Julio Scherer y García Márquez. |
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Se
abrió el tiempo para llorar a Gabriel García Márquez. Ya no hay manera
de enfrentar el deterioro que poco a poco provocaría el desenlace
previsible.
Lo conocí en septiembre de 1979. Proceso
y la Editorial Nueva Imagen habían convocado a un concurso sobre el
Militarismo en América Latina. García Márquez fue uno de los jurados,
muy lejos del Nobel, pero ya famoso.
La segunda ocasión que estuve
cerca del escritor fue cuando el fundador de Nuevo Periodismo, Gabriel
García Márquez, convocó a un certamen para distinguir al personaje
merecedor de tal reconocimiento. García Márquez me entregó el diploma y
me dio un beso.
Por la noche, en una cena de unos cuantos, decía que era la primera vez y la última, en la que besaría a un varón.
La
última vez que estuve con el escritor fui testigo de su deterioro. Su
cabeza ya no era la máquina perfecta que había revolucionado la
literatura. Dudé hasta el insomnio si debía dar cuenta o no de lo que
había visto y escuchado. Pensaba que podría provocar algún disgusto en
doña Mercedes, compañera toda su vida de un gran periodista y pensé que
su malestar habría de prolongarse sólo un breve tiempo.
Pretendí
dejar atrás la incertidumbre que me pesaba y le pedí a mi secretaria,
Ángeles Morales, que me comunicara con la secretaria de García Márquez,
Mónica Alonso. El teléfono lo tomó doña Mercedes y me dijo que los
asuntos que tuvieran que ver con su marido, era ella la indicada para
resolverlos.
Tuve en cuenta que mi pequeño texto no develaría
secreto alguno. También consideré que nadie podría acusarme de
infidelidad. Jaime García Márquez había hecho público que su hermano
padecía demencia senil * y así otros escritores. Jaime Abello, director
de Nuevo Periodismo, pretendió restarle importancia al asunto. Fallido
en su propósito, le dio realce al tema al afirmar que García Márquez era
un “anciano olvidadizo”.**
(Fragmento del texto que se publica en Proceso 1955, ya en circulación)
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*Cito
a Jaime García Márquez durante su intervención en un encuentro con los
expedicionarios de la ruta Quetzal BBVA en el Museo de la Inquisición de
Cartagena de Indias, Colombia, realizado el 5 de julio de 2012: “Desde
el punto de vista físico y motriz, Gabo se encuentra bien, aunque ya
tiene algunos conflictos de memoria. En la familia todos sufrimos
demencia senil, yo ya también comienzo a tener algunos problemitas”.
**El
martes 10 de julio de 2012, la agencia AFP dio cuenta de que el
director de la Fundación Nuevo Periodismo, Jaime Abello, dijo que el
Nobel de Literatura “no está demente; simplemente anciano y olvidadizo”.
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