jueves, 11 de agosto de 2011

Abuelooooo.


Columna: Déjame que te cuente…



Por Sergio M. Trejo González

Hace una semana, el pasado 4 de agosto, tuvo lugar en la comarca poblana, un alumbramiento significativo y trascedente para la vida de mi hermano Radamès, anexas y similares; pues tal condición lo convierte de manera irremediable e irreversible en una persona cuya figura social será diferente la que había llevado durante muchos años. Desde ahora nuestra sociedad le concederá inexorablemente el titulo de abuelo.
“Creced y multiplicaos, y llenad la tierra”, sentencia nuestra biblia en el Génesis 1:28. Luego entonces he aquí el inicio de una nueva era para mi querido consanguíneo, con quien habremos de imaginar un futuro universo en el que las civilizaciones se multiplicarán y colonizarán todos los planetas conocidos y por descubrir... No quiero en estos momentos, cuando la alegría de mi fraterno se desborda contagiosamente, ponerme a considerar que la población se multiplica hacia la sobrepoblación irremediable, algo que producirá fatalmente hambre y miseria, entre millones de humanos que terminarán peleando por unas pocas raciones de alimento en países sobrepoblados y pobres. Ahorita nada de esas reflexiones y teorías malthusianas nos interesan, todo lo supera el entusiasmo de mi carnal ante la llegada del heredero de sus deudas. Culpa es, por supuesto, de Aixa, su hija, y de su yerno Arturo, quienes apenas hace un año anunciaban su enlace matrimonial y ahora debutan como padres de una criatura llena de vida que vendrá a dar una fosforescencia especial al camino de mi entrañable hermano.
Ya le habíamos aclarado al lector con oportunidad, que esto de llegar a ser abuelo no resultaba algo fácil de puntualizar o describir. Hace un año y un mes vivimos en carne propia la circunstancia de ser abuelo y definitivamente darle la bienvenida a esos pequeños milagros de la vida resulta algo sin definición... un especial revoltijo de sentimientos: alegría, preocupación, temor, ansiedad y nerviosismo. Aun cuando necesariamente se hayan vivido los acontecimientos propedéuticos de un embarazo nada es comparable con la impresión precedida de los momentos previos al parto de una hija para comprender la gama de sensaciones que invaden a un abuelo. Quienes saben decir estas cosas de la abueleada señalan que se trata de una especie de paternidad irresponsable. Irresponsable porque a los papás les toca la tarea de educar, de corregir y a veces aún de castigar a sus hijos. En cambio el abuelo tiene un amor sin condiciones, un amor sin reservas. Es un amor puro. Es puro amor… “Si hubiese sabido antes lo que es ser abuelo, habría tenido primero a mis nietos y luego a mis hijos”
Ahora me corresponde felicitar a mi hermano y por supuesto a mi cuñada Raquel, por este estreno, sin olvidarnos de la abuelita vía paterna, Natalia Estela Valerio, que significa el crecimiento del follaje de un árbol genealógico que ahora por esas ramas abarcarà los estados de Oaxaca, Puebla y Veracruz, sin perjuicio de las raíces que se extienden desde Michoacán.
Termino con mi abrazo sincero a Radamès, mi nunca bien ponderado hermano (carambola de tres bandas), un lujo que el todopoderoso escogió para nuestra tribu que, como quiera que le busquemos representa la voluntad permanente de unidad familiar.
Hermano: Un nieto es un anhelo convertido en realidad. Allí se reedita la juventud y el corazón palpita de nuevo vigorosamente como si fuera un corazón adolescente. Dirían los poetas: “Antes tenías una sola navidad. Ahora tendrás, otra más, cada vez que tu nieto venga a visitarte, y sus ojos de luz llenarán tu hogar como las luces de los foquillos en el árbol y con el colorido de las figuras de barro en un nacimiento mexicano. Sabrás ahora que un solo nieto basta para disipar toda la soledad”. Te lo dice un abuelo: “Si diez soledades tuviera yo –que no tengo ninguna- mi pequeño nieto acabaría con todas ellas”. Que Dios te conserve a ese hermoso descendiente, que te hará cantar como a mí: Porque me hicieron abuelo, no pienses que me hice viejo, todavía piso parejo, bien puestos los pies al suelo. Si por algo me desvelo, no será por nimiedades; pa`mi las adversidades, no tienen mayor sentido, porque Dios me ha bendecido, librándome de los males.
Arturito ha llegado, ya está entre nosotros, todavía no lo conocemos personalmente pero tenemos su fotografía y sabemos que algún día vendrá a nuestra parcela, escuchará nuestra música, caminará por nuestras calles, recorrerá estos senderos bajo la bendición de la entidad Suprema que todos conocemos como Dios: Líbralo Señor de todo mal, amén.

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