Dejame que te cuente...
Es nuestra Señora, madre de
María, aquella, a quien preguntan porque lloraba el niño, Jesús, su nieto. Así
lo recuerda esa letanía, propia de tiempos navideños, donde alguien responde
cuando la criatura se privaba en lágrimas por una manzana extraviada.
Bueno, pues hoy es día de
Santa Ana, oportunidad para felicitar a todas y cada una de las Anas habidas y
por haber.
La lista es larguísima.
Conozco para empezar una
familia completa de mujeres con ese nombre y algunos complementos y variantes.
Saludos para todas y para
todos los que así se llamen. Porque hay varones que se llaman Santana.
Pero bien, al margen de mis
divagaciones y polémicas, deseo, quiero y significo, que es
Cumpleaños de
Doña Ana María Lara Villar.
Le decimos doña Anita, en
diminutivo, a pesar de su estatura, por la que sobresale y se distingue desde
cualquier distancia.
La señora Fortanet, es doña
Anita, por el apellido tomado de su esposo, don Emilio, un hombre de aspecto
sobrio y serio. Todo un Señor, caballeroso y fino. Imponía un respeto muy
especial el padre de toda la dinastía Fortanet Lara, a la que me acerqué desde
chamaco por cierta amistad con Rafael, mi condiscípulo, qepd, el segundo de
algo así como unos 8 hermanos.
Entiendo que doña Anita
tiene su origen en Tuxtepec, Oaxaca, aunque es más jarocha que la bamba y
radica en Acayucan desde 1962.
Desde entonces la señora
Fortanet ha recorrido todos los cargos y responsabilidades políticas y
sociales.
Diputada, sindica, regidora,
delegada y madre de familia. Una, dos, tres y muchas veces, por muchos años.
Ella siempre presente y dispuesta a servir en las instituciones, no solo de
gobierno sino educativas. En la fundación del CECYT 208 ( hoy CBTIS 48), en el
ITSA.
Donde hubiera y donde haya
algo que gestionar en favor de un conglomerado: Doña Anita.
No me alcanza el teclado de
mi celular para repasar y subrayar la trayectoria valiosa de servicio a la
colectividad. Una mujer pulcra en su vida, elegante en su aspecto y dispuesta
para sus semejantes. Con presencia y prestancia. Excelente vecina y compañera
de trabajo invaluable e invariable.
Doña Anita... gracias. Sé
que no le resultaba fácil soportar las zancadillas y la cizaña y la infamia y
la injuria y la diatriba, de los políticos de pacotilla y los políticos de
banqueta y la fauna que por estos recovecos políticos se atraviesa y se
confunde.
Tan fácil que resulta para
muchos tirar la piedra y esconder la maño desde el anonimato, desde la
oscuridad. Sin el valor civil y la calidad moral que a personas como usted le
sobran.
Me consta Señora su
dedicación y su entrega incondicional para las causas nobles; por eso su
categoría y su imagen con los años se agiganta.
Por eso mi cariño y mi
reconocimiento.
Dios la bendiga siempre.
"Estas son mañanitas,
que cantaba el rey David..."
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