martes, 21 de junio de 2011

Milo Vela

Columna: Sumario


Por Gustavo González Godina

Impactados por el asesinato ayer del periodista Miguel Ángel López Velasco, su esposa y su hijo; enojados, preocupados y por supuesto asustados, quienes nos dedicamos a este oficio esperamos dos cosas del gobierno: una que se aclare y se castigue el triple homicidio, y la otra que nos diga en qué va a consistir la solidaridad con el gremio periodístico que ofreció el gobernador Javier Duarte, si se trata sólo de apoyo moral, de sus condolencias, para darle las gracias y disponernos a bien morir, o si podemos esperar algo más que buenas intenciones.
Por lo pronto, cosa rara, reconoció ya JDO que la muerte de Milo Vela y su familia no fue un hecho aislado, sino que se inscribe -dijo- dentro de la presencia de grupos delictivos en la Entidad, forma parte de una serie de acciones de esos grupos criminales y es el reflejo de lo que está pasando en todo el país. Ya no dijo que aquí no pasa nada, sino que evidentemente Veracruz no escapa a estas acciones.
Dijo también que no se trata de un ataque contra un solo gremio, sino contra toda la sociedad veracruzana, que es un ataque contra la sociedad entera. Pues sí pero los periodistas y los policías estamos más expuestos que la sociedad entera a ser víctimas de represalias por parte del crimen organizado que nos ve como enemigos. Los policías por lo menos andan armados y en grupo la mayor parte del tiempo, alguna posibilidad tienen de defenderse de los matones; en cambio los periodistas andan solos y su alma, y cargando como única protección con la bendición de su mamá, los que aún la tienen…
Sí, dijo el doctor Duarte que desde que asumió el poder en diciembre pasado no ha habido una sola semana donde no hayan dado un golpe a la delincuencia. De acuerdo, es un hombre valiente que está haciendo su trabajo, ya lo hemos reconocido en este espacio. Yo también, pero Él es más valiente que yo porque lo cuidan, no sé, veinte o treinta personas fuertemente armadas día y noche, nadie se puede acerca a su casa, ni a su oficina, ni a su camioneta, ni a su helicóptero, ni al lugar por donde vaya caminando, si no se aseguran antes sus escoltas de que no representa un peligro. Y hace bien, debe cuidarse, como se cuidan también el ciudadano secretario de Seguridad Pública, el Procurador de Justicia, el señor General, el Almirante y todos sus segundos y terceros de abordo. Claro, son gente importante. Y los periodistas qué… como dijo el Canaca: “¡Apúntele bien!” Pero los únicos que apuntan bien son los sicarios.
No estoy pidiendo con esto que nos pongan una escolta a cada periodista, no alcanzarían los escoltas, hay más periodistas que policías, pero sí hay algunos reporteros y columnistas (entre los que no me cuento) que corren más riesgo que otros y Miguel Ángel era uno de ellos, manejaba mucha información relacionada con la seguridad, la corrupción y el crimen, el gobierno debía protegerlo, como a otros compañeros que el Ejecutivo y sus dependencias involucradas en la seguridad y la comunicación saben muy bien quiénes son.
Es evidente que la muerte de Milo Vela tuvo que ver con el ejercicio de su profesión. Como lo es también que el triple homicidio va a trascender las fronteras de la Entidad y va a dejar muy mal parado al gobierno local. Si esto amerita sólo sus condolencias y apoyo moral, será -creo- un error que puede costar más vidas de periodistas notables y mayor costo político. Asesinó la mafia a Olguín en Jáltipan y no pasó gran cosa para el gobierno estatal, sin contar con que ya el Ejército detuvo al que organizó la ejecución; no aparece Evaristo y tampoco presiona demasiado su desaparición, pero si matan a otro periodista de la talla de Miguel Ángel López Velasco va a tener serios problemas el gobierno de Javier Duarte. Ya los tiene. Toda vida humana es importante, se supone que todos somos iguales, pero la realidad es que hay unos más iguales que otros.
Imposible saber, por el momento, si el asesinato de Miguel Ángel, su esposa e hijo, fue una respuesta del crimen organizado a la autoridad, federal y estatal, que tantas bajas le ha causado últimamente. Como no pueden matar al gobernador, ni al general secretario ni al general comandante, pues qué tal al periodista, digamos, emblemático de la información policiaca y la denuncia. Porque eso era el columnista de Notiver, el más notable en ese campo en las últimas dos décadas.
Un portal de noticias de Xalapa mencionó ayer temprano, entre los sumarios de su nota, que López Velasco había sido “levantado” recientemente, aunque no dio detalles, ni en ese momento ni a lo largo del día. De ser cierto el dato indicaría que se lo habrían llevado para advertirle que dejara de tratar algún tema o de mencionar algo más acerca de quienes finalmente ordenaron su muerte. No era fácil de amedrentar, no era de los que se quedaban callados teniendo algo que decir, pero eso es sólo una hipótesis, la de callarlo, la otra es la de una posible respuesta al gobierno. En cualquier caso lo importante es que no era un periodista involucrado con la mafia, era un tipo valiente, muy informado y con un gran prestigio. Lamentamos su muerte y confiamos en que habrá de aclararse el crimen y habrá castigo para los responsables.
Javier Duarte de Ochoa estaba muy indignado ayer, dijo que estos hechos no lo van a desmoralizar y que mucho menos va a bajar la guardia, que le dan la rabia y el coraje necesarios para actuar con mayor firmeza y evitar así que estos grupos delictivos se puedan apoderar de nuestra casa. Eso espero. Y por lo pronto creo que debería el gobierno proteger a algunos comunicadores. Originalmente pensé en titular este comentario “¿Quién sigue?”, pero sería tanto como invocarlos. Tenemos miedo… (Tomado de La Política/ 21 de junio del 2011).

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