viernes, 30 de julio de 2010

Gina Domínguez, la reportera de Javier Duarte

Columna: Expediente 2010
Por Luis Velázquez Rivera
El primer párrafo decía, más o menos, así:
‘‘Días antes de morir, el general Quevedo (abuelo de Rosa Margarita Borunda) se aseguró de que sus órdenes se cumplieran. La primera, que en su velorio hubiera suficiente pan para que nadie quedara sin tomar café negro a gusto. Y segundo, que por ningún motivo fueran a llevar su cadáver a la iglesia’’.
El día en que la historia se publicó en el diario ‘‘Milenio’’, de Xalapa, Gina Domínguez, la jefa de Información, descubrió un gigantesco ramo de flores en su escritorio, con una tarjeta de la esposa de Fidel Herrera Beltrán, quien entonces era precandidato a la gubernatura, y la reportera la había entrevistado como parte de una serie a las parejas de los aspirantes a suceder a Miguel Alemán Velazco.
Luego, caminada la tarde, la señora Rosa Borunda hablaría por teléfono a Gina para decirle:
‘‘Me gustó su entrevista. Muchas gracias’’.
Así, concertarían una plática informal y otra y otra y otra... hasta que meses después, Gina sería nombrada asesora de la presidenta del DIF estatal.
Y la vida reporteril de Gina Domínguez daría un giro de 180 grados, como dicen los clásicos.
En el DIF conocería a Karime Macías, la esposa de Javier Duarte, quien entonces despachaba como subsecretario de Finanzas y Planeación.
Y un día tras otro, conforme transcurrían los meses y los años, la reportera, quien ya había cursado una maestría en Desarrollo Social, en Tlaxcala, viajando cada ocho días desde Xalapa, fue abriendo brecha en su nueva vida.
Del DIF, Gina compartiría su tiempo entre el periódico y ‘‘Sábados de nostalgia’’, de Jorge Saldaña, que dejaría para seguir respirando el olor de la tinta, que cuando se prueba ya nunca, jamás, se deja.
Pero después, Gina no resistiría la tentación amical para convertirse en jefa de prensa de la campaña electoral de Javier Duarte como candidato a diputado federal y, bueno, más tarde pasaría lo que todo mundo conoce.
El diarismo estaba a punto de perder a una de sus mejores periodistas que ahora ejercería desde la trinchera de la comunicación política.
Gina ha sido presentada en sociedad como el enlace de Javier Duarte para la transición sexenal.

BREVE HISTORIA DE UNA PERIODISTA

Estudiante de la facultad de Comunicación (antes Periodismo) de la Universidad Veracruzana, Gina está a punto de convertirse en la cuarta egresada en la dirección de Comunicación Social de uno de los 46 gobernadores que han ejercido el poder en Veracruz.
Primero fue Víctor Cuauhtémoc Naranja, quien despachó como jefe de prensa en dos sexenios, con Fernando López Arias y Rafael Murillo Vidal.
Luego seguiría Ignacio Alberto Oropeza López, quien sería el tercer jefe de prensa de Dante Delgado Rannauro.
Y el último, Juan Alfredo Gándara Andrade, con Fidel Herrera Beltrán, y que fuera premiado con la presidencia municipal de Poza Rica, luego de haber esperado dos trienios.
Atrás de su vocación periodística, Gina trabajó en Quintana Roo, primero, como reportera de radio y luego como subjefa de prensa de un gobernador priista, de apellido Borge.
En su regreso a Veracruz, se incorporó a la plantilla del periódico ‘‘Sur’’, ahora Imagen, en la corresponsalia de Xalapa.
Y de ahí partiría al diario ‘‘AZ’’ como jefa de Información, y luego enseguida a ‘‘Milenio’’ en el mismo cargo, donde ahora goza de un permiso merecido, y en donde, se espera, algún día habrá de regresar, quizá no al mismo frente de batalla, pero sí al periodismo.
Gina será la primera jefa de Comunicación Social del gobierno del estado, con lo que, de entrada, el gobernador electo, Javier Duarte (JD), está reconociendo no tan sólo el trabajo de una profesional del periodismo, egresada del aula académica, sino a una mujer.
Más aún si se considera que 6 de cada 10 mexicanos pertenecen al sexo femenino, y más todavía si se parte del hecho de que en política, como en la iniciativa privada, las mujeres ocupan menos espacios de decisiones ejecutivas que los hombres.
Pero además, y por lo pronto, JD premia, reconoce y estimula el trabajo de una reportera que desde el diarismo, andar todos los días corriendo atrás de la noticia, ha sabido escalar posiciones directivas en un oficio, como el periodismo, donde la vida se vive a cien por hora, y en donde con frecuencia, se muere en el intento, antes, mucho antes de llegar a la otra orilla.
Ahí está el caso de aquel periódico en la ciudad de México, integrado única y exclusivamente por mujeres, hartas de que los cargos permanecieran clausurados al sexo femenino, y que, por desgracia, ha desaparecido, porque significaba, antes que nada, un respiro moral para un oficio tan ligado a la corrupción, a la deshonestidad, a la traición y al descrédito.

LOS LADRIDOS NO SE VALEN...

El periodismo es un oficio alucinante, y al mismo tiempo, un oficio de chacales.
Pero además, y como dice Juan Maldonado Pereda de la política, también es ‘‘un tragadero de hombres y mujeres’’.
Por ejemplo.
En el sexenio de Rafael Hernández Ochoa, quiso el gobernador otorgar una prebenda política a los reporteros de Xalapa. Y les ofreció una regiduría en el Ayuntamiento local.
Entonces, se formaron grupos periodísticos, donde la regla general era todos contra todos. Un trabajador de la información, David Varona Fuentes, editor de un diario, se perfilaba para el cargo edilicio.
Pero dado el bombardeo de misiles de unos a otros, madreándose a fuego sucio en las columnas de los periódicos, Hernández Ochoa retiró la propuesta.
Y como el pasado se repite, ahora han surgido voces envidiosas en contra de la reportera Gina Domínguez para que JD desista de otorgarle una tarea en la función pública.
Y de veras, no se valen los ladridos. No se vale la intriga. No se vale el juego nauseabundo. Cada quien en su tiempo. Cada uno en su momento. (Tomado de Diario del Istmo / 29 julio 2010).

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