miércoles, 10 de enero de 2018

MULTIPARTIDISMO Y PUDRICION HEGEMONICA.

Por Joel Vargas
Es cierto que Andrés Manuel López Obrador fue presidente del Comité Directivo Estatal del PRI en el Estado de Tabasco y que su trabajo político fue encomiable, dinamizó a su partido de entonces vinculándolo a la sociedad para ejecutar los reclamos necesarios en busca de una democracia funcional para establecer principios igualitarios y abatir desde esos lejanos días los altos índices de pobreza. Algo percibió de rutinaria mortecina en el PRI. No le pareció seguramente la existencia vegetativa del institucional. Valoró la imposibilidad de medir el tiempo contemplando un instrumento de poder sin mayores alcances sociales. Un Partido verdaderamente hecho pedazos en donde cada estamento de poder jugaba sus propios intereses. Hizo bien en renunciar al PRI, porque hoy sus energías políticas están al servicio de la patria, en donde se invoca el cambio para construir un México para todos.

No se puede ocultar que Miguel Ángel Yunes se desempeñó como presidente del Comité Directivo Estatal del PRI en Veracruz, su Estado natal; es un hecho incontrovertible que hoy se inscribe en los hitos histórico de la evolución del poder. Yunes llegó a la máxima dirección del PRI, situación que aprovechó para trascender con su presencia política en el altiplano, conexiones que le sirvieron para ampliar sus posibilidades de supervivencia política abandonando las convicciones y exaltando su vocación de poder. Yunes es un hombre de poder. Se fue del PRI buscando horizontes superiores, sirviendo a gobiernos disímbolos. Su genética política está en el PRI.

Dante Delgado, que hizo del PRI un partido del pasado lo abandonó para incursionar en las alturas de un poder ampliado, donde sus resultados son tangibles. Es posible que sus meses de prisión le hayan franqueado con fuerza impetuosa su voluntad inquebrantable de trabajar por la transformación del país. Fue líder estatal del PRI y ha sido hasta la fecha uno de los mejores gobernantes que han gobernado Veracruz. Su obra material fue fecunda. Se pavimentaron calles y se hicieron banquetas en muchas comunidades rurales del Estado. Discordancias cupulares con Ernesto Zedillo, al punto de despreciar la embajada en Brasil, se echó mano del expediente negro que todo mexicano posee en la secrecía de pandora y que puede revivirse en cualquier momento.


Ricardo Anaya, candidato presidencial del PAN, se inició en el sector juvenil del PRI de Querétaro, cuando el candidato a gobernador de su Estado perdió la contienda electoral. Se incorporó al Partido Acción Nacional donde ha construido una carrera política de vértigo, admirable para propios y extraños. Y así como estos ejemplos demasiado claros, miles de priistas han abandonado al PRI, así como el PRI ha ignorado a sus políticos experimentados y otros emergentes. Hoy recorre el país un ciudadano anticarismático que en nombre del PRI solicita el voto, sin ser del PRI. El PRI va e irá solo, sin paradigmas políticos. El PRI no tiene candidato de procedencia ideológica revolucionaria. Antonio Meade es un financiero cruel para los mexicanos.

Manuel Gómez Morín también se inició en el PRI donde trabajó por algún tiempo, desempeñándose como Secretario Particular de Plutarco Elías Calles, desde entonces los descendientes de siriolibaneses ya buscaban poder y dinero. El PAN se estructuró como partido en 1936, la decisión definitiva se dio en un debate realizado en el Banco de Londres y México con la asistencia de la Alta Empresa, el Alto Clero y el Alto Mando Castrense. Se le consideró de derecha por los elementos participantes, pero se dejó bien definido el pensamiento de Gómez Morín: No se buscaba el poder por dinero, serían siempre la voz moral, el valor de la ética política, se trataría de adecentar el ejercicio del poder público. Ideales que a la fecha están vitrificados, podridos en el seno del propio partido.

En 1945 aparece una tercera opción política para los mexicanos. Vicente Lombardo Toledano funda el Partido Popular para engrosar la lucha revolucionaria transformativa que impulsaba Lázaro Cárdenas unificando las fuerzas de izquierda, pues es bien sabido que el PAN trataba de frenar las reformas cardenistas a favor del pueblo pobre e ignorante. Ni a la gran empresa ni a la iglesia católica le importaban que los mexicanos buscaran su evolución hacia metas superiores de desarrollo. Y en esa lucha estamos en este año crucial de elecciones federales 2018. O el pueblo se deja aplastar o se levanta para exigir sus derechos añejamente conculcados.

Carlos Castillo Peraza, difunto ideólogo del PAN de mayor paso histórico, recordó alguna vez que todos los mexicanos llevan un priista dentro. Se impone, por tanto, un exorcismo político. Recuerdo que cuando llegaron los primeros comunistas a la Rusia

Zarista, dijeron: “Si los católicos tienen el poder, hagámonos católicos”. Así pasó en México durante muchas décadas: “Si el PRI tiene el poder, hagámonos priistas”. Se rompió el encanto hegemónico, ahora se tiene una diáspora política con muchos partidos, algunos de caricatura y otros que provocan risa y hasta vómito. Cuando los partidos envejecen se autodestruyen, se está viviendo ese proceso de destrucción.

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