viernes, 17 de diciembre de 2010

Proceso y los narcos de Televisa

Columna: Informe Rojo
Por Mussio Cárdenas Arellano
Proceso no es un medio que se mate solo. Practica un periodismo crítico, sustentado; que hurga donde los demás no llegan; que increpa al poder, lo sacude, lo vapulea y lo exhibe, así sea por la corrupción o con el tema del narcotráfico.
Tocó hace un par de semanas la fibra más sensible del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa y las presuntas ligas y contactos que tuvo el malogrado delfín del Presidente, Juan Camilo Mouriño con el crimen organizado.
Eso le valió una embestida de Televisa, el consorcio jefaturado por Emilio Azcárraga Jean, cuyas acusaciones llegaron al punto de enredar al reportero Ricardo Ravelo en una versión perversa: hacer recibido un soborno por parte de un capo menor del narco, Sergio Villarreal Barragán, alias El Grande, que en su declaración tras ser detenido asegura haber pagado 50 mil dólares para evitar ser objeto de mayores señalamientos en Proceso.
Televisa, cuya cola es harto larga y sucia, se fue de cabeza para desacreditar a Proceso y al reportero Ricardo Ravelo. Lo balconeó en sus noticiarios y pretendió ultimarlo mediáticamente en uno de sus espacios estelares, Tercer Grado, con una serie de argumentos maniqueos que terminaron por exhibir la falta de sustento y empaque de ideas de sus panelistas, destacados sofistas de la comunicación, que resumieron su perorata en el estribillo de que la declaración de un testigo protegido carece de validez y propicia la industria de la calumnia.
Televisa, pues, en su afán de lavarle la cara al gobierno de Calderón, dio pie a Proceso para exhibir trapos sucios, historias quemantes, vínculos con el narco.
La revista fundada por Julio Scherer García, dirigida actualmente por Rafael Rodríguez Castañeda, ha documentado las ligas de personajes dedicados a la producción de Televisa con capos del narcotráfico. Uno de ellos, Héctor Beltrán Leyva, cuyo lavador de dinero era el “amigo de las estrellas”, Guillermo Ocaña Pradal, solía prestar sus residencias para la filmación de telenovelas del consorcio que encabeza la familia Azcárraga.
Proceso documentó que Ocaña Pradal es representante de cantantes como Ricardo Montaner y en las residencias de los capos del narcotráfico se grabaron telenovelas como Cadenas de Amargura y Rubí. Una de las casas, en el Distrito Federal, fue intervenida y se detuvo a once sicarios del cártel de los Beltrán Leyva.
Ocaña Pradal creó 26 empresas para el lavado de dinero desde España, por lo cual fue detenido y sujeto a un juicio de extradición a México, que finalmente logró evitar, no sin antes haber mencionado en diversas ocasiones a Televisa en sus declaraciones judiciales, y los nombres de Salma Hayek, de quien dijo era su ahijada, Alejandro Fernández, Tania Libertad, Armando Manzanero, Luis Miguel, y de ejecutivos de Televisa como José Bastón, vicepresidente de Televisión y Contenidos.
Algunas publicaciones han reseñado sus fiestones, a los que Ocaña Pradal solía invitar a personajes de la farándula como Verónica Castro, Silvia Pinal, Jacqueline y Chantal Andere, María Victoria, Jesús Monárrez, William Levy, Eugenio Derbez, Sara Bustani, Karla Alemány Lolita Ayala. También asistió el alcalde de Acapulco, Manuel Añorve. En algunos de sus eventos, según declaraciones ministeriales, acudió Clara Laborín Archuleta, esposa de Héctor Beltrán Leyva.
Proceso, en suma le dio una repasada a Televisa. Exhibió lo que el consorcio de los Azcárraga pretendieron ver y juzgar en la revista propiedad de Julio Scherer: ligas con el narcotráfico. La pista de Guillermo Ocaña Pradal es fuego para Televisa, sin dejar de lado que es vox pópuli lo que suelen meterse los artistas de la televisora en sus fiestones y bacanales.
Por cuanto hace al reportero Ricardo Ravelo, la acusación es inverosímil y estúpida: no existe un narco que se haya dejado chantajear por un periodista y menos pagar por su silencio. En vez de plata, a Ravelo le hubieran dado plomo.
La intención, sin embargo, es clara: el gobierno pretendió, vía Televisa, desacreditar a Proceso y con ellos, sus contenidos. Lanzó la embestida cuando Proceso señaló a Juan Camilo Mouriño como el contacto presidencial con la mafia.
Ahora Proceso toca otro punto sensible: las negociaciones que llevó a cabo el general Mario Arturo Acosta Chaparro, ex director de Seguridad pública de Veracruz, acusado de participar en la guerra sucia contra la guerrilla en los años 70, con el narcotráfico.
Esa es la respuesta. Y las que siguen. (Tomado de Diario Presencia/ 10 de diciembre del 2010).

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