Layda Negrete
Columna Invitada
Noviembre
21, 2014
*** “Escudos, toletes y
patadas nos sacaron de la marcha”.
“Pinches putas, ¿pero querían venir?”
Así nos dijeron los granaderos mientras me golpeaban junto
con mi hermana Tania, y mis primas Berenice y Melisa; sus toletes, escudos y
patadas nos acabaron sacando por la calle Madero que se había convertido en un
oscuro embudo donde fluyeron ríos de despavoridos.
Un minuto antes vimos aparecerse a los granaderos en el
Zócalo, venían de Palacio Nacional como una barredora humana que se constituyó
como tal en cuestión de segundos. A su paso violento y rápido esta policía
arrollaba a quienes se les pusieran enfrente, las personas se tropezabantras su
persecución y apenas lograban pararse para salir corriendo en pánico. Los
policías agarraban parejo, ahí estábamos los que habíamos marchado pacíficamente,
niños, jóvenes, mujeres, todos. Todavía éramos miles. Saqué mi teléfono y
comencé a grabar lo que pude.
Eran las nueve y media de la noche. En la estampida, mi
hermana, mis primas y yo, nos quedamosatrapadas contra la cortina de la joyería
que está en la esquina de Madero y Plaza de la Constitución. Ya no teníamos
cómo replegarnos, estábamos quietas, no les confrontamos ysólo les gritamos:
“no estamos haciendo nada”. Pero les valió sombrero, al llegar frente a
nosotras nos pegaron con saña, especialmente el granadero de la orilla
izquierda de la barrera quien usaba su tolete en vez de su escudo para pegarnos
en la cabeza. Nos reconocieron como mujeres, fue entonces cuando lanzaron su
declaratoria sexista:
“Pinches putas, ¿pero
querían venir?”
Viesta mañana las fotografías que presentan con cinismo a
los granaderos como heroicos funcionarios defendiendo a la patria. Yo, lo que
viví, fue un ataque de este cuerpo contra los manifestantes. Los policías no
estaban protegiendo, no estaban conteniendo; salieron de lado de Palacio
Nacional en un operativo perfectamente planeado para desalojar a como diera
lugar, salieron a reprimirnos. Lo que vi no fue un acto espontáneo de la
policía, fue una orden ejecutada. Con eficiencia de relojero y tras la
explosión de un fuego artificial rojo, los policías desalojaron el Zócalo
entero en sólo dos minutos. Me preocupa que la agresión por parte de la policía
se busque disfrazar como contención de la violencia cuando su actuación era la
violencia misma, por eso escribo. La escena no fue un incidente, fue un plan,
de ahí la responsabilidad del Estado. Había granaderos federales y locales.
¿Quién dio la orden? ¿Quién va a rendir cuentas de este operativo?
Qué rabia me da mi gobierno, antes de Ayotzinapa, por
Ayotzinapa, después de Ayotzinapa. Qué rabia me dieron mis policías ayer que no
sólo no me protegieron sino que me agarraron a golpes. Después de trece años de
estudiar temas de seguridad pública y justicia penal es una tristeza constatar
de nuevo que nuestra policía de elite no logra proteger a los ciudadanos de los
delincuentes, que no logra organizarse contra el crimen organizado. Nuestro
Estado es inútil para cuidarnos y bueno para desaparecernos. Ayer, este Estado
perverso logró un objetivo táctico: llenarnos de miedo. La próxima
marchalogrará convocar sólo a los más valientes. Aún así, espero ver entonces a
muchos de los miles que anoche me conmovieron.
Layda Negrete es la realizadora del documental Presunto
Culpable y es investigadora asociada de México Evalúa.
https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=tkU-y6Ro1aE
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