jueves, 11 de enero de 2018

¿Versión contemporánea de “El Caballo de Troya”?

Déjame que te cuente…
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Por Sergio M. Trejo González

Cuando recorremos los primeros pasos de este nuevo año nos encontramos, a unos pocos días, versiones inéditas de la vida política de Acayucan, en la atmósfera de la renovación de nuestras autoridades municipales. Se puede apreciar por todas partes circunstancias y opiniones extrañas, paradójicas… comprensibles. Analistas, columnista y politólogos, realizan originales cavilaciones, elucubraciones y especulaciones al respecto de lo que significa para muchos ciudadanos estos cambios. Esperanza para otros y tristeza para unos. Los que terminan su periodo no aterrizan y aprovecha la ambigüedad del lenguaje político, para obsequiarnos una lectura singular y desequilibrada de lo que sucede. Por otro lado, están la libertad ciudadana y la libertad de expresión y la libertad de reunión, explotadas como patente de corso. El interés público se revuelca con el interés privado y así se vienen trastocando cuestiones institucionales ignota e inagotablemente.  Repito, cada quien, los que llegan y los que se fueron, los que por ahí andan y los que pretenden regresar, tiene su propia perspectiva, que indiscutiblemente tendrá que reflejarse en la cartera. En el argot popular le llaman comer con manteca.
Debemos someramente recordar que el poder político es la lógica del ejercicio de las funciones por parte de las personas que ocupan un cargo representativo dentro del gobierno. Generalmente, éste influye en el comportamiento, ya sea en pensamiento o en el actuar de una sociedad.
Es legítimo cuando es elegido conforme a las leyes del país, mediante el voto popular (elecciones), pero se le suele considerar abusivo cuando se excede en el ejercicio de sus funciones o en materias que están dentro del ámbito de los otros poderes (intromisión de poderes). El poder político es ilegítimo cuando utiliza mecanismos no autorizados por las leyes y se adueña del poder gubernamental sin tener la legitimidad del pueblo, otorgada por el voto popular.
El Presidente municipal de Acayucan es Cuitláhuac.
¡no se hagan bolas! Ya tomó las riendas de la administración municipal y será el responsable de culminar los trabajos y proyectos que dejó su antecesor. Que pudo o no pudo cumplir en tiempo y forma sus actividades plenamente es otro boleto.
En el sentido abstracto de la expresión, se entiende poder como la facultad de mandar y ser obedecido, y público como actividad del Estado. Se define entonces Poder público como la capacidad que tiene el estado para obligar a alguien a realizar un acto determinado.
En toda sociedad se conforman grupos que, de una u otra manera crean un centro de poder que irradia su acción en diversas direcciones como: religión, economía, cultura, incluso la moda. La sociedad es una verdadera “constelación de poderes”. Pero esa cantidad de poderes se concentra en una unidad organizada y permite el armónico desenvolvimiento de los distintos estratos de la sociedad, lo que conduce a la integración del poder político.
El poder nace como una necesidad de asegurar la convivencia humana, por lo tanto, si no hay orden y autoridad, se destruye la posibilidad de convivir y de interactuar en una sociedad capaz de alcanzar la categoría de Estado.
¿A qué viene todo esto?
Sencillamente porque pesa en nuestra atmósfera una competencia de actividades políticas entre los alcaldes saliente y entrante.
Eso mismo sucedió hace cuatro años en el usufructo del estadio de beisbol, que todos recordamos, con el pleitazo entre Martza de Marcos Martinez y La fundación de las Vazquez.
El mismo desmadre traía Marcos Martínez con Jesús Vázquez en las  comunidades, en materia educativa o de salubridad. No recuerdo.
La lucha por el poder. Nada nuevo bajo el sol. Nada histórico.
No existe mucha diferencia en el fondo, aunque en la forma parece ser que quien siempre se roba más cámaras es el ex alcalde, Marco Antonio Martínez Amador. Conste que cuando digo “se roba las cámaras”, es una expresión metafórica. Todavía no lo estoy señalando de haberse robado algo, simplemente trato de explicar ese afán y resistencia a permanecer sin pudor ni discreción en los reflectores políticos. Dice, Marco, que no le quita el sueño su deseo de ser diputado, pero esa también es una alegoría o parábola conocida, el siempre dice una cosa y hay que creerle otra. Porque soñar además resulta un derecho válido.
Todo mundo sabe que los problemas principales del expresidente, mi amigo Marco Martínez Amador, son su hiperactividad y su imaginación y sus ocurrencias políticas.
A Cuitláhuac en estos momentos la ciudadanía debe concederle el beneficio de la duda y esperar que se acomode con tantos pinches achichincles, sindicalizados y recomendados, la mayoría que no sirven para mucho, porque van a aprender hasta cuando echen a perder. Hay, sin duda,  gente valiosa en el equipo, pero también personas muy mañosas y nuestro alcalde tiene que conocer los terrenos que solo en la teoría conoce.
A nadar se aprende solamente tirándose al agua.  Alguien cercano Marco y al Presidente Cuitláhuac, de esa gente que se mete en todo, disque asesorando... que siempre la hay para esos menesteres; de las que le llevan mejoralitos a los dos, y el cafecito y los chiquiadores y el curita para ambos, podría, en sus buenos oficios, sensibilizar las relaciones públicas y evitar estos pequeños tropiezos, sin protagonismo personal. Alguien, que conocemos, también, puede porque es escuchada, tratar de equilibrar la relación del que se fue con el que llegó, para que no se caiga en lo chusco… en lo grotesco. Digo, a menos que se trate de una versión contemporánea de “El Caballo de Troya”.

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