Las imágenes presentadas al público
están manipuladas; el cadáver exhibido
“no es del Lazca”: Proceso
Revista Proceso
México, México. 15 de octubre de 2012.-
De acuerdo con expertos en criminalística y ciencias forenses que
laboran en el ámbito judicial consideran falso que el cadáver presentado
por la Secretaría de la Marina Armada de México (Semar) y el gobierno
de Coahuila como el de Heriberto Lazcano Lazcano corresponda realmente
al del líder de Los Zetas.
A petición de Proceso, especialistas de
varias instituciones que pidieron el anonimato realizaron una
identificación criminal empleando fotografías del cadáver exhibidas por
la Semar, así como las imágenes en que el jefe de Los Zetas aparece en
vida. Este ejercicio lo realizaron con base en el dictamen médico legal
de la necropsia difundido por la prensa el viernes 12.
“El día 7 de octubre de 2012, en el
anfiteatro de la Funeraria García, de Sabinas, Coahuila –señala el
documento–, el perito médico forense de la PGJE (Procuraduría General de
Justicia del Estado) realizó la necropsia de ley al cadáver de una
persona que se tenía como no nombre (nn), emitiendo el dictamen médico
legal de necropsia en los términos siguientes:
Examen traumatológico: “Herida
(ocasionada) por proyectil de arma de fuego de grueso calibre con
orificio de entrada en región occipital, alojando el proyectil en la
base del cráneo, en la parte anterior izquierda, con trayectoria de
atrás hacia adelante, de abajo hacia arriba y de izquierda a derecha”.
Una segunda herida “por proyectil de
arma de fuego de grueso calibre con orificio de entrada en la parte
posterior de la región parietal izquierda y orificio de salida en región
parietal derecha, que fracturó el hueso occipital”, además de otras
cuatro heridas, también por proyectil de arma de fuego, que en opinión
de los especialistas no son causa de fallecimiento: una en el glúteo
derecho, otra en el glúteo izquierdo, la quinta en la región pectoral
derecha –debajo de la tetilla– y la sexta en el codo derecho.
–¿En la herida número uno encontró incongruencias –se le pregunta a uno de los especialistas.
–Sí. Porque, ¿cómo es posible que una
bala de grueso calibre se aloje en la base del cráneo? Normalmente,
cuando son proyectiles de esta dimensión entran y salen, la atraviesan
completamente porque el poder de destrucción es muy alto. Es el mismo
efecto que los humanos tenemos cuando nos disparan en la cabeza, salvo
en calibres pequeños: las paredes del cráneo pueden resistir esos
impactos. Sin embargo, la Semar dice que los marinos dispararon a una
distancia de 30 metros. ¡Imagínese el poder de fuego que tiene el arma
para disparar de esa distancia y darle a la cabeza a alguien! No es
común. No es normal que el rostro del cadáver esté completamente limpio.
–En la población de Progreso, donde,
según las autoridades, fue abatido El Lazca, una testigo declaró al
periódico Excélsior que a uno de los ejecutados lo obligaron a hincarse y
luego le dispararon…
–Como no tenemos acceso al resto de la
información –sobre todo a los indicios que nos permitirían reconstruir
el hecho o por lo menos acercarnos al mismo a través de las fotografías y
el rastreo pericial que levantan– , no sabremos si efectivamente se
realizaron estas maniobras en este lugar.
–Si fue como ella dice, ¿su versión se ajusta a las características de algunas de las heridas?
–Coincide con la herida número uno. Lo
tienen boca abajo y tirado en el piso; bien podría concordar. Pero,
repito: tendríamos que tener acceso a más documentación para buscar
otros indicios, como rastros de pólvora o quemaduras, porque el cadáver,
o al menos la parte que nos muestran de él, no tiene quemaduras.
Imágenes manipuladas
Otro de los peritos consultados se refiere a la herida dos:
“La necropsia dice que entra (una bala
de grueso calibre) en la parte posterior de la región parietal izquierda
y sale por la derecha –esta región es el hueso que tenemos por arriba
de la oreja–, y que el orificio de salida en la región parietal derecha
fractura el hueso occipital. Si uno se toca atrás de la cabeza, sentirá
una protuberancia, como una bolita, ese es el hueso occipital; o sea que
la bala penetra y rompe todo el cráneo y fractura este hueso. Y si nos
fijamos en las fotografías donde el muerto aparece acostado y se le ve
la oreja derecha, no aparece ningún orificio de salida”.
Incluso muestra imágenes que circulan en
internet: “Fíjese –dice– cómo el cadáver está en posición de tres
cuartos y se le ve claramente la oreja del lado derecho. Y por arriba de
ella está el hueso occipital por donde supuestamente salió la bala… No
se ve ningún orificio”.
–¿Esto qué quiere decir?
–Que las imágenes presentadas al público
están manipuladas y fueron hechas especialmente para aparentar que la
víctima es El Lazca. Sin embargo, el protocolo de necropsia y lo que nos
muestran los medios no es lo que sucedió. Científicamente no es posible
comprobar la identidad de este sujeto por lo que nos están diciendo.
Científicamente, las fotografías que nos presentan no concuerdan con las
que conocemos de él. ¡Imagínese! Se ha difundido que la Marina utilizó
armas de 2.23 mm. Con su poder destructivo, le hubiera volado la cabeza.
Es sencillo: no concuerdan las armas utilizadas con las lesiones que
presenta el sujeto fallecido.
–¿Y en cuanto a la herida tres?
–El resto de las lesiones no son
importantes para un uso criminalístico mortal porque no causan la
muerte. Las importantes son las de la cabeza.
–¿Estas son las dos heridas que, al
comparar los cuerpos en fotografía, nos hacen estar seguros de que no se
trata de la misma persona?
–Sí. Si usted observa las imágenes del
sujeto, verá que las regiones en las cuales deben aparecer heridas, no
tiene lesión alguna.
–El médico forense de Coahuila declaró
que no eran seis, sino cinco las heridas, y también dijo que había
señales de cirugía plástica en las orejas. ¿Es lógico que alguien se
opere las orejas y no el resto de la cara?
–Es ilógico. Ahora que ya no tienen el
cuerpo, cómo es posible que salga un doctor a decir que tenía una
cirugía plástica en las orejas, cuando lo debieron haber dicho desde un
principio; y ahora retiran las fotografías de internet para que no se
vea la comparación. El certificado debió incluir las cicatrices y las
heridas encontradas en el sujeto.
–En algunos sitios de internet circula
una fotografía del cuerpo donde aparece con la frente y parte de la
nariz deshechas, además de una herida en el labio. ¿A cuál de las
heridas de la necropsia corresponde?
–Tendría que ser a la primera, porque
cuando el proyectil disparado por arma de fuego entra en la región
occipital, es decir en la nuca, de arriba hacia abajo, la bala pega en
el hueso contrario, que es el hueso frontal. Pero el sujeto que nos
presentan no tiene ninguna herida. O nos hicieron un photoshop o un gran
teatro.
Escenarios inverosímiles
Los peritos consultados aceptaron
realizar el análisis de manera no oficial, sólo por “inquietud” forense,
para saber si las cosas están bien o mal hechas.
–¿Y cómo están? –se le pregunta a un tercer experto.
–Estaban mal hechas. Ahora, sobre la marcha, tratan de recomponer la situación.
–¿Puede ser que Lazcano Lazcano no esté muerto?
–Hasta no tener las pruebas de ello, afirmarlo sería faltar a una ética profesional.
Algunos peritos realizaron una
explanometría facial, tanto al rostro del cadáver como a una fotografía
tomada a Lazcano cuando aún vivía.
–¿Qué indican las mediciones? –se les pregunta a los peritos.
–No concuerdan. El estudio denominado
explanometría facial consiste en realizar ciertas mediciones en el
rostro de las personas para tratar de identificar esas pequeñas
características que son únicas y que a pesar de que se practique
cualquier operación, no variarán. Son perennes –dice uno de ellos.
Explica que estas características son la
comisura de los labios, el tamaño de las orejas y de los huesos de los
pómulos, así como las “entradas” entre el cabello.
–¿Qué resultados obtuvieron?
–Lo que nos provoca dudas es la posición
de las orejas. Dicen que se las operó, pero aun así no concuerdan,
porque una cosa es operarse las orejas y otra es cambiarlas de lugar.
Las orejas están en diferente lugar. En la foto del vivo la altura de la
oreja está sobre la elevación del ojo, mientras que en la foto del
muerto está aún más arriba que la oreja del vivo.
En cuanto a la comisura de los labios,
se realizaron superposiciones en las que se acomodan de manera muy
evidente; sin embargo, en la foto del sujeto cuando estaba vivo están
más pequeñas que en el fallecido.
En cuanto al tamaño de los huesos del
pómulo, estos son más prominentes en el vivo que en el muerto, “a menos
que un doctor le haya recomendado rebajarse los huesos; pero es una
operación que aquí en México no se lleva a cabo, y sinceramente no creo
que se la haya practicado”, afirma.
Por lo que respecta a las “entradas”, si
bien son similares, en las fotos del sujeto vivo, están más cerca de la
ceja, mientras que en el muerto están más alejadas. Sé que se pueden
quitar, pero como es un rasgo genético, las entradas de pelo regresan a
su lugar.
–Decía usted que estos rasgos genéticos no cambian. ¿No se modifican cuando la persona muere?
–No. Salvo que el cuerpo esté putrefacto.
–¿Cuál es la conclusión a la que llegan ustedes?
–Que el sujeto que nos están presentando
como Heriberto Lazcano no es él. Salvo que tengamos más elementos, más
indicios y acceso al expediente, podríamos cambiar de opinión. Hasta
ahora, con el conocimiento científico que poseemos podemos determinar
que no son la misma persona.
–¿Qué genera este tipo de posibles errores forenses?
–Que la mayoría de la gente no nos crea.
Hay casos en la opinión pública que han sido muy sonados –como el de la
niña Paulette, en el Estado de México–. No es posible perder años de
experiencia y de estudio por el mal manejo que se hace de estas
informaciones. A los expertos forenses nos están destruyendo. Son
situaciones que desprestigian a los forenses que realmente estudiamos y
que tenemos el interés de que esto se resuelva de manera imparcial.
“Espero que los expertos forenses
tengamos un lugar preponderante en este tipo de situaciones y que el
gobierno mexicano voltee la vista a la ciencia. Dejarse de hacer
lucubraciones, cuentos y engañarse a sí mismo. Y que la ciencia permee
las investigaciones criminales como se hace en todo el mundo, menos en
México”, concluye el último de los entrevistados
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