martes, 14 de marzo de 2017

Briseida y Tiberio

Columna: Déjame que te cuente…

Por Sergio M. Trejo González
Ya, desde hace unos días, con mucha discreción, se realizan los preparativos para celebrar (el próximo día miércoles 15 de marzo) un cumpleaños de mí querida sobrina Briseida… y de Tiberio.
Será una fiesta sorpresa (Como los XV años de Rubí). En la moderación, austeridad y contigüidad. Claro que ya sabemos que tal pachanga (la de Rubí) se transformó en un verdadero aquelarre, donde hasta un muerto hubo como desenlace y, en consecuencia, terminó en velorio. Para nada, aquí no se trata de esas cosas. Se planea más o menos una recepción digamos familiar. Si acaso alguna piña colada o un gorrioncillo pecho amarillo, que nunca faltan. Fuera de tal riesgo no veo nada que pudiera alterar tan significativo pero sencillo acontecimiento y viceversa. Cae la fecha en día miércoles, media semana, quincena si, aunque sin mucha oportunidad para pensar en que pudiera desembocar la fiesta en un mitin político de los que apenas se pondrán de práctica.
¿Qué puedo decir?
Briseida: “Es increíble que ya estés así, colosal; hace nada que te vi nacer de mi cuñada, Sonia, gracias a las travesuras de mi hermano Tiberio: Te veías tan suficiente, pequeñita nunca estuviste, porque eres de carrocería… no sé, digamos Jumbo (digo, para no perder el caló de los transportistas). Hoy ya tienes algunos pares de años. Eres, desde siempre una mujer hermosa, dulce y monumental.
Debo significar que cuando aterrizaste todo iba bien contigo, pero tu hiperactividad había que controlarla con cierto equilibrio, de mucho peso. Así fue como al año siguiente de tu nacimiento tus queridos padres recibieron otro pedido, similar y semejante, versión masculina: Tu hermano, que responde al nombre de Tiberio. Nació Tiberio, otra unidad imponente, tipo tanque, semirremolque, 5ª rueda, cabina y neumáticos, enormes: 1,90 y tantos metros de estatura y 140 kilogramos de peso lo hacen verse de respetable, considerable figura. Muy adecuado el chamaco para jugar basquetbol en el equipo de los grandes y los rudos.
Pero la semejanza y la similitud, de mi sobrina y mi sobrino, no solamente responden a la estructura, genio y complexión física, sino que coinciden en igual manera en el día y la hora del nacimiento. Ambos dos, vieron la primera luz el 15 de marzo, con un año de diferencia.  Tal casualidad (ni tan fortuita porque sabemos que los procesos de fecundación no son en la realidad resultado de ningún tipo de correspondencia o mensajería a ninguna cigüeña, ni tienen que ver, los alumbramientos, con algún tratado de libre comercio con Paris, ni con ninguna otra ciudad europea ni americana, ni asiática, ni africana.) trae como consecuencia que para tal fecha la celebración soporte, dos pasteles, dos abrazos, dos menús, doble brindis y doble regalo… y doble comentario en doble sentido.
¿Qué más puedo apuntar? En este día. En ocasión de tan importante momento. Dicen los que saben, que las memorias del memorialista no son las memorias del hombre común.
De Rodolfo Tiberio Trejo Gómez… un hombre, señor joven: Inteligente, fuerte y frágil. Buenazo, sencillo, condescendiente. Puedo recordar que de muy pequeño, la criatura, Tiberio, llevaba sobre su cabeza una muy hermosa cabellera rizada. Sus ojos claros se abrían con tanta inocencia bajo los bucles de sus hermosos cabellos rubios. Todo estuvo bien mientras su melenita crecía libremente, quebrándose, girando… Enroscándose graciosamente sus mechas capilares… hasta que apareció la mano pesada de una peluquera; quien tuvo la ocurrencia de darle corte para convertirlo en hirsuto pelambre, subversivo y rebelde… hubo que pasar muchas lunas tratando de someter, dominar, controlar, a base de muchos masajes y cortes y oraciones, su peluca, que hubiera inspirado algún comercial del shampoo Caprice.  Tiberio, hoy (ya recuperado el aspecto de sus greñas, con su peinado a la Robert Redford) sabe, de la prioridad, trascendencia e importancia de localizar un buen estilista. Comprende perfectamente las parábolas de Sansón y Dalila, y adivina todo sobre el mito de la “mala mano”: algunos saben cortarlo, otros no. Para tener una búsqueda de final exitoso, por si las dudas, déjate llevar por mis chismes e incluye en tu listado fígaros con buena reputación.
De Libia Briseida Trejo Gómez, se me hace más delicado referirme, pero puedo con su venia subrayar que, estando en la edad de merecer, con su padre y mis hermanos y hermanas ponemos de cabeza cuanto San Antonio se nos atraviesa. Cada vez que se pueda procuramos que asista a la mayoría de las bodas de la región. Le han tocado como 7 ramos de novia (casi 8 en estos días) y ¡nada! Pero seguimos con mucha fe. El día menos pensado ¡ahí está! El príncipe, azul, montado sobre brioso corcel níveo, brioso; valiente, resuelto y decidido.  Sueño con las palabras que habré de pronunciar en el brindis nupcial, levantando mi copa y pidiendo a toda la concurrencia ponerse de pie; bla, bla, bla.
¡No crea usted nada! Ja ja ja mi sobrina Briseida, y ninguna de mis sobrinas, necesitan del matrimonio para realizarse como personas exitosas. Las mujeres no necesitan vejigas para flotar. Briseida es una mujer realizada, profesionista, completamente feliz, así soltera y sin compromisos, libre para como se le presente la vida, como venga. Porque además, lejos quedó el tiempo en que las mujeres servían nada más para tejer, hacer galletas y remendar calcetines. Los que saben dicen que “El matrimonio no se trata de mirarse entre sí, sino de mirar juntos hacia una misma dirección”. Las hembras contemporáneas tienden ser ellas, a girar en su órbita propia, a regirse de acuerdo con un peculiar, intransferible, irrenunciable sistema de valores. Se es chingona porque se es chingona sin la necesidad de un macho que les truene los dedos. La mujer de hoy no vive suspirando por ningún varón que quiera concederle el honor de su apellido. No necesitan mis sobrinas un hombre en la figura del “tentempié”, para resolver quien las mantenga, como quién acepta depender de un marido. Ahí están, Monjas que derriban las paredes de su celda como Sor Juana; doncellas que burlan a los guardianes de su castidad para asir el amor como Melibea; enamoradas que saben que la abyección es una máscara del verdadero poderío y que el dominio es un disfraz de la incurable debilidad.
Este 15 de marzo, cumplen años, mis sobrinos y ahijados: Briseida y Tiberio, mis deseos cumplidos son en principio que cada año transcurrido, les brinde 365 oportunidades de ser felices y que tengan millones de opciones para visionar un mundo lleno de amor y tranquilidad, porque sus tíos que mucho les queremos hemos visto en ustedes bendición y la felicidad de su padre y de su madre. Sin apariencia social alguna y sin ningún protocolo, puedo decirles públicamente, que me proporciona placer y satisfacción conocer de sus inquietudes cada vez que nos reunimos; que me siento muy orgulloso de ustedes, porque en medio de esta humanidad convulsionada por fenómenos de disgregación ustedes se han mantenido al margen de tanta podredumbre que prevalece. Sólo le pido a Dios que les conceda la gracia de una vida repleta de dicha y de abundante salud… Que nunca les falte alimento, una mano amiga y sobre todo tranquilidad y esa alegría, en esa sencillez, que tienen y que les hace personas muy especiales.
Un abrazo a cada uno, por separado, porque son muy grandotes; al mismo tiempo, juntos, cerquita, arrimaditos (no me alcanzan las manos) se hace bastante difícil.

Felicidades.

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