Columna: ITINERARIO POLITICO
Por Ricardo Alemán
Imaginemos, por un momento, que Marcelo Ebrard es candidato presidencial de 2012 —por el partido que usted guste—, y que arenga frenético contra flagelos nacionales como la inseguridad y la deficiente impartición de justicia.
¿Con qué cara venderá Marcelo a los electores de todo el país una propuesta para acabar con la inseguridad y la vergonzosa impartición de justicia que se vive en todo el país, si fue echado del cargo cuando era secretario de Seguridad Pública del DF; si como jefe de Gobierno resolvió de manera poco satisfactoria —para los ciudadanos y la justicia en general— el penoso caso del New’s Divine?
Pero hay más. ¿Con qué cara Marcelo ofrecerá justicia, legalidad y estado de derecho, si en casos como los de El Apá y el secuestro y crimen de Yolanda Cevallos Coppel la PGJDF inventó a los ojos de todos un “chivo expiatorio” y solapó a secuestradores y criminales que eran policías?
El talón de Aquiles del jefe de Gobierno y ex titular de Seguridad Pública del DF ha sido el de la deficiente seguridad pública y la nula impartición de justicia. Pero el caso de Sergio Humberto Ortiz Juárez —motejado como El Apá— puede ser mucho más que el talón de Aquiles para Marcelo. Se puede convertir en su Waterloo. ¿Por qué?
Porque se trata de un escándalo en el que el jefe de Gobierno no tiene más “paraguas” que el de su alianza mediática con las televisoras. Y la pura imagen televisiva es poco —o nada— frente al sentido común, la convicción social, la justicia y los derechos humanos. El escándalo será llevado a la PGR, a las instancias locales y federales de derechos humanos, a instancias internacionales, y se convertirá en “un bombón” para los malquerientes de Ebrard.
Marcelo y su mentiroso procurador, el señor Mancera, pueden sostener hasta el infinito el cuento de que El Apá es responsable del crimen de Fernando Martí, pero en el montaje lo único que conseguirá es enlodar más la imagen del aventajado presidenciable de la izquierda, ofender el sentido común y la convicción de la sociedad, y dar parque a los adversarios políticos del jefe de Gobierno.
La muerte de Ortiz Juárez —la forma indignante en que se dio y el entorno que le fabricó el GDF— elevó la jerarquía de un “chivo expiatorio” al que llevarán al nivel de “mártir de la injusticia”. El Apá pudo ser un temible criminal, pero nada le probaron —además de los ofensivos montajes mediáticos— sobre el secuestro y crimen de Martí. La fábrica de criminales.
¿Con qué cara venderá Marcelo a los electores de todo el país una propuesta para acabar con la inseguridad y la vergonzosa impartición de justicia que se vive en todo el país, si fue echado del cargo cuando era secretario de Seguridad Pública del DF; si como jefe de Gobierno resolvió de manera poco satisfactoria —para los ciudadanos y la justicia en general— el penoso caso del New’s Divine?
Pero hay más. ¿Con qué cara Marcelo ofrecerá justicia, legalidad y estado de derecho, si en casos como los de El Apá y el secuestro y crimen de Yolanda Cevallos Coppel la PGJDF inventó a los ojos de todos un “chivo expiatorio” y solapó a secuestradores y criminales que eran policías?
El talón de Aquiles del jefe de Gobierno y ex titular de Seguridad Pública del DF ha sido el de la deficiente seguridad pública y la nula impartición de justicia. Pero el caso de Sergio Humberto Ortiz Juárez —motejado como El Apá— puede ser mucho más que el talón de Aquiles para Marcelo. Se puede convertir en su Waterloo. ¿Por qué?
Porque se trata de un escándalo en el que el jefe de Gobierno no tiene más “paraguas” que el de su alianza mediática con las televisoras. Y la pura imagen televisiva es poco —o nada— frente al sentido común, la convicción social, la justicia y los derechos humanos. El escándalo será llevado a la PGR, a las instancias locales y federales de derechos humanos, a instancias internacionales, y se convertirá en “un bombón” para los malquerientes de Ebrard.
Marcelo y su mentiroso procurador, el señor Mancera, pueden sostener hasta el infinito el cuento de que El Apá es responsable del crimen de Fernando Martí, pero en el montaje lo único que conseguirá es enlodar más la imagen del aventajado presidenciable de la izquierda, ofender el sentido común y la convicción de la sociedad, y dar parque a los adversarios políticos del jefe de Gobierno.
La muerte de Ortiz Juárez —la forma indignante en que se dio y el entorno que le fabricó el GDF— elevó la jerarquía de un “chivo expiatorio” al que llevarán al nivel de “mártir de la injusticia”. El Apá pudo ser un temible criminal, pero nada le probaron —además de los ofensivos montajes mediáticos— sobre el secuestro y crimen de Martí. La fábrica de criminales.
EN EL CAMINO A propósito, si Calderón es colérico, Marcelo es necio. “¿Por quién vota?”.
(Tomado de El Universal/18 de Nov. 2009).
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