CLAROSCUROS
Por José Luis Ortega Vidal
(1)
Una de las problemáticas estructurales de México consiste en
nuestra lamentable capacidad para el olvido colectivo.
A los ciudadanos se nos olvida –por ejemplo- que los
políticos son nuestros empleados; que su sueldo es posible por los impuestos
que pagamos; que su riqueza corrupta es viable porque se los permitimos y el
dinero que se reparten de forma ilegal –no todos pero sí la inmensa mayoría-
pertenece a la riqueza generada por la sociedad en su conjunto.
Olvidamos también que las Leyes son letra muerta y no sirven
de nada cuando no se aplican; pero su aplicación nunca será entre cómplices –ya
dijimos que son rateros, pero nadie los puede acusar de pendejos- lo que
implica, de nuestra cuenta, la complicidad para hacerla posible.
¿Por qué los ciudadanos somos cómplices de la corrupción,
ineficacia, abuso de nuestros gobernantes?
Hay muchas formas de complicidad pero algunas de las más
comunes son la ausencia de denuncias, la ignorancia en torno a las Leyes y la
forma de aplicarlas, el ser también corruptos con actos cotidianos simples o
con el incumplimiento de las normas y la petición de ser “perdonados”
repartiendo “mordidas”; el acceso a las diversas estructuras de gobierno y la
obtención de “una parte del pastel” según nuestra actividad: el constructor “ganando”
concursos de obra vía “el palancazo”; el periodista recibiendo “chayotes”
chicos, grandes, medianos pero siempre espinosos y sirviendo a los intereses
mediáticos del político corrupto que ha “comprado los favores”; los dueños de
medios de información invirtiendo para la defensa de sus propios intereses y
olvidando la responsabilidad del andamiaje social que su empresa representa; el
maestro, el petrolero, el dirigente sindical, el líder de la colonia, el
presidente del comisariado ejidal, etcétera, pidiendo la garantía de que su
hijo, hija, esposa, amigo, vecino, obtenga “el favor” para lo que sea: un
trabajo, un trámite, el acceso a la educación, a la salud… bajo condiciones que
brincan a otros derechosos sin acceso a tal o cual “beneficio”.
Todos, al unísono, coreando la muy mexicana versada del: “tú
chinga porque atrás te vienen chingando”.
Sin pensar que chingar, chinga; que chingando nos chingamos;
que el chingón de hoy será el chingado de mañana.
(2)
Esto de la corrupción en México -que se refleja en nuestra
lamentable capacidad para el olvido colectivo- remite a la redacción infinita
de ejemplos y análisis sobre sus orígenes, consecuencias, características y
perspectivas tanto de continuidad como de solución.
Es un asunto cultural, histórico, generacional, abarca a la
sociedad mexicana en su totalidad –sólo varía por grados, niveles, aspectos,
pero siendo mexicano no hay modo de salvarse- y lo marca todo: desde los
asuntos y circunstancias individuales hasta los de Estado.
(3)
Con el cierre –ayer domingo 29 de marzo- del plazo para el
registro de candidatos y el inicio –el próximo 5 de abril- de las campañas
electorales, entramos a la antepenúltima etapa del proceso de elección de 500
curules de la Cámara de Diputados, 9 gubernaturas, 641 diputaciones en 17
entidades, 993 alcaldías en 16 estados y las 16 jefaturas delegaciones en el
Distrito Federal, a realizarse el próximo domingo 7 de junio.
Dentro de nueve semanas estarán en disputa 2 mil 159 cargos
políticos: entre federales, estatales y locales.
Desde la ignorancia –de buena fe, pero ignorancia al fin- el
poeta Javier Sicilia y el padre Alejandro Solalinde –ambos integrantes de una
élite escasa de mexicanos brillantes y honorables- han llamado a no votar o
anular el voto en tales comicios.
El sistema político mexicano –asunto de Estado que incluye
leyes, gobierno, sociedad, territorio, pacto federativo, diversidad cultural,
pluralidad étnica, entre otros elementos- opera bajo un modelo de democracia
participativa.
Es decir con todo y sus defectos, sus escasas ventajas, su
niñez intelectual, su inmadurez política, su gandayez y sus aberraciones, la
democracia mexicana ejercida vía el voto directo, secreto y voluntario,
representa la única vía con que cuenta nuestro país para acceder, manejar, intentar
equilibrar, repartir, ejercer, construir eso que llamamos poder.
Poder que -en el contexto de una convivencia colectiva- históricamente los mexicanos hemos ido
construyendo a lo largo de muchos siglos, incluso miles de años.
(4)
Que toda la sociedad no vote es técnicamente imposible
porque –por lo menos- los aspirantes de diversos partidos a los 2 mil 159 sufragarán bajo la simple
lógica de aspirar a una parte de ese poder que Sicilia y Solalinde también buscan
y ejercen desde su particular, singular y respetable perspectiva.
Y dado el sistema que nos rige los aspirantes que tengan su
voto más uno – de un familiar, amigo o de alguien comprado con la mexicana
corrupción- obtendrían el triunfo directo porque en México no existen las
segundas vueltas electorales.
En política –condición humana- el poder nunca desaparece.
El poder sin ejercer no se pierde, simplemente pasa a otras
manos.
El poder siempre llena sus propios vacíos.
El poder que alguien desdeñe en las boletas -de hacerle caso
al poeta y al líder religioso- será tomado por alguien más y se ejercerá.
He ahí la importancia de salir el próximo 7 de junio a
votar.
El llamado -por otra parte- debe ser a votar con conciencia,
con sentido crítico, eligiendo a quien –desde la perspectiva de cada votante-
cumpla los requisitos de satisfacer los intereses individuales y colectivos
para la construcción de una mejor sociedad: más justa, equitativa, segura;
dueña de una democracia fuerte, sólida, eficiente, menos corrupta, más útil;
mejor construida entre todos.
(5)
Como dato clave para entender el andamiaje político de
México vale la pena señalar que en el PRI -el partido más fuerte del país y
ligado por razones históricas a la mayor parte de nuestros defectos sociales y
fallas históricas- si a algo temen sus políticos y aspirantes a cargos públicos
es justamente al voto.
“Si la gente sale a votar, perdemos; si ganamos será por el
abstencionismo; si ganamos será por el voto duro; si ganamos será porque la
oposición se dividió o la dividimos”.
Estas frases las he escuchado muchísimas veces en el marco
del actual proceso electoral, de parte de…priistas.
Así que hacerle caso a Sicilia, Solalinde y a quienes
apuestan por el abstencionismo desde su anti priismo es –oh paradoja-
beneficiar al PRI.
(6)
La ignorancia es una forma del olvido y éste es un cáncer.
(7)
Electo titular de la CNOP en Coatzacoalcos José Francisco
Peyrefitte Aguileta reunía condiciones para formar parte del Cabildo de
Coatzacoalcos actualmente en funciones.
Lo secuestraron un domingo, el 18 de septiembre del 2011,
apenas dos semanas después de haber obtenido el cargo en el Comité Municipal
del PRI.
Líder de un gremio de productores tortilleros el pequeño
empresario y dirigente político porteño ha cumplido tres años con seis meses de
ausencia.
¿Más allá de su familia, alguien lo recuerda?
La respuesta es un cruel y lacerante NO.
He aquí uno de los puntos básicos para transformar nuestra
sociedad: además de votar resulta fundamental no olvidar.
Adquiramos conciencia sobre nuestra lamentable capacidad
para el olvido colectivo.
Si se quiere ver así: es un asunto de sobrevivencia.
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