Las letras de Eva
Eva L. Robinson
Papá…
Voy con un
candil de lata, de los que fabricabas por los años 20… y quiero sentarme a la
luz de la luna, para contemplar, desde el corredor de tu casa, a las chicas
yendo al baile… algunas llevan suecos y las zapatillas en la mano; tocan sus
cabellos con flores frescas… sus vestidos son un sueño, largos, hermosos. Junto
a ellas caminan madres o tías envueltas en su chal de señoras… Van rumbo al
mercado, donde los comerciantes levantaron sus puestos y los muchachos ensayan
sus mejores pasos, bailando hombre con hombre en aprendizaje obligado…
La música de
“Las Liras de San Martín” apaga el silencio de una noche acayuqueña, invitando
a los bailadores a su pista nocturna, centro de abastos por el día… Puede “tocar”
mi imaginación la belleza de Conchita Bravo, Delia Rodríguez, Gloria Lajud y
otras hermosas que no reconozco, escoltadas por
caballeros elegantes, impecablemente vestidos… La sonrisa de Abel
Vidaña, la seriedad de Pancholín Béjar, instalados en el casino, a la espera de
las chicas dispuestas para el baile… Muy
cerca, doña Ninfa Placeres se une con
Leonor Lara, en paciente espera por sus muchachas, incansables bailadoras de la
noche que transcurre en el alegre ambiente de los marimbistas…
Fuera, los
pequeños focos cual tizón iluminan las centrales calles de Acayucan. Chanón
impaciente ve el reloj esperando por las 12 para cortar el fluido eléctrico y
las lechuzas merodean, ocultándose al final en la torre de la iglesia…
Pareciera que este tiempo se va a quedar estático y en sí, es cierto, lo
atraparon en la foto de rostros sonrientes y frescos que observo en pleno siglo
21, complementando con los comentarios de mi amiga Yoya Reyes, asidua de
aquellos bailes y que me invita a verla, dejando los suecos y el candil
encargados con doña Pacita la garnachera, frente al parque, del lado de la
calle Victoria…
Dame
permiso, papá… quiero deambular esta madrugada, para ver el regreso de las jóvenes…
No pasa nada, el parque está muy quieto, iluminado por una luna inmensa,
sumergido en el silencio entre las fantasmagóricas sombras de árboles y
maceteros… El oscuro palacio me parece de cuento tenebroso y el viento hace
silbar siniestramente a los eucaliptos… No tengo miedo, se siente una inmensa
paz bajo el claro de luna y mis pies
desnudos se llenan de tierra… Un solitario paseante toma café con Pacita y me
arrebujo en la banca de concreto, tratando de imaginar un amanecer de estos
tiempos…
El murmullo
de alegres voces llega muy claramente a mis oídos. Los primeros bailadores se
retiran, comentando las experiencias de esta noche, cuando escucho las campanas
de la iglesia, dar las 12. Las lechuzas anidadas volaron asustadas por el
ruido… No hay más vida contra el cielo, aunque escudriño desde aquí… soy un
fantasma del futuro infiltrado en páginas añejas donde no puedo encontrarte,
porque aún no te conozco… Papá… sólo me contabas cosas de estos tiempos y quizá
me aferro porque no conocí los míos, sólo pude imaginarlos, desde un catre en
cada oscura noche de mi juventud… ¿Sabes cuántas veces me pregunté qué era
bailar? Lo asimilé como un pecado ante tus negativas de permitirnos vivir la
experiencia, y al escuchar los comentarios a mi alrededor, sólo podía soñar con
lo desconocido…
Pero, no importa, aquí estoy, en un mundo que
no es el mío, contemplando el hermoso pasado, quizá lamentando no haber
pertenecido a esos días mágicos, aunque a mi alcance por boca de quienes lo
vivieron… Déjame tomar el candil de lata nuevamente, papá, que es virtual
porque tal vez no quería nada de ti y tus artesanías se diluyeron igual que el
tiempo, pero sí recuerdo tus lámparas de gasolina, las tolvas de molino, las
sombrillas reparadas, las ollas de peltre que alguna vez soldé… tu viejo banco
de madera con un riel de remate… veo a mamá con uno de tus molinillos, batiendo
chocolate en la fría noche invernal y escucho la lluvia caer sobre el techo de
la mediagua; algunas gotas mojan mis cabellos de niña y me siento de nuevo en
el corredor de la abuela, para soltar barquitos de papel, hechos con las hojas
de un viejo cuaderno a rayas…
Es tarde,
como antes, me regañas… es hora de dormir y sé que mañana despertaré adulta;
escucharé hablar a la comadre Lupe y Marisa hará mucho ruido en la cocina… Me
asomaré al balcón para enterarme que estoy en el siglo 21… Buenas noches papá…
buenas noches por siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario