Durante
la sesión del Órgano Auxiliar de la Comisión Nacional de Procesos
Internos para recibir los registros de aspirantes a precandidatos a
diputados federales del PRI, cientos de asistentes pudieron presenciar
un despreciable desplante por parte de Carlos Brito Gómez, quien mostró
su intolerancia hacia un humilde niño que solamente buscaba llevar unos
pesos para comer.
Con
la audacia de la inocencia, un niño vendedor de dulces de entre 8 o 9
años, entró al salón Jesús Reyes Heroles del edificio del PRI.
En
un momento de receso, entre el registro de un candidato y otro, el
pequeño subió al estrado con su bote de dulces bajo el brazo, cuando
llegó delante de Brito Gómez, algo le comentó, tal vez le ofreció su
mercancía, pero lejos de recibir por lo menos compasión por su precaria
situación económica, la mirada de Brito se tornó casi de odio hacia un
inocente, todos pudieron ver como lo corrió del lugar, el brazo y el
índice extendido no dejaba lugar a dudas.
¡Qué
asco de tipo! Como si no supiéramos que gracias a saqueos de
politiquillos de quinta como él, miles de niños veracruzanos apenas si
sobreviven y les depara un futuro sin oportunidades.
Y si así es el viejo, sus juniors deben ser peor de insoportables, lo malo es que inundan la función pública. Penoso.
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