25/08/2013
Luis Carlos Sánchez
Varios
niveles. Desde lo que fue el patio central desplantan 13 escalones que
llegaron a un descanso y después continuaron en forma de “u” para llevar
al segundo piso. Bajo el segmento de escalera que conduce a la planta
alta se observan los restos de lo que fue la accesoria de la morada, que
permanece sin explorar para conservar la estabilidad de las ruinas.
CIUDAD DE MÉXICO, 26 de agosto.- Los vestigios
de una estructura prehispánica y de pisos de la misma época que
pertenecieron a los márgenes de la antigua ciudad de Tenochti-tlán, así
como las ruinas de un palacio virreinal del siglo XVII y de una casa
colonial del siglo XVIII, han sido localizados en un predio ubicado
entre las calles de Venustiano Carranza y República de Uruguay en el
Centro Histórico.
El hallazgo realizado por un grupo multidisciplinario de
especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH),
con apoyo de Grupo Carso, se localiza exactamente a mil 800 metros en
línea recta del antiguo Templo Mayor azteca y representa un nuevo
depósito con alto potencial arqueológico en el que es posible observar
los diferentes momentos históricos de la ciudad, desde la época
prehispánica a la moderna.
La excavación en el terreno de mil 700 metros cuadrados comenzó hace
dos meses y medio y ha sido denominada Proyecto Venus, debido a que se
localiza en el número 53 de la calle de Venustiano Carranza, aunque
también limita al sur con el número 54 de la calle de Uruguay.
El predio que ha tenido diferentes usos a lo largo del tiempo sirvió como estacionamiento público en los últimos años.
El equipo de especialistas trabaja en cinco diferentes excavaciones
intensivas que cubren alrededor del 45 por ciento del terreno. En la
esquina oriente del predio, sobre Venustiano Carranza, los arqueólogos
localizaron un edificio mexica, probablemente construido durante los
reinados de Axayacatl y Tizoc, que gobernaron entre los años de 1469 y
1486, cuando la ciudad creció debido a las conquistas del imperio.
La estructura construida a partir de un núcleo de adobes amarrados
con lodo, estuvo recubierta con un muro de tezontle y argamasa de cal
del que sólo se conservó el desplante que aún contiene su aplanado
original de estuco.
Asociado al edificio fue localizado un piso prehispánico de tierra
compactada, recubierto con aplanado de estuco y un enlucido fino de cal,
a 4.20 metros de profundidad sobre el nivel de la calle. Debajo de él,
encontraron otro piso mejor conservado que presenta huellas de haber
estado expuesto al fuego.
El hallazgo se localiza en lo que los especialistas reconocen como el
barrio de Moyotlán, que en náhuatl quiere decir Lugar de mosquitos;
desde la época prehispánica la zona era conocida como Zoquipan y debió
ser un área cenagosa en la que abundaban las chinampas.
En el trayecto de la exploración, los especialistas localizaron
cientos de materiales asociados a los vestigios prehispánicos,
principalmente han rescatado pedazos de huesos de animales (aún por
clasificar), así como navajillas prismáticas, lascas y pedazos de núcleo
de obsidiana. En la parte más cercana al último piso han encontrado
material azteca III (del 1400 al 1500) y azteca IV (de 1500 a 1521),
fragmentos de sahumadores y figurillas que representan deidades
femeninas asociadas a la fertilidad.
Estampa virreinal
A unos metros de los vestigios prehispánicos, hacia dentro del
predio, la exploración ha permitido abrir una ventana al pasado
virreinal. Los científicos han despejado las ruinas de lo que fue un
palacio de dos pisos que contó con una escalera señorial adornada con
azulejos y en cuya bóveda se guardaron recipientes que han sido
rescatados completos, sobre una base de madera que se cree pudo haber
sido una mesa.
Sólo a unos pasos de donde corre la actual calle de Venustiano
Carranza, justo después de la plataforma prehispánica, la construcción
fue hecha hacia dentro del predio, lo que permitió que se conservara
todo el contexto.
Los cimientos de lo que fue el portón de aquella casa, distribuidos a
partir de la traza española elaborada en 1524 tras consumarse la
conquista, permiten determinar que la entrada pudo tener 3.5 metros de
ancho y que ahí hubo un portón que alcanzaba hasta cuatro o cinco metros
de alto.
Más atrás, en un segmento que ha sido explorado sólo
fragmentariamente, debió estar el patio principal de la casa que en
distintos momentos de la ocupación fue fortificado con columnas. En el
centro del lugar se localizaron los vestigios de una caja de agua que
formaba parte de un sistema artesanal-industrial y que estuvo adornada
con azulejos.
Contiguamente, la casa señorial ha comenzado a aparecer: desde lo que
fue el patio central desplantan 13 escalones que llegaron a un descanso
y después continuaron en forma de “u” para llevar al segundo piso; en
los muros laterales los científicos han rescatado más de 300 azulejos
que decoraron el paso hacia la parte superior. Hasta el momento, los
restauradores saben que se trata de mosaicos de manufactura mexicana, de
12 por 12 centímetros, que tuvieron diferentes diseños separados por
líneas de azulejo azul.
Bajo el segmento de escalera que conduce a la planta alta se observan
los restos de lo que fue la accesoria de la morada, que permanece sin
explorar para conservar la estabilidad de las ruinas.
En la parte trasera de las escaleras, sin embargo, ha sido localizado
uno de los hallazgos más reveladores: un espacio en que se conservaron
seis recipientes completos –bacines y lebrillos del siglo XVII– y otros
fragmentados, sobre una base de madera que los arqueólogos creen que
podría ser una mesa. También había allí restos de un zapato de mujer que
pertenece a dicha la época.
La exploración pretende avanzar por los costados, más atrás estarían
las caballerizas y por un lado los cuartos que integraron la
construcción.
En el lado sur del terreno, donde se pretende levantar un nuevo
estacionamiento, están los restos de otra construcción del siglo XVIII.
La morada daba hacia la calle de Uruguay y, hasta el momento, los
científicos han localizado dos cuartos que formaron parte de la
distribución original del antiguo edificio.
Modelo de arquitectura
Las casas del siglo XVII fueron una especie de fortaleza para sus
dueños, los enormes portones que servían de entrada eran también una
protección para los moradores recién llegados a la Nueva España. Las
construcciones seguían casi los mismos patrones arquitectónicos que se
utilizaban en el Viejo Mundo, que aún tenían inspiración romana.
La mayoría tenía un patio central con corredores en la planta baja y
alta y techos de viguería, los pisos eran de losetas de cerámica
cuadradas y se acostumbraba pintar los muros que regularmente eran de
cantera muy gruesa, de una vara (83 centímetros).
La casa señorial en Venustiano Carranza tiene claras similitudes a la Casa de Xala, hoy convertida en un restaurante.
Los hundimientos y renivelaciones, muchas veces contemplados por las
inundaciones, permitieron que los restos de la construcción quedaran
varios metros abajo del nivel actual de la calle. Los científicos creen
que la casa pudo haber pertenecido a un molinero de apellido García
Colín, que también era propietario de tierras en la zona de Chapultepec.
Sobre la estructura prehispánica consideran que puede tratarse de un
momoztli, que servía como depositario de ofrendas y rituales.
Un edificio similar fue encontrado en 1986 en lo que fue una plaza
ceremonial que se localizó en el actual predio que ocupan las oficinas
de Banamex en el mismo perímetro; otros vestigios coloniales han sido
ubicados también en donde hoy existe un restaurante Vips y en el predio
que colinda con el que es motivo de estudio. (Excélsior).
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