Por Víctor Murguía

*** El calzado de Pepe *** La sucesión entró en otra etapa *** Nueva escala en la lucha por la sucesión *** "No tiene mi veto, sólo no tiene mi voto"
Nadie que conozca a Pepe Yunes puede regatearle su estilo caballeroso de hacer política. El primero en reconocérselo es el gobernador del Estado, quien al referirse al senador, en público o privado, siempre expresa de manera invariable la amistad y afecto que siente por él.
Javier Duarte ha reiterado tener motivos de agradecimiento por el apoyo recibido por el senador en diversos momentos y etapas de su vida política, y dice estar seguro que Pepe Yunes no olvida tampoco el respaldo que ha recibido.
El agradecimiento y reconocimiento es mutuo, asegura.
Sin embargo, todos sabemos del distanciamiento político que en el presente existe entre el gobernador y el senador veracruzano.
¿Qué pasó? Es pregunta obligada.
La respuesta simple de que el alejamiento se originó en la decisión de una gubernatura de dos años, no corresponde estrictamente a lo sucedido.
El problema real reside en que el senador se dejó llevar por un grupo de zalameros de la política local que siempre han sido rémoras del sistema, que no saben vivir fuera del presupuesto y quienes vieron la posibilidad de subsistir y subirse de nueva cuenta al carro de la revolución en la persona del senador José Yunes.
El error de Pepe fue haberlos escuchado y aceptar su interesado consejo de que la mejor estrategia para crecer políticamente era romper con el gobernador que lo hiciera senador en el 2012 y quien en su momento negociara al más alto nivel para que ocupara la presidencia de la Comisión de Hacienda del Senado.
Estos personajes estimaron que el rompimiento político haría ver al senador como una figura independiente que multiplicaría sus simpatías entre los ciudadanos. Craso error.
Un político priista atacando de manera sistemática a un gobierno emanado del mismo partido ha generado confusión y rechazo de la clase política que no entiende cómo Pepe Yunes aspira a ser un gobernador priista denostando a sus correligionarios, que además fueron quienes le ayudaron a llegar a donde está, en particular el gobernador Javier Duarte.
Este grupo de iluminados de la política lo encabeza el contador público Gonzalo Morgado Huesca, quien es el ideólogo de la guerra sucia.
Morgado Huesca, el mismo que fue colaborador del gobernador Javier Duarte como director general del Instituto de Pensiones del Estado y el mismo que el propio gobernador recomendó para ocupar el cargo de delegado federal del ISSSTE en el Estado. Por cierto, los dos cargos más importantes que ha tenido en la administración pública.
La situación que hoy enfrenta el senador es muy simple de explicar: Pepe ha decidido participar en un competido maratón calzando un par de chanclas.
Pepe Yunes recorre el Estado con un discurso centrado en la descalificación al Gobierno del Estado cuando debería ser la plataforma que usara para potenciarse; la ausencia de propuestas y de compromisos ha provocado el desencanto de sus seguidores que son cada día menos.
Los resultados de tan desastrosa estrategia están a la vista:
Los iluminados lograron bajar la popularidad de su candidato y lastimaron la relación política del senador con la institución del gobernador de Veracruz.
Mas para su información y consecuente enfado no han logrado romper el afecto personal que Javier Duarte siente por Pepe Yunes.
Hace apenas unos días, en un corrillo privado, alguien preguntó al mandatario su opinión sobre la advertencia del senador sobre un eventual veto que le obligaría a buscar refugiarse bajo otra opción política. Cuentan los presentes que, sonriente, el mandatario estatal respondió: "Pepe está equivocado, Pepe no tiene mi veto, sólo no tiene mi voto".
Su principal, por no decir único capital político real y tangible, es su relación con el secretario de Hacienda y Crédito Público Luis Videgaray, que mantiene desde sus tiempos universitarios; sin embargo, el hombre de las confianzas del presidente es también amigo del gobernador Javier Duarte, eso nadie debe perderlo de vista.
No obstante lo anterior, Luis Videgaray no puede pasar por alto el liderazgo y la habilidad política del joven gobernador, que le ha permitido entregar muy buenos resultados electorales en 2012, 2013 y en 2015.
Los iluminados que apostaban a una derrota priista en la pasada elección federal que debilitara a Javier Duarte, se quedaron con las ganas.
La victoria en la mayoría de los distritos, muchos de ellos dominados por la oposición, mostraron la fuerza y visión del primer priista de la Entidad.
El triunfo de los abanderados duartistas echó por la borda la última carta que Pepe Yunes y sus consejeros creían tener para imponer sus condiciones en la sucesión.
Por el bien del senador esperemos que reflexione y revise sus acciones y expresiones de los meses recientes, no es tarde para retomar su relación personal y política con Javier Duarte de Ochoa.
Es buen momento para dejar de escuchar a quienes apuestan a la división y a la diatriba como moneda de cambio, a quienes nunca les ha preocupado el presente o el futuro de su partido, de su gobierno o de su Estado y sí en cambio, pierden el sueño elucubrando intrigas que les aseguren la nómina futura de ellos y ayudantes.
Ojalá y Pepe se quite las chanclas y se pueda poner un buen par de tenis que le permitan correr al ritmo que los nuevos tiempos políticos exigen en Veracruz