Ramón Tlazalo Martínez
Columna: Déjame que te cuente
Por Sergio M. Trejo González.
Ramón Tlazalo Martínez. Es una persona que por ahí conocí hace unos años, lo traté en un par de convivencias cercanas y sencillas, departiendo con otros tantos que celebrábamos precisamente a San Ramón. Me pareció, Tlazalo, gente seria, con simpatía por ideas de izquierda. Así lo aprecié y así lo considero. Activista importante, talachero en la faena política, de convicciones sólidas a quien la revolución no le ha hecho justicia. Ahí andaba en las lides de algunas campañas y me parece digno del respeto, y de la admiración, de quienes comulgamos con el buen ejercicio democrático libre y espontáneo. Hoy, recibo en mis manos una misiva con su nombre, debidamente firmada. Puede que la rúbrica no sea auténtica, a mí me parece que sí pertenece a dicha persona. Un volante que contiene cosas interesantes que en resumen significa hacer conciencia ciudadana. Algo verdaderamente necesario en esta vorágine política. Cuatro puntos con los que advierte a la ciudadanía en general un engaño que se está maquillando para las elecciones. Su exhortación lleva intención de que quienes leamos su carta reflexionemos nuestro voto. Crear conciencia es una tarea harto difícil en estos tiempos, cuando el remolino de pasiones políticas, va tomando mayor impulso. El combate entre los aspirantes a la diputación ya comenzó. Se soltaron también los suspirantes a la presidencia municipal, y le andan tanteando el agua a los tamales… ya escuchamos por ahí que vienen desgranando choros, rollos y patrañas disfrazadas de proposiciones que ni ellos mismos se atreven a explicar. No tienen nombre propio tales propuestas políticas porque sencillamente no pueden existir proyectos cuando ni siquiera se tiene idea de lo que un legislador puede ofertar. Me hablan en chino, y no entiendo naaaaa… En esta carrera de ambición resulta importante subrayar esas cuatro advertencias de Ramón Tlazalo, formuladas epistolarmente, seguro por la falta de oportunidad o de un espacio, de una plataforma como aquella que los antiguos adoptaron en las estatuas parlantes, debiendo subrayar algo que en lo personal me parece un ejercicio democrático saludable, limpio y sobre todo con encomiable valor civil. Puede a usted amable lector sonarle cursilón y romántico mi comentario pero deseo significarlo porque comparto la opinión de este personaje que desarrolla una tarea importante para la vida democrática de nuestra ciudad. Sobre todo ahora que por dondequiera escuchamos y leemos promociones de voto y publicidad política tendenciosa. Que más puede ser la publicidad sino intento de convencer a la clientela del consumo de algo, que en el caso significa buscar que se vote a favor de alguien. Eso por supuesto no es delito ni pecado porque se presume que la ley regula estrictamente estos rubros; sin embargo resulta loable que personas inviertan su tiempo escribiendo fórmulas de concientización y gasten su dinero reproduciéndolas, sin voluntad de promover candidato o partido sino simplemente por el placer de que la ciudadanía despierte. No leo en el pliego referencia alguna para nadie, simplemente se advierte: 1. Analicemos las planillas de los candidatos para que no utilicen el voto para llevar al poder a esposos, esposas o hijos de los actuales regidores; 2. Analizar propuestas para que no creamos en lo que no se va a cumplir; 3. Digamos NO a los caciques que tienen secuestrados a los partidos políticos y solo buscan enriquecerse de los dineros del pueblo; 4. Desenmascaremos a los hipócritas, caza regidurías y puestos públicos”. Palabras más, palabras menos, así reza el contenido de tal deliberación tendiente convencer al pueblo de un compromiso social: Votar… Me parece una importante manera de promover el voto razonado, el voto de conciencia, el voto de la sabiduría. Es momento oportuno para que un pueblo inteligente como el nuestro cavile y realice conjeturas. ¿Por quién votar? Innegablemente uno de los problemas que ha venido produciendo crisis es el engaño consuetudinario y costumbrista. Necesitaríamos parar enfrente de nosotros a uno por uno de los candidatos ya sea a la presidencia o a la diputación para preguntarle, mirándole a los ojos: “¿De dónde vienes y con quien te juntas?” Apenas así tendríamos idea leve, bajo juramento con la mano sobre la Biblia y un detector de mentiras honesto, original no de Tepito. Investigar a los candidatos significa entrar en una serie de conflictos peliagudos de otro orden. Por ejemplo: Me dicen, quienes saben, que hay familias cuyos miembros han ocupado una, dos, tres y cuatro veces los escaños de una Representación Popular. Esto significa que el papá, el hermano mayor, el hermanito menor, la concubina del consentido de la familia, y ahora el querubín de la tribu, han sido y aspiran a legislar. Ah, que también la esposa del pirruris de la familia quiere hacer leyes en nuestro beneficio, y para eso se apunta en las plurinominales, me dicen que ocupa la segunda posición para una curul donde hacer leyes. Qué hermoso, de verdad resulta admirable tanto sacrificio familiar. Todo lo que ha de implicar servirnos y servirnos abnegadamente, formulando iniciativas de ley para que nosotros tengamos trabajo, seguridad, unidades deportivas y quien sabe que beneficios desconozco han traído para Acayucan como diputados. Snif, snif, lo siento, una lágrima en la garganta me impide continuar….snif, perdón, me emociona a un grado superlativo tanta filantropía. No puedo contener el deseo de gritar un: Acayucan, creo en ti, Como dudo de los cabrones que te sangran: En las espinas que hay en tu cabeza, y en el agua que tienes hasta el cuello… Acayucan, creo en ti, Porque escribes tu nombre con la “Y” griega, Sin que te represente en una forma. Algo que es mío en mí como tu sombra, que se tiende con vida sobre el mapa. Acayucan, creo en ti, Porque si no creyera que eres mía, el propio corazón me lo gritara, te dejaría en las manos de malandros que a todo intentan mantenerte secuestrada, como si fueran dueños de nosotros. Si yo conozco el cielo es por tu cielo, si conozco el dolor es por tus lágrimas, si conozco a los pillos que te explotan es porque aquí nací en tus corredores y los he visto mamar hasta que sangran. Acayucan, creo en ti porque te he visto renacer de tus temblores, bebiendo el agua de tus manantiales y regando tus pastos y tus flores… Perdón, me estoy apartando de mi tema. Son tiempos electorales, donde el chocholeo de tanto político de banqueta nos abruma. Los políticos de pacotilla nos han marcado el alma… nos conmueve. Pero eso no es todo. Acayucan es tierra de hombres y de mujeres patriotas, me dicen que otro par de damas, hermanas de sangre y de convicción política, también (hermosas, finas y delicadas) han venido sacrificando su tiempo, su talento y su juventud. Al tiempo que otros chamacos pierden horas en los discos y en los antros, ellas, las hermanas mas chulas del ejido, se dedican, de tiempo completo, a velar por el presupuesto municipal y por las leyes que deben ajustarse a la condición actual. Esa es la dinámica del derecho que ellas interpretan, por lo que han resultado brillantes benefactoras de nuestra región, por eso las quiero tanto... Aaah, otra vez, una gota salada en mi pestaña, que baja por mi cara lentamente…“Que llueva tristeza al llorar, al cabo las lágrimas son el jabón que limpia de penas tu piel”. Soy un sentimental, lo siento. Esto nos alegra o nos trastorna, de verdad me descompone tal generosidad, tanta entrega y vida, que no se aquilata, por eso llega bien y a tiempo cualquier reflexión objetiva. Son tiempos de variedad, perdón, tiempos políticos. No les crea mucho a esos candidatos que en el show abusan, insultan la inteligencia exponiendo su trayectoria de trabajo y preparación académica puesta a nuestro servicio; otros carecen de ánimo y entusiasmo, se les nota las ganas de hacer nada. Ni con “Tres en uno” se aflojan. Contagian su flojera cuando tratan de hablar. Para qué madres se meten con ese aliento a una campaña. Tiempos políticos para andar por ahí en el descaro, sin pudor, cuando no en el cinismo de pedir un voto para continuar una carrera política, como si el pueblo de Acayucan olvidara fácilmente, como si no tuviéramos memoria, como si no supiéramos que las más grandes penas se las debemos a ellos o a los miembros de su familia que han ocupado cargos públicos donde no han hecho ni madre, aparte de robar y vender su voluntad en una tribuna donde solo han sabido levantar el dedo, y la pata para me… mejor terminó. «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis.”. Pero bien, sacudamos las atmósferas que produce esas historias de Acayucan que por ahí andan y que saldrán seguramente en esta lucha electoral, por lo pronto termino ignorando a esa gente de rostros de poliéster, que habla sin decir y mira sin ver… Déjenlos que repartan gorras y playeras. Déjense apapachar, tómese la fotografía con ellos y dígales que sí para que no se molesten, pero por favor razonemos el voto… Gracias a Ramón Tlazalo por su intención de sacudir el frondoso árbol de la conciencia, es bueno que caigan algunas hojas de la apatía o perder algunas ramas de la pereza. Una poda sabia y consciente de tantas propuestas pudiera formar el cambio; despertad al dormido; llamad a la puerta de todos los corazones, de todas las conciencias; levantad a ese fardo ingente para explicarle que lo de todos es para repartirse entre todos y no botín de unos cuantos.
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