una pieza pictórica como éstas significaría siempre un espacio de reflexión y convivencia, de comunicación y referencia. Dirían los poetas: “Un laboratorio de transformación de la vida y la relación de los vecinos con el espacio público”.
Ojalá, dijera Silvio Rodríguez, alguien de los que pueden y “administran” el dinero del pueblo, pudieran reflexionar sobre lo trascendente de una creación de estas, en serio no como el busto de Hilario C. Salas, que la verdad es una… digamos: Mala inversión. Hablo de una obra, con los arrieros, la fuente de Temoyo, nuestro palacio, la iglesia, la cascada de Ixtagapa, un trapiche, un fogón y taburetes, con algún mortero donde, algún vecino, se plasme majando café… figúrese usted en un mural a Miguel Alemán con Hilario C. Gutiérrez, y a don Vicente Obregón con Ramiro Leal o al padre Alberto Villanueva, Román López Robinson “Chulopa” a Benito Barriovero y a Jonás Bibiano, con don Chico Espronceda, Atilano Culebro y a Germán Rodríguez Filigrana, con “Chambru” y Benito Reyes , “El Chaneco”, Francisco Leandro y Pedrito Sulvarán, entre algunos jaraneros, a Don José Teruì, Octavio Osorio, al doctor Solís, Marcelino Martínez y don Raymundo y don Yayo Gutiérrez, Román Quiñones, Diego Lagos, Abraham Lajud con “Zumba” y hasta Chico Ché, con su overol y sus gafotas… ¿Por qué no?.
Es solamente una idea, febril si usted quiere, pero muy respetuosa para la memoria de los hombres que menciono. Puede formar parte de un proyecto de murales y de los sueños efímeros de una tarde por los barrios de Acayucan, donde aparezcan imágenes de algún estanquillo de revistas, como el que tenía Raúl Mirafuentes (Chilac) o don Modesto Peña Jara, o de “Los Flamingos”. Usted amigo lector puede tener una mejor opinión sobre la forma o la temática de una manera de ornamento para nuestra ciudad, que reúna características como las que vengo mencionando… serviría para que limpien el paseo Bravo y reparen la pared poniente de nuestro palacio que presenta cuarteaduras, humedad y filtración… abandono, indolencia, dejadez. Hacer algo para resucitar, en Día de Muertos, algo que parece morir en Acayucan: las ideas y la buena voluntad.
Interesante propuesta camarada, digna de ser considerada, proyectada y desahogada; esperemos se lleve a cabo en esta administración, porque ya nos hace falta alegrar el alma con algo diferente que ver en las calles, que nutra el espíritu; estamos hartos de propaganda política.
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