Germán Jiménez y su esposa Ma. Elsa Labariega. |
El Católico, de camisa roja y en cuclillas. |
Déjame que te cuente…
Por
Sergio M. Trejo González
Me
dicen que el buen amigo Germán Jiménez Lara, conocido en el bajo mundo y en las
trincheras políticas como “El Católico”, se encuentra por ahora en terapia
intensiva, bajo estricta supervisión marital, en su domicilio ubicado en la
calle Dolores esquina Independencia. Al parecer todo va en espléndida
recuperación pero no está de más darle una visitadita para que el hombre
recargue todo ese ánimo que le conocemos desde siempre.
Germán
Jiménez Lara, es abogado, funcionario, empresario, tintorero y grillólogo,
título que se ha ganado aun cuando ni siquiera sus correligionarios de partido
han tenido la capacidad para instituirlo. Creo sinceramente que si existiera
una especie de doctorado Honoris causa, en materia de Grilla, a Germán Jiménez
Lara ya le hubieran colocado la toga y el birrete, porque mire usted que el
hombre es un maestro en todo eso que se trate de movimientos, jornadas y
procesos políticos.
“El
Católico”, es uno de esa docena de hijos de don Alberto y doña Santa, lo conocí
casi desde chamaco, cuando vendía naranjas con chile, que pelaba con sagaz
habilidad en cuchillo al aire, dejando las cáscaras enteras en forma de espiral… ¡Gloria de los huertos, árbol de naranjo, que
enciendes los frutos de pálido oro, y alumbras y alegras el patio querido, del
campo risueño y el huerto soñado, siempre en mi recuerdo maduro o florido de
frondas y aromas y frutos cargado!
Por
esas parcelas de nuestro panteón municipal circulaba el popular vecino, desde
cuando no había pavimento, ni luz de bejuco, y el arcoíris salía en blanco y
negro, antes de irse a la capital del estado en la intención de hacerse
Licenciado en Derecho.
Se
me perdió por algunos años para luego encontrarnos por la ciudad de Tuxpan,
allá por 1977, en una asamblea de
renovación de los cuadros del Movimiento Nacional de la Juventud
Revolucionario, cofradía de PRI que aglutinaba a los Jóvenes políticos,
huéspedes en su mayoría de los dormitorios y comederos del MOCEV; ahí andaba El
Católico sobre el templete, era el único acayuqueño que se codeaba con Tomás
Montoya Pereyra, Jorge Uscanga Escobar, Felipe Amadeo Flores Espinosa, Ubaldo Flores Alpízar, Felipe Sardiñas y Don
Rafael Hernández Ochoa ¡No Totol!.
Luego
decidió regresar a nuestra región, bajo el padrinazgo de don Pedro Rivera
Pavón, para ocupar cargos de regidor en no sé cuántas administraciones; de ahí
saltó para la dirección de nuestro Reclusorio Regional, de donde la libró
gracias a las bendiciones que doña Santa le obsequio, porque nuestro amigo, en
la buena onda que siempre maneja, en algunas ocasiones sacaba a los internos
para realizar actividades de limpieza por nuestras calles o les concedía
permiso, para que salieran a visitar por un rato, o días, a sus familiares y
amistades… y pues, la nómina no cuadraba; también se
desempeñó como oficial del Registro Civil por Sayula y por Oluta, heredando
luego la plaza a su consorte para retirarse a la administración de sus
negocios.
Germán,
es un personaje extraordinariamente noble e ilustre, conocido por todos los
veracruzanos que han tenido que gestionar algún trámite de orden público, ya no
se diga por los políticos que han necesitado de su activismo. Hasta sus
adversarios lo llaman para conducir sus eventos ante la necesidad de su verbo
ligero, pronto y expedito.
Conocedor erudito de las formas y de
los tiempos, y de toda esa parafernalia de La grilla, la manera popular de practicar política,
donde las cosas se manejan con un lenguaje oportuno que se debe conocer y
dominar para poder participar en ella, en sus rituales y en el apego a sus
formas.
El católico es un maestro en ese quehacer de los procesos políticos y
de las prácticas: Dar, recibir, pedir línea, picar piedra, sumarse, hacer bola,
operar, leer entrelíneas, disciplina…. Tragar sapos sin hacer caras.
Si
alguna cosa podríamos reprocharle al católico
seria: su fidelidad acendrada y contumaz al Partido Revolucionario
Institucional y su espontaneidad sin
medida, por lo demás su vocación de servicio cubre cualquier mácula. Me consta
lo anterior por haber compartido espacio y tiempo en el desarrollo de
actividades importantes para nuestra ciudad, un hombre de trabajo puntual y
entregado, solidario y fraterno, sencillo y simpático, pero sobre todo un buen
amigo.
Que te tiende la mano y te abre sus brazos; que hoy se encuentra un poco
delicado de salud, pero va a salir para que corrija y enriquezca mis
observaciones y podamos terminar esta probadita de su biografía, que les apunto
brevemente, nomás para significar su cumpleaños celebrado apenas el pasado 8 de
julio. Sesenta y varios años cumplió con caldo de gallina, de rancho, en el
reposo y tranquilidad de su hogar.
Ahí, en su querido barrio, ahora elevado a
la categoría de colonia, “Las lomas del Tamarindo”, donde “El Católico” se la
lleva tranquilo, sereno y ecuánime. En
ese retiro lo contemplamos moverse en la sencillez de costumbre, hasta donde le
habrá de llegar nuestra más cumplida entrega, con el deseo de que podamos
volver a saludarnos.
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