viernes, 23 de enero de 2015

Rotter, el atentado y la renuncia a ser candidato

Informe Rojo

 

* Una llamada para amedrentar  * Tres hombres armados irrumpen en su hogar  * El candidato del PT deja la elección.

Armando Rotter Maldonado puede ser polémico, querido y odiado, reconocido y denostado. Lo que no admite es la amenaza ni el atentado. Menos por pretender ser diputado federal. Y mucho menos si el ataque es a su familia. Antes, renuncia a su aspiración.
Su caso sacudió a un sector de la política local y a ciertos enclaves de la opinión pública, porque Rotter no es un personaje cualquiera, con voto duro, con imagen del alcalde de resultados, con un público que lo recuerda y con la seguridad de que si no gana la elección, sí disminuye los votos de sus contrincantes.
Rotter puede no ganar, pero con seguridad hace perder. Sus votos cuentan, a veces restan y eso lo saben en el cuartel general del PRI, en la oficina del gobernador Javier Duarte, en la cueva del fidelismo y en las entrañas de crimen organizado.
Antes fue perredista y así pudo ser el último alcalde de la oposición en Coatzacoalcos. Luego contendió por el PAN en la diputación de 2003 en la que acusó fraude, sin demostrarlo. Jugó por la alcaldía en 2013 por Movimiento Ciudadano. Y ahora lo hacía bajo las siglas del Partido del Trabajo. Es una figura para bien o para mal.
Su nueva anécdota se mezcla con la ira y el temor. Citó a los medios de comunicación este jueves 22. Expresó lo ocurrido, el ataque personal a los suyos y la renuncia a ser diputado.
Relató lo ocurrido. Él dormía. Su esposa, Greg Orueta Rueda, salía del hogar, una casa de mediano nivel en el malecón de Coatzacoalcos, frente a un parque infantil. Abordó el vehículo acompañada de sus hijos. Activó el portón de la cochera y en ese instante se pudo percatar de la presencia de tres individuos armados.
Los tres individuos irrumpieron en la cochera. Gritaban ¡baja la cortina! Y lanzaban gritos, mientras exhibían las armas, dueños del escenario, el pánico en su mayor nivel. La esposa aguardó y cuando la cortina de aluminio terminó de subir, pegó el arrancón en reversa. Pudo haber arrollado a uno de los maleantes, pero no ocurrió así.
Alejada del lugar, la hija le dio aviso a Armando Rotter Maldonado. Para entonces, los tres sujetos habían huido.
Días antes, se recibió una llamada en el domicilio del candidato del Partido del Trabajo. Su hijo tomo el teléfono. Rasposa, la voz lo electrizó: “Dile a tu papá que ya le baje y que no se meta en pendejadas”. Colgó y relató el hecho, evidente la preocupación en la familia.
No era broma ni desplante. De la amenaza hablada se pasó a la acción directa, a la presencia física, cuando los tres individuos irrumpieron en la cochera de su hogar.
Armando Rotter dice que no sabe a quien culpar. Transmite miedo. Sabe que la intimidación no es a su familia sino a él, y lo atribuye a su nueva incursión en política.
Ocurrió el incidente al filo de las 7 de la mañana este jueves 22. Minutos después trascendieron los detalles, el amago, la amenaza, el instante que pudo cambiar su vida si su esposa hubiera bajado la cortina de la cochera y quedado a expensas de los tres hombres armados, presuntos sicarios.
Armando Rotter no sabe si querían robarle, si pretendieron secuestrarlo o si era un atentado para quitarle la vida.
Minutos después comunicó a la sede central del Partido del Trabajo su retiro de la candidatura a diputado federal por el distrito de Coatzacoalcos. Diez días antes, el 12 de enero, lo había presentado como abanderado del PT el tormentoso ex diputado Gerardo Fernández Noroña.
“Mis hijos no tienen la culpa, 13 y 15 años y desde luego es por la política, yo realmente no tengo dinero. No soy gente apetecible para los criminales”, explica.
“En estas condiciones no se puede asistir a una candidatura. Temo por mi vida, esposa e hijos, y además no sé a quién responsabilizar”, señala.
No es monedita de oro. Sobre Armando Rotter se formulan juicios y condenas, elogios y diatribas. Lo recuerdan por su obra pública como alcalde y lo repudian por su proclividad a cambiar de partido y postularse sin mayor desparpajo por la izquierda que por la derecha.
Polémico como es, no había sufrido un atentado en campaña, ni su familia se había encontrado cara a cara con un grupo criminal.
Enfrentó una persecución política cuando concluyó su mandato como alcalde de Coatzacoalcos, en 2000, que lo hizo exiliarse en Canadá desde donde promovió su defensa legal y logró derrumbar todos los cargos. Sus enemigos, los caciques de Coatzacoalcos, Carlos Brito Gómez y Marcelo Montiel, y el entonces titular del Órgano de Fiscalización Superior, Rene Mariani Ochoa, no lo pudieron encarcelar ni sacarlo de la vida política.
Lo de hoy va más allá. Si bien Armando Rotter puede no ganar la contienda por la diputación federal en Coatzacoalcos, sus votos pueden afectar la elección. Sirven para restarle a sus contrincantes y afectar el proyecto del fidelismo, el panismo o el lopezobradorismo.
Tres de los candidatos que contienden por la diputación federal son fidelistas: Rafael García Bringas, del PRI; Renato Tronco Gómez, de Movimiento Ciudadano, y Gonzalo Guízar Valladares o Juan de Dios Sánchez Abreu, del Partido Encuentro Social. Por el PAN, la contienda interna se define entre Gloria Santos y Moisés Zarco. Por el PRD, Rodolfo de la Guardia Cueto, padre del ex director de Interpol México, Rodolfo de la Guardia García. Por Morena, Rocío Nahle García.
En años, es esta la contienda más cerrada. Repudiado por el priismo, García Bringas es el candidato más débil que el PRI haya postulado, amenazado el triunfo por su perfil bajo, y por contrincantes que han tenido una prolongada exposición en los cargos públicos y los medios de comunicación.
Amenazado, objeto de un atentado, Armando Rotter protagoniza un hecho que no es para el olvido. Tiene los síntomas del escenario michoacano. En aquel estado así comenzó la anarquía que hoy se vive. Los candidatos eran amenazados por el crimen organizado y obligados a renunciar. Quienes resistían fueron objeto de atentados en sus bienes, en sus familias, en ellos mismos.
Michoacán pasó a ser arena electoral de los grupos de poder, ligados a los grupos criminales. Pueblos enteros recibían llamadas telefónicas. Repiqueteaban los teléfonos en los hogares. Se escuchaba una voz que alertaba. Si perdía el candidato de los narcos, el pueblo entero sería arrasado, las mujeres violadas, los niños reclutados para servir a la delincuencias, las casas quemadas, los hombres asesinados.
Así se adueñaron de alcaldías y diputaciones, territorios, cuerpos policíacos, obra pública y todo aquello que sirviera para sostener el narcoestado.
Así comenzó Michoacán. A los candidatos que no servían a los intereses de la narcopolítica, los amenazaban, atentaban contra ellos y sus familias, los secuestraban, los tableaban, los torturaban. A los electores los obligaban a votar masivamente por el candidato de los criminales ligados al poder.
Hoy, en ese umbral de la violencia política está Veracruz.
Queda una pregunta: ¿quién es el candidato del crimen organizado para la diputación federal por Coatzacoalcos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario