jueves, 11 de junio de 2015

Será muy difícil asimilar tu ausencia física, mi querido amigo y maestro Rosalino Guillén



Las letras de Eva

Rosalino Guillén Tapia

Mi querido Patrón:

Me dejas con el sabor que provoca la ausencia del último café, consciente de que así sería. He platicado contigo, en la distancia, de espíritu a espíritu y sé que me escuchaste; no te pregunté cómo te sentías, sólo te hablé, igual que cualquier día, de la política, la economía y la vida cotidiana, y tú, postrado en esa cama, tal vez al escuchar mi voz hayas parpadeado y conversaste conmigo aún cuando no pudiera escucharte, pero sí adivinarte.

¿Y ahora? Será muy difícil asimilar tu ausencia física, mi querido amigo y maestro, privarme de largas charlas frente a un café, en la cocina de tu casa, donde desprendías páginas muy añejas de tu vida y las ponías frente a mis ojos, con tu mirada de añoranza y otro tanto de cansancio… Recordabas muy a menudo a tus padres, con los que ya estás, y con frecuencia te enojabas al enterarte que alguien joven había muerto y entonces decías: “eso es lo que me encabrona, yo ya no sirvo para nada y aquí sigo, pero ese muchacho (a) apenas comenzaba a vivir”… Y ¿cuántas veces te dije que sólo Dios sabía por qué?

¿Sabes patrón? Tengo el corazón encogido, pero estoy alegre porque ya no sufres, no importa si sólo veré tu banco vacío junto a la barra en la cocina; tomaré el café, sola o con Pilar, tu esposa, en quien tanto pensabas cuando se trataba de hablar sobre la muerte. Quizá a Juanito, tu nieto, se le olvide que te fuiste y corra a buscarte como solía hacerlo, para que compraras pilas a sus juguetes, o pidiendo al abuelo alcahuete que nada le negaba y siempre estaba dispuesto a concederle sus caprichos.

Las paredes de tu casa quedan impregnadas de ti, los pasillos de tu lento andar, y la computadora ya no sabrá de tus tardes con ella jugando solitario, sin embargo sé que ahí andarás y olvidarás que eres un espíritu y pretenderás tomar el martillo y los clavos para sujetar algo que esté mal, o arreglar el cable de la tele y tantas cosas en las que te ocupabas mientras Pilar peleaba ante el temor de que te lastimaras… y lo entiendo patrón, es tu casa de toda la vida, con tus padres y hermanos desde que era un viejo edificio de ladrillo; ahí quedaron tus recuerdos, tus amores.

No te preocupes, viejo, todo estará bien, puedes estar seguro; disfruta de ese cielo en el que nunca creíste y ya lo estás viviendo; por favor saluda a Carlos, tu hermano, a Marjorie, a todos los amigos que se fueron antes que tú y sé feliz en la eternidad de una dimensión que hoy te abraza, te da la bienvenida e incorpora al celestial grupo de almas que no dudo habitan gozosas de una paz jamás conocida… Ve en paz amigo, hermano, maestro… eternamente mi patrón.

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