El vicario de la Diócesis de Apatzingán, Gregorio López. Foto: Miguel Dimayuga |
MORELIA,
Mich. (apro).- Desde su confinamiento, ordenado por la Iglesia
Católica, el padre Gregorio López Alonso, “El Padre Goyo”, escribió una
carta para el Papa Francisco en la que le agradece no haber visitado
México, para no dar paso a un “espectáculo televisivo”, estrechar la
mano del presidente Enrique Peña Nieto y reunirse con los “príncipes” de
la jerarquía católica mexicana.
En México, le dice al Papa, se
ha sabido o querido hacer un verdadero examen de conciencia porque se
teme voltear a ver las deudas con algunos sectores de la población: los
empobrecidos, los excluidos, los discriminados, las mujeres violentadas,
los niños abusados, los indígenas despojados “y una larga lista que nos
hace recordar que efectivamente tenemos una deuda con los crucificados o
como tú les llamas ‘los descartados’ de nuestra sociedad.
Escribe el Padre Goyo en su carta:
“Gracias Francisco, por no venir a México, porque los mexicanos
aprendimos a ser ‘papolatras’ con las visitas de Juan Pablo II, no
supimos ver a Jesús a nuestro lado pidiendo una moneda o huyendo de
nuestro país, hacia el Norte, en busca de un mejor futuro, pero sí lo
admiramos en tu antecesor. Además sabes que Televisa convertía en
espectáculo y negocio los viajes pastorales de Juan Pablo II y las
grandes compañías hipócritamente aprovechaban para pararse el cuello con
la población católica.
“Gracias Francisco por no venir a México a
estrechar la mano del presidente Enrique Peña Nieto, seguramente lo has
hecho en tu casa, pero no en nuestro país. Sabes bien que él, es
cómplice de las injusticias a las que nos enfrentamos los mexicanos,
sabes de su Casa Blanca, de cómo llegó al poder, legitimándose como el
salvador de México.
“Sabes del cementerio en el que se convirtió
nuestro país, por su complicidad con el narco, sabes que a la fecha,
cuarenta y tres madres siguen reclamándole la aparición de sus hijitos,
sabes que 22 mil o quizás 23 mil familias han sido desmembradas en lo
que va de su administración, sabes de la deuda social de un gobierno,
que se prostituye inmoralmente a los intereses de las grandes compañías
transnacionales, devastando el medio ambiente y privatizando los bienes
de nuestra casa común”, señala el “Padre Goyo” en su carta que
transmitió vía telefónica a este corresponsal.
Y añade que está
seguro de que el Papa Jorge Bergoglio sabe todo esto porque lo ha dicho
“incansablemente y con una novedosa frescura” en su última encíclica
“Laudato Sii”.
Luego le agradece también por no venir a México a
encontrarse con la jerarquía mexicana, “los príncipes de la iglesia, a
los que tú mismo has criticado caritativamente. Una iglesia apoltronada,
dormida en sus laureles, una iglesia farisaica, sepulcros blanqueados
que imponen dolorosas cargas morales sobre sus feligreses, pero que ni
ellos mismos son capaces de llevar a cuestas.
“Sabes de los curas
pederastas y de los obispos encubridores, tú mismo les has pedido su
renuncia, también sabes del silencio inmoral de los ‘pastores’, mejor
dicho ‘lobos rapaces’ que guardan silencio frente a la injusticia y la
violencia, pero que alardean cuando se trata de leyes que afectan a sus
intereses”, critica.
Y atiza:
Están “seguros en sus
guaridas y zonas de seguridad, justificados en la ortodoxia católica y
porque el derecho canónico no señala ningún código al respecto.
“Sabes que muchos de ellos, son tus detractores, sabes que no leen tus
homilías, que no escuchan tus palabras, que no estudian tu mensaje, se
han quedado dos o tres pontificados detrás del tuyo, tus palabras son
estridentes a sus oídos, porque no les conviene mirar hacia adentro,
porque saben de lo radical de tu mensaje, del mensaje de compasión,
ternura, acogida para con quienes ellos mismos han excomulgado y
excluido del banquete gratuito que nos ofrece Jesús”.
El Padre
“Goyo” agradece también al Papa por no haber venido a México en su
visita anterior a América, en julio pasado, y entrar al continente por
la puerta trasera de Sudamérica –Ecuador, Bolivia y Paraguay– que son
países con una gran población indígena.
“Ellos son el rostro
indio de Dios, el rostro que han intentado borrar y silenciar, el rostro
de quienes han experimentado el dolor, que han acarreado los
megaproyectos que les despojan de sus tierras. El rostro de América
Latina, donde la iglesia es más laica que clerical, más servidora que
burócrata y más autóctona que Romana.
“Tu mensaje de justicia
social, encontrará tierra fértil en el sur, que poco a poco ha dado
muestras de una mayor dignidad y de un fuerte grito de reivindicación
frente a nuestra cultura del descarte: el capitalismo neoliberal, que tú
mismo has cuestionado insistentemente”, le dice.
Finalmente le agradece por estar haciendo de la iglesia “una iglesia pobre para los pobres”, por ser voz de los sin voz.
“Rezo por ti y porque algún día nuestra iglesia mexicana, se acerque un
poco a tu proyecto, al proyecto de Jesús de Nazaret, que nos trae la
alegría de su evangelio. Serás bienvenido a este suelo Guadalupano,
cuando el clero permita que Jesucristo se encarne de nuevo, que vuelva a
ser el Emmanuel, el ‘Dios con su pueblo’, porque hoy esta
‘desencarnado’, está bajo arresto domiciliario en los templos y no tiene
nada que ver con la vida del país, con la política, la economía, la
seguridad, el desarrollo, la educación.
“Hoy está secuestrado en
los templos bajo la custodia de una cuantas viejitas de la vela
perpetua, pero excomulgado para los pobres, los huérfanos, las viudas,
los migrantes y presos injustamente”.
“Serás bienvenido a la
tierra de Don Vasco de Quiroga, el único clérigo que como el santo de
hoy, Junípero Serra, se empeñaron en salvar a un hombre integral y
armónico y solo su alma, se encontraron con el Cristo hambriento,
enfermo y perseguido y detonaron, al unísono con el anuncio del
evangelio, el desarrollo, se preocuparon más por la canasta del ama de
casa, que por el canasto del cura.
“Te esperamos pronto para que
lleves a los altares a este insigne pastor de los tarascos, porque
necesitamos quien, como tu Francisco y como Tata Vasco, nos muestren el
Cristo de verdad y no el de mentiras, no el de Dios de ultratumba y
justiciero, sino el de aquí y ahora, justo y rico en misericordia.
“Si vienes algún día a México y coincido contigo, sería hermoso verte
atravesar la frontera por Ciudad Juárez, como los miles de hermanos
migrantes. Con cariño y admiración, remando desde la otra orilla de la
barca, Gregorio López Jerónimo, Padre Goyo”, finaliza la carta.
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