lunes, 13 de junio de 2011

LA MARCHA DE LAS PUTAS…


Columna: CON RUMBO AL SUR….


Por Angel Gabriel FERNÁNDEZ


(1)


“Ni putas ni santas”.
“Así como la ves…hoy no”.

Eso decían las cartulinas. Ese era el mensaje de las mujeres que marchaban.
“Ni princesa ni esclava…simplemente mujer”, dice la letra de una canción que hizo famosa Vicky Carr.
“Pero el joven se va de fiesta, no me trae nada, llega a medianoche, siempre borracho y como es el chacho apenas llega… y es levantando la cortina…”.
Este última “rola” hace referencia al machismo: indica subliminalmente que el hombre llega y se le tiene que cumplir, ande como ande.
En referencia al marido viejo, dice que “llega cansado” y que es como la sarna: “sarna con gusto no pica, si pica no mortifica”.


(2)


Esto dice la nota de Proceso acerca de la marcha que se efectuó el domingo en varias ciudades del país, entre ellas Xalapa, la capital del Estado de Veracruz, en donde estudiantes de la UV se medio desnudaron.
“MÉXICO, D.F., 12 de junio (apro).- Este domingo 12 varias mujeres partieron a las dos de la tarde de la Palma de Reforma rumbo al Hemiciclo a Juárez, replicando la Marcha de las Putas que ya se ha venido realizando en otras ciudades. No obstante el nombre, no se trata de una marcha de trabajadoras sexuales sino de todo tipo de mujeres para protestar porque mucha de la violencia sexual se justifica con el pretexto de la apariencia provocadora de las víctimas. Apropiarse del término estigmatizante de “puta” es una actitud desafiante y liberadora. “Puta” se usa no sólo para nombrar a las trabajadoras sexuales; se usa para calificar a las mujeres que no se ajustan a los lineamientos de “decentes” (sea porque tienen relaciones sexuales libres o simplemente porque visten de manera llamativa); pero también ciertos hombres utilizan dicho apelativo como venganza cuando una mujer resiste sus avances indeseados. Por eso el calificativo de “puta” les sirve a ciertos hombres como insulto y socialmente se vuelve un arma para mantener a raya a las mujeres: el temor de ser calificadas de “putas” las predispone a aguantar malos tratos o restricciones a sus deseos. Así, la utilización arbitraria y sexista de “puta” cuando el comportamiento de las mujeres no es lo que se espera hace que en cualquier momento las mujeres puedan ser estigmatizadas como “putas”.


(3)


Acayucan es quizá la única ciudad del Estado o del País en donde las prostitutas se exhiben en los pasillos del palacio municipal. Las hay de todo: media buenas, medio feas, una que está embarazada, una “chimuela”, unas chavitas gordas. Todas se ponen en los pasillos que dan a las calles Victoria e Hidalgo y tras agarrar “clientes” se van a los hoteles “Ancira” de la calle Bravo o al “Brandon” de la calle Hilario C. Salas.
Estas no necesitan hacer marchas para notarse. Estas ahí están, a la vista.
Pero las que hicieron la marcha no son precisamente prostitutas: son mujeres decentes en su mayoría que sólo defienden los derechos de las demás mujeres.
Acayucan tiene una historia muy particular en eso de los lujares de prostitución:
En la calle Guerrero, donde estuvo una escuela de bachilleres y ahora es casa de gestión de la CNOP, estaba la casa de huéspedes Sagitario, en donde el parroquiano podía encontrar mujeres de 30 hasta 200 pesos. Sin rubor alguno, las mujeres se sentaban en unos viejos sillones como en una “sala de espera”.
Allá por la carretera Costera del Golfo funcionó un centro nocturno llamado “Atlántida”, en donde además de que se vendía licor, había una cuartería para la mujer que agarrara cliente. Luego ese sitio se convirtió en Universidad. Terminó como agencia de una empresa de agroquímicos.


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En Oluta fue famosa “La Tía Nila”, que tenía una cantinita en la entrada al pueblo, en donde también había sexoservidoras.
Una vez, una empleada de ese lugar acudió a la comandancia de policía a decir que había tenido un problema “laboral” con la Tía Nila y que pensaba denunciarla. La mujer, originaria de Sayula, tenía 50 años sirviendo en ese lugar y quería saber si tenía derecho a jubilación.


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La prostitución es histórica: hay relatos bíblicos. Una de las más famosas es Magdalena: “ella no es culpable, no la deben condenar; ella no es culpable…les pido que no tiren piedras todos hemos pecado: recuerden que hasta a Magdalena Jesús la perdonó…”,
Ha habido mujeres de mala fama como Mesalina; las Hetairas eran acompañantes de los Romanos importantes y una espía llamada Mata Hari fue famosa por lidiar con muchos hombres.
No hay nada peor a la mala salud que la mala fama.
Escritores famosos como Paulo Coelho (11 Minutos) han escrito sobre la prostitución. Irving Wallace escribió “Los Siete Minutos” y Gabriel García Márquez escribió “Memoria de mis Putas Tristes”.
Pero no se ve a las prostitutas como mujeres que se venden; los escritores las ven como seres humanos que acompañan a los hombres y que les dan placar. La palabra puta se escucha vulgar.



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En Acayucan ya hubo una rebelión de mujeres sexoservidoras. La encabezó una mujer de apellidos yucatecos.
Las mujeres denunciaron al alcalde del periodo 92-94. Maximiano Figueroa Guillén, por haberlas desalojado del Paseo Bravo. Las damas del tacón dorado pusieron en aprietos a la administración, porque eran apoyadas tras bambalinas por políticos y líderes que no eran afines al alcalde.
Normalmente ese tipo de mujeres se quedan calladas: aguantar los maltratos de funcionarios menores de los departamentos de salud; aguantan vejaciones y extorsiones de policías; aguantan a negreros dueños de bares o cantinas y tienen que aguantar (ahora sí, encima) a los clientes borrachos.
Es muy difícil que una dama de la sociedad decida ser cabecilla de algún movimiento en defensa de las mujeres que sufren abuso. Si la ven encabezando una marcha en defensa de los derechos de las sexo servidoras, dirán que también es puta.
Es que no es necesario que las mujeres sean putas para que sean maltratadas. A esas las maltratan pero les pagan; a otras las utilizan y no les dan ni para el jabón, ni las gracias, ni pa’ los chicles. Las maltratan y las usan porque el marido cree que es obligación de la mujer “atenderlos”.
Alguien va a tener que defenderlas. A las maltratadas decentes y a las no muy decentes.
En octubre del 2088, en Acayucan se descubrió que a unas niñas les daban permiso para trabajar en la cantina “La Vitamina”.
En esta administración –aunque no trascendió— una menor de edad estaba en una cantina y cuando la detuvo la policía, hasta se dejó tomar fotos en poses sugestivas.


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Alguien dijo:
“Disfrutar de todos los placeres en insensato; no disfrutar de ninguno es insensible”.

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