lunes, 28 de abril de 2014

Hospital enfermo.



 
Déjame que te cuente…

Por Sergio M. Trejo González

Sabrán mis amigos que el poder político y el billete influyen de manera significativa en nuestras fantasmagóricas apariciones. Por muchas leyes de transparencia que se dicten, la tendencia natural del que manda es la de administrar la información a cuentagotas: Perdón flor, te pisé?
Pero, al margen las reglas y vicisitudes, aquí continuaremos, cada que sea posible, sin perjuicio de que los amigos hagan, en las redes, lo posible para no quedarnos con ganas de platicarles algunas elucubraciones que llaman nuestra curiosidad. Como esa novela de que los alcaldes de los municipios de nuestra región andan haciendo la coperacha para sacar adelante al hospital Miguel Alemán de Acayucan-Oluta; quesque entre sus deficiencias está la falta de quirófanos equipados y, de ahí, se dice que existe una cotización para habilitarlos en un costo de 75 mil pesos. Ante este planteamiento los munícipes convocados determinaron apoyar con 10 mil pesos, cada uno  “ya que los accidentes están al día y las cirugías no pueden esperar”. Casos como este son precisamente los que motivan nuestra pregunta ¿quién maneja la política económica del estado?
Entendemos modestamente que existe un Manual para la Gestión Financiera Municipal y su Fiscalización. Que tal documento consta de tres apartados: primero, Planeación, Obtención y Aplicación de los Recursos; segundo, Mecanismos de Registro, Control y Participación Ciudadana, y tercero, Procedimiento de Fiscalización Superior. Esos aspectos creemos que los diputados del congreso local tienen la responsabilidad de revisar para que los recursos públicos se apliquen con transparencia y eficacia a lo que están destinados… no sé, pero presiento que la grilla no anda muy bien en Veracruz, pues refleja problemas de irresponsabilidad y desorden político, tanto que permea hasta los instancias de salud pública.
Podríamos revisar las estadísticas de mortalidad pero mis deseos no van por ese rumbo, lo apreciable son los indicadores del rendimiento del gasto en las hospitales, que vienen expresando los niveles de pobreza y de penuria de la sanidad gratuita; porque, se reconozca o no, existe una precaria salud de los veracruzanos a causa del rezago social que vivimos, esto impacta en la capacidad productiva y en la calidad de vida de las personas, consecuencia de un mal manejo económico del estado, pues la incapacidad para atender los problemas de salud de las personas, tanto por la escasez de recursos privados, como de recursos públicos, es resultado del hecho que somos un estado mal administrado.
Sin animus chingativo, escondido en la papada, podemos decir que no es malo que se invierta billete grande en fiestas patronales y carnavales, circos y bailongos, para que la gente ande contenta. Es necesario y muy sano que el pueblo baile al ritmo de los grupazos como los que vinieron para Acayucan hace quince días, y los que se anuncian para amenizar la vida de Sayula y de Oluta, próximamente; pero estamos de acuerdo en que debemos mantener un hospital digamos funcional, acorde a la derrama de muchos  millones, de los que declaró el presidente de la CANACO local, por tan ruidosa fiesta pretérita inmediata. Digo, la ley de sobrevivencia nos indica que lo primero es antes de lo segundo y, en esa perogrullada, si se derrocha diversión es porque tenemos salud. Todo lo bonito que nos divertimos debe obedecer a que cuidamos lo más lo más importante  y se tiene la disponibilidad de los insumos necesarios para llevar bien la pachanga. Podríamos aquí subrayar todos los cuentos de nuestro congreso de Veracruz y el Orfis, para que los recursos públicos sean administrados conforme a la normatividad y aplicados en bienes y servicios de calidad, pero prefiero para no aburrirlos, y por qué a lo mejor ni me publican mis garabatos, a manera breviario histórico,  permítame recordar que alguna vez alguien me platicó la idea  esa de crear lo que ahora conocemos como  DIF, “para que tuvieran en que entretenerse las esposas de los presidentes, los gobernadores y los alcaldes”(y para promoverlas a ocupar puestos de elección popular). Los antecedentes datan de 1929, cuando se fundó el programa “Una gota de leche”, mediante el cual un grupo de mujeres ofrecían desayunos escolares a los niños  desamparados. Después vendría el concepto de asistencia a partir de 1943, cuando se constituyó la Secretaría de Asistencia Pública, la cual compartía con el Departamento de Salubridad, las funciones de atención a los grupos sociales más desprotegidos y vulnerables. En ese tenor se crea para enero de 1961, el Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI), que luego se reestructuró en el 68 para dar pasó al Instituto Mexicano para la Infancia y la Familia (IMPI). Posteriormente, el 15 de julio de 1968 surgió el Instituto Mexicano de Asistencia a la Niñez (IMAN), orientado a la atención de niños huérfanos, abandonados, desvalidos, discapacitados o con alguna enfermedad. Así las cosas llegamos al 10 de enero de 1977 para instaurar  el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia. Después don Miguel de la Madrid propuso que los municipios cedieran un porcentaje del presupuesto. Algunos se resistieron tantito en sus cabildos pero de alguna manera cedieron a la idea, en lo que muchos consideramos una dualidad de funciones; una determinación de cierta manera absurda, cuando examinamos que tal organismo cuenta en ocasiones con más equipo y personal que los propios centros oficiales de salud.
No quiero molestar a nadie pero entiendo que andan mal las cosas, en Veracruz y por nuestro hospital regional, hasta el grado de una deuda por varios miles de pesos por cuenta de alimentación a pacientes. Algo que todavía no se ventila, a mí nadie me lo dijo, nadie pero yo lo sé... que hay reclamos y compromisos de pago, que no se cubren, y a ese paso veremos el sostenimiento del nosocomio en base a la caridad o continuaremos con el deceso de los pacientes ahora también por inanición.
Por lo pronto no nos hagamos rosca para cuando veamos pasar la charola al estilo de los arrieros, los migrantes y salubridad. Realmente no he leído nada de Krishnamurti pero esa frase me dejo pensando:   “No es síntoma de buena salud el estar perfectamente adaptado a una sociedad enferma”.

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