lunes, 3 de agosto de 2009

CON RUMBO AL SUR

NI LOS VEO NI LOS ESCUCHO
PorAngel Gabriel FERNANDEZ

“Estoy viviendo en la sierra, pensando que no
me encuentren, porque me siguen las leyes
como a cualquier delincuente, por haber escrito
en la prensa las mañas de un…”.
Carlos Salinas de Gortari, cuando fue presidente de México, causó indignación nacional (su elección, solita, es motivo de arrepentimiento) cuando refiriéndose a las quejas de diputados y senadores dijo, tapándose primero los ojos y luego sus grandes orejas con las manos: “Ni los veo ni los escucho…”.
La historia se está encargando de juzgarlo. Arrastra el oprobio popular.
Hace un mes, días más días menos, los periodistas de Acayucan hicieron algo inédito en la historia del periodismo y de la política: se plantaron frente ala Inspección de Policía, marcharon hacia el palacio municipal y exigieron a autoridades municipales el cese del inspector Alberto Martínez Mota. El motivo: agresión, amenazas y represión del jefe policiaco contra representantes de los medios de comunicación.
Se escucharon los testimonios, se escucharon las quejas, se mostraron las gráficas donde los policías municipales rodeaban la casa del director del semanario “Tribuna del Sur”, Jesús Gutiérrez Cruz, y con las armas largas amedrentaban a su familia. Chucho Gutiérrez es un veterano periodista incapaz de matar (ni a periodicazos) a una mosca. Se repone aún de la amputación de unos dedos a consecuencia de la enfermedad de los pobres: la diabetes.
A los periodistas acayuqueños ni los pelaron. El mismo día de la protesta, alguien decía: “Qué feo se siente hacer una protesta sin que nadie te haga caso”.
AUN HAY MAS: SIEMPRE EN DOMINGO
Lo dije y lo reitero: no he tratado con el jefe policiaco de marras ni me mueve algún interés personal unirme a la protesta de mis compañeros. Me mueve la estimación y respeto al periodista agredido. Me mueve el temor de que al rato el jefe de la policía nos encuentre a los que escribimos y nos ponga la madre de todas las cachetizas. Me mueve la preocupación de que en las calles andan “vigilando” puros desconocidos, traídos quién sabe de dónde.
Lo que me deja inmóvil es que nadie más movió un dedo. Queda uno estático viendo que ni a los periodistas les hacen caso.
Porque aún hay más en el cuartel de policía.
Al elemento Víctor García le dieron de baja porque lo encontraron cabeceándose en El Mangal. El policía estaba desvelado porque un día antes había sepultado a su madre.
A otro elemento le dieron de baja con el siguiente motivo, asentado por escrito: “Por no proporcionar seguridad a la Presidenta Municipal”.
Segurísimo estoy que eso no lo haría Regina Vázquez. No, qué va. Al policía de luto le hubiera dado apoyo y al otro le hubiera regalado una sonrisa. Pero... pero la Alcaldesa no es la que ordena esas acciones.
Pero además de los periodistas que no son ni pelados, debe estar más preocupado el secretario de la policía de apellido Joachín, porque su jefe lo convenció que de una caja de ahorro y préstamo lo “alivianara” con 30 mil del águila.
GARGANTA PROFUNDA
Los periodistas de Acayucan se equivocaron: ni en protesta ni exhibiendo anomalías de la policía fueron escuchados.
Esto recuerda casos como el del “Watergate”, allá por los años 70’s, cuando el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica Richard Nixon fue obligado a renunciar tras un escándalo periodístico a raíz de una investigación de Bob Woodbard y Carl Bernstein de The Washington Post.
Los periodistas fueron asistidos en su investigación por alguien que se identificó como “Garganta Profunda”.
La investigación de parte de las autoridades y la periodística fue respetada. El propio presidente de los gringos se defendía con argumentos, aguantaba vara, pero no obstruía nada.
Finalmente, el 8 de agosto de 1974, Richard Nixon tuvo que renunciar.
Son célebres sus palabras cuando se disponía a abordar el helicóptero que lo sacaría de la Casa Blanca:
“Me voy con gran esperanza, pero también con gran humildad…”.
Pero en Acayucan no hay ninguna “Garganta Profunda” (ahhhh, sí) ni las autoridades veracruzanas tienen parecido con Richard Nixon.
EL “CUARTO PODER”
En Minatitlán, cuando los vecinos protestaban exigiendo la aparición del pequeño “Kike”, secuestrado, fue conmovedor ver un cartel que decía:”En Veracruz los niños no se tocan, mentira”.
Y fue mentira: al niño lo mataron.
Se dice, se alardea, se cacaraquea que en Veracruz a los periodistas no se les toca ni con el pétalo de una rosa. Falso también: a uno de Acayucan lo correteó la policía, lo requisaron indigna y arbitrariamente; puso denuncia, pero no ha pasado nada.
Los periodistas, pues, ya no son el cuarto poder.
Ni, quizá, el poder en el cuarto.

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